jueves, 17 de marzo de 2005

La ''reticencia'' de Canadá

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 17 de marzo de 2005.

Después de haber considerado de manera cuidadosa este asunto, hemos decidido que Canadá no participará en el sistema de defensa balístico de Estados Unidos''. Con estas palabras, dirigidas al Parlamento, Pierre Pettigrew, ministro de Relaciones Exteriores, oficializó lo que es una importante ''reserva '' de su gobierno ante ese diseño ''antibalístico''. Es una decisión importante en el contexto del rechazo del gobierno del primer ministro Paul Martin a la guerra contra Irak, y de la historia de medio siglo de estrecha colaboración con Estados Unidos en materia estratégica.

Al día siguiente, Martin aclaró que esta decisión, ''de ninguna manera va a afectar las relaciones entre vecinos'', (The Globe and Mail, 24-02-05). El primer ministro precisó que ''el interés de Canadá se concentraría en el fortalecimiento de su aparato militar'' y que los aumentos de su presupuesto ''son un indicador tangible de que Canadá tiene toda la intención de compartir plenamente su responsabilidad''.

La reacción del gobierno de Bush fue ruda: su embajador increpó a la cancillería de Ottawa y según fuentes anónimas, por 10-15 minutos, Condy Rice ''amonestó'' a Pettigrew durante un receso en una reunión sobre Palestina. De acuerdo con Anne Gearan (Chicago Sun Times, 2-03-05) Rice señaló que ''los canadienses la habían decepcionado'', mientras un vocero oficial, que pidió el anonimato, informó que, hasta nuevo aviso se había cancelado un viaje de Rice a Canadá, ''porque la administración Bush está disgustada sobre la decisión de Ottawa de no participar en la defensa balística''.

Según Noticias CanWest, en 2003 la Casa Blanca ''advirtió'' que una decisión contraria al sistema antibalístico significaría que Estados Unidos ''no podría proteger a ese país en la eventualidad de un ataque con cohetes'', aunque en honor a la verdad ese país no podría protegerse ni a sí mismo, pues la comunidad científica cuestiona seriamente las capacidades de defensa reales del muy costoso sistema en el que participa una treintena de grandes firmas del complejo bélico-industrial.

Scout McClellan, vocero de Bush, dio a conocer que se continuará la cooperación en otras áreas de defensa y agregó significativamente que ''es probable que este asunto de la defensa de misiles sea planteado en la reunión que realizarán Bush, Martin y el presidente mexicano Vicente Fox'' en Crawford, Texas, el 23 de marzo. Aparentemente Bush y Rice esperan el apoyo de Fox en materia antibalística.

La ''reticencia'' de Martin está relacionada con varios hechos. Uno de ellos sería el papel pasivo que se asigna a Canadá en el proceso de toma de decisiones ''antibalísticas''. Ya Martin había dicho que ''si un cohete cruza el espacio aéreo canadiense, lo quiero saber y deseo estar en la mesa'' de decisión.

Por otra parte, la anuencia de Fox con Bush y Rice en esta materia sería muy grave porque implícitamente colocaría a México como aval de la peligrosa ''beligerancia militar'' de la Casa Blanca ya que el diseño ''antibalístico'':
a) acentúa todavía más los graves riesgos de seguridad de la fusión de la infraestructura energética mexicana con la estadunidense, promovida por Fox, colocando el territorio nacional como blanco en cualquier contingencia bélica, desde el nivel de ataques terroristas, hasta el de orden estratégico y además -y estos podrían ser otros elementos que explican la ''reserva'' de Martin- b) respaldaría la peligrosa desestabilización estratégica inherente a los sistemas antibalísticos, incluyendo la abrogación del Tratado Antibalístico (ABM) de 1972, uno de los fundamentos de la arquitectura estratégica que ayudó a evitar una conflagración durante la guerra fría y c) sería como suscribir la ofensiva presupuestal para la modernización y proliferación de armas de destrucción masiva impulsada por Bush -en Estados Unidos- y sus inusitados ''planes de contingencia'' que incluyen la amenaza nuclear como parte de la diplomacia de fuerza y de la ''guerra preventiva''.

William Arkin, corresponsal militar de Los Angeles Times, indica que desde principios de 2002 Bush había solicitado al Departamento de Defensa ''la elaboración de planes de contingencia para el uso de armamento nuclear'' contra Rusia, China, Irak, Irán, Corea del Norte, Libia, Siria, o ''en caso de crisis como el conflicto árabe-israelí''. Según Arkin, se respondería con armas nucleares de ocurrir ataques químicos o biológicos o de ''acontecimientos militares inesperados de naturaleza no especificada''.

Como estos planes de guerra revierten la política de dos décadas de considerar lo nuclear como ''armamento de última instancia'' y como el escudo antibalístico es parte y parcela del esquema general de chantaje nuclear que está utilizando la Casa Blanca, la aquiescencia de Fox al ''escudo'', además de conllevar uno de los más abruptos giros de la seguridad nacional y de la política exterior de México, nos estaría involucrando como cómplices de la trágica guerra preventiva y de la desestabilización de la ecuación estratégica global, de funestas consecuencias para México, la paz mundial y la humanidad.

jueves, 3 de marzo de 2005

Déficit de confianza

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 3 de marzo de 2005.

El encargado de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU (AIEA) acaba de advertir a Irán que sus programas de energía nuclear "sufren un déficit de confianza", porque podrían servir para producir armas. El "regaño" (NYT, 1/3/05) ocurre en medio de intimidantes declaraciones de Bush y Rice contra Teherán y a pocas semanas de las revelaciones de Seymour Hersh: una unidad de fuerzas especiales desplegadas por Rumsfeld realizaba desde hace meses inspecciones secretas in situ, como paso previo de futuros ataques aéreos contra Irán (New Yorker, 24/I/05).

Hersh muestra evidencia sólida de la consolidación del control que los neocon, localizados en la Casa Blanca y el Pentágono, van logrando sobre los análisis estratégicos y las operaciones encubiertas del aparato militar y de inteligencia. Es un acontecimiento sin precedentes desde que Truman estableció el estado de "seguridad nacional" en 1947. Con la relección de Bush se generalizó la convicción en los altos círculos de su gobierno del apoyo popular a la agresión contra Irak y de que -en palabras de una fuente de inteligencia de alto nivel citada por Hersh- "esta es una guerra contra el terrorismo e Irak es sólo una campaña. El gobierno de Bush concibe (a Medio Oriente) como una gran zona de guerra. Lo que sigue es la campaña iraní... tenemos cuatro años y al final de ellos queremos decir que ganamos la guerra contra el terrorismo".Un escenario bélico ante el que, según dijo a la prensa el presidente iraní Mohamed Jatami, "ya nos hemos preparado".

El pronunciamiento del jefe de la AIEA también coincidió con la formalización de acuerdos de Irán con Rusia y China. Con Moscú se trata de un instrumento de apoyo técnico en materia de energía nuclear, por lo que Alexander Rumyantsev, cabeza del programa de energía nuclear de Moscú, aclaró inmediatamente que "este acuerdo fortalece la seguridad internacional encaminada a evitar la proliferación de materiales nucleares". Mientras el gobierno de Bush rehúsa endosar formalmente los instrumentos internacionales dirigidos al control de esa proliferación, atiza la carrera armamentista asignando cuantiosos recursos al Pentágono para la "modernización" de las armas nucleares y de cohetería balística y su "guerra contra el terrorismo", en la "madre patria" mantiene una "extraña laxitud" en la inspección de los contenedores que entran a Estados Unidos vía marítima. Cabe preguntar a la AIEA dónde radica el "déficit de confianza" en esta materia.

Como ocurre en Irak, la campaña de Bush en Irán se dirige esencialmente al control de sus vastos recursos petroleros y de gas mediante acciones militares y de contrainteligencia (manipulando desempleo, carestía, etcétera) encaminadas a inducir un "cambio de régimen" en Teherán y al desplazamiento de las empresas extranjeras. Entre ellas, las europeas Total, ENI y Royal Dutch-Shell que continúan operando ahí, a pesar de las "sanciones" de Estados Unidos a cualquier empresa "extranjera" que invierta más de 20 millones de dólares en el petróleo iraní. También las hay rusas y ahora prominentemente chinas en petróleo y gas, en minería, electrónica, automovilística y construcción, entre otros rubros.

El programa de "cambio de régimen" en Irán es recibido en Washington con alarma y escepticismo. Según Ellen Laipson, directora del Centro Stimpson de Washington DC, dedicado al estudio de asuntos nucleares, muchos se preguntan cómo lo van a lograr si "no tenemos las tropas ni tampoco tenemos el dinero" (Fortune, 21/II/05, p. 56).

Los iraníes y chinos han hecho convenios en torno a unos 17 mil millones de barriles de la reserva, por lo que se estima en 100 mil millones de dólares el valor de las operaciones de la nación asiática, especialmente en el campo petrolero Yadavaran y en el mayor campo de gas del planeta: South Pars, que colinda con Irak y que comparte con Qatar. La relación comercial que contemplan China e Irán es considerable y, junto con los convenios entre la National Iranian Oil Co y Sinopec, conlleva un realineamiento político mayor. El comercio entre sus economías se quintuplicó en cinco años. Más de 40 empresas chinas, incluyendo a Hauwei, la empresa gigante de telecomunicaciones, y Norh Industries Corp (Norinco), encargada de la construcción de las primeras dos líneas del Metro de Teherán, que ya operan ahí.

Empresas chinas construyen una represa al norte de Teherán, una carretera al Mar Caspio, y otras se posicionan para el contrato de un oleoducto también al Caspio. Esto preocupa a Bush y a las petroleras estadunidenses. En enero, justo cuando se publicó el artículo de Hersh, Bush impuso "sanciones" a ocho empresas chinas, incluyendo Norinco, con el pretexto de que estaban exportando metales de alta tecnología "que podrían ser usados para la construcción de cohetes capaces de atacar a Israel" (ibid 55,55). El mundo cambia. Como expresaron representantes de Pekín, "China tiene el mayor mercado y no cuenta con fuentes seguras de energía. ¿Por qué debemos pedir permiso a Estados Unidos para hacer negocios aquí?"

jueves, 17 de febrero de 2005

Danza de los millones

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 17 de febrero de 2005.

En momentos en que Fox insiste en la "reforma estructural del sector energético" y privatizar el complejo petroeléctrico, se reabre el escandaloso fraude que hace tres años llevó a la quiebra a Enron: nuevas cintas revelan cómo esa empresa saboteó el funcionamiento de sus plantas generadoras de electricidad para agravar los apagones en California y así aumentar las tarifas eléctricas a su antojo. Según Julian Borger (The Guardian, 5/2/05, p.12), en California se hizo lo que ahora Fox se empeña en recetar a los consumidores mexicanos.

La evidencia que menciona Borger es importante porque revela las maquinaciones secretas de Enron para crear una escasez artificial en California y así profundizar la crisis energética que en 2000 y 2001 costó decenas de miles de millones de dólares a los consumidores, a la industria y al sector público. "La nueva evidencia", escribe, "también sugiere que la empresa promovió la desregulación de manera tan intensa porque sabía que podría manipular el sistema para sacar ventaja."

Además, Enron manipuló los "mercados" de la energía en Canadá antes de la "desregulación" de 1998. La propuesta es similar a la de Fox. Viene de las mismas manos. El diseño "panista" para "el manejo futuro de los mercados eléctricos mexicanos" estuvo a cargo de Ricardo Charvel, director de Estrategias de Enron Mexico Corporation.
En California, Canadá, Inglaterra y México, Enron promovió las campañas electorales de aquellos grupos y personas inclinadas a apoyar las estructuras de "mercado", manipulables a favor de sus intereses. Cuando Ralph Hodge, entonces jefe de la división europea, reveló que en Inglaterra la compañía había hecho importantes donaciones al partido Laborista y Conservador, el senador Manuel Bartlett advirtió que el empecinamiento de Fox en privatizar el sector se debía a los compromisos que estableció durante su campaña electoral "con grandes empresas de Estados Unidos, como Enron, que ahora le exigen la entrega prometida de la industria eléctrica, el gas y el petróleo mexicanos". De igual manera el diputado Alfredo Hernández Raigosa reclamó a las secretarías de Energía y Hacienda que informaran sobre los acuerdos adquiridos con Enron y el Banco Mundial (BM).

El tamaño del botín atrajo la atención y Jeffrey Skilling, jefe de esa compañía (acusado de 35 cargos por fraude y conspiración y sentenciado por 19), viajó a México para promover la "desregulación". En 1999 David Shields tuvo oportunidad de conversar con Skilling, quien le pintó a Enron como una empresa de la nueva era, pero "detrás del velo estaba claro su plan para nuestro país: impulsar la desregulación y privatización de los activos públicos, adquirir la mayoría de las plantas estratégicas y líneas de transmisión, especialmente en las regiones industriales de Monterrey y el Bajío, y luego usar esa infraestructura para exprimir al máximo a empresarios y consumidores mexicanos" (Texas Observer,15/2/02).

Ahora es necesario determinar el papel del BM y este tipo de empresas en el diseño privatizador de Fox, que se aplica inconstitucionalmente sobre Pemex-CFE. El asunto no es menor cuando se ventila el papel del narco en Pemex. Recuérdese que Enron "operaba" con más de 60 empresas fantasmas en Cancún, Torreón y el Distrito Federal y desde las Islas Caiman, Holanda y Delaware, según documentos recabados por La Jornada. Las empresas eran usadas en manejos contables y el lavado de dinero.

Pero cuando Fox desplegaba una costosa campaña para convencer de las bondades del "mercado", no conocíamos las truculencias de empresas tan próximas a Bush, Cheney y el mismo Fox. Eran tiempos de mendacidad y de dar atole con el dedo: según Fortune, el BM, el BID y el Eximbank, Enron era un "modelo" de la "globalización". En Pemex y CFE eran tiempos "salinista- zedillistas". Se fraguaba la gran estafa de la "desregulación" y el presidente de Enron Mexico Corp, desde plataforma auspiciada por el BID sobre "Derivados financieros en México", que se celebró en 1997, sin rubor lanzaba "una mirada a los mercados en desarrollo y los derivados energéticos". Entonces Cheney se consolidaba como el jefe de Halliburton y daba inicio el proyecto zedillista de perforación petrolera de mayor envergadura en la historia del país en los campos petroleros de Cantarell en el Golfo de México. Con un costo de unos 20 mil millones de dólares, el proyecto concitó el endoso del Eximbank por medio de un préstamo de 536 millones de dólares tramitado por su presidente, James Harmon, como aperitivo para el gran banquete neoliberal. Los dólares eran para pagar por los servicios de Halliburton. Con Fox, el banquete y la danza adquirieron un ritmo más caliente, de miles de millones en contratos de una Pemex endeudada hasta la coronilla. Entre las muchas beneficiadas: Halliburton, Fluor Daniel, Bechtel, Sempra Energy. Ahora en Los Pinos, con el Año Hidalgo encima, se insiste en que siga la danza. Es la receta para llevar a Pemex-CFE "a un punto de venta" (frase del BM).

jueves, 3 de febrero de 2005

Bush contra Cuba

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 3 de febrero de 2005.

La Revolución Cubana, sustentada en una gran movilización político-militar de la población, representa un rompimiento tajante con la sujeción de corte colonial al poderío político-militar y económico de Estados Unidos. Cuba, como ocurre con el resto de América Latina y el Caribe, fue sometida a una continua explotación como área tributaria, primero de España, luego de la potencia norteña: una condición siempre respaldada por la estrecha relación del Estado imperial y sus empresas, con las corruptas, oligarquizantes e igualmente depredadoras estructuras de poder local.

A lo largo del siglo XX la centralidad del fenómeno imperialista y su manifestación de pax americana o, si se desea ser riguroso, de "monroísmo" en nuestra región, en ningún momento amainó. Pero tampoco la resistencia al imperialismo. Cabe recordar, con Gregorio Selser (La violación de los derechos humanos en EUA, UAS, Sinaloa,1993), que cualquier estudio de las sociedades sometidas al imperialismo y de sus procesos de liberación revela un aspecto fundamental: "la recuperación acelerada de su sentido de humanidad y la bestialidad de su opresor. Cada acción en pro de la liberación de los oprimidos es seguida de aterradoras acciones represivas de los opresores, que revelan claramente el proceso de degradación personal de los colonizadores. El miedo a perder sus intereses económicos coloniales compele a los poderes dominantes a perpetrar más actos represivos y a ignorar las legalidades mínimas, inclusive las del marco jurídico legal diseñado para sustentar los regímenes coloniales". Quien, en este contexto, revise la historia de la relación de Cuba con Estados Unidos, pronto descubrirá que la hostilidad hacia la independencia y la soberanía cubanas existía "antes" de la Revolución y del surgimiento del campo socialista, durante su vigencia, e incluso ahora, "después" del colapso soviético, acentuándose con el gobierno de Bush. Así lo recordó hace poco José Luis Toledo, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, quien encabeza la "coadyuvancia" cubana a Enrique González Ruiz, fiscal del Tribunal Benito Juárez (www.tribunal benitojuarez.org), instancia ciudadana que sigue la tradición del Tribunal Russell en los años 60 (sobre los crímenes de guerra en Vietnam) y del Tribunal Bruselas (en relación a Irak).

El Tribunal Benito Juárez se instaló en Caracas hace pocas semanas. Su objetivo es juzgar la continua agresión de Estados Unidos contra Cuba. El evento, que tendrá lugar en México a finales de abril, ocurre en momentos en que se recrudece la agresión económica y política para, como lo ilustró Toledo, provocar la desestabilización interna y propiciar la intervención militar directa, a pesar de su entrampamiento en Irak. La información ofrecida por el decano, en un lúcido y preciso análisis presentado en el Ceiich (UNAM), demuestra que con la destrucción de la Revolución, el gobierno de Bush plantea instaurar un régimen de corte colonial. Para tal efecto se instaló una "Comisión para asistir a una Cuba Libre", encargada de "identificar medios adicionales para poner fin rápidamente al régimen cubano". Con abierto desprecio al derecho internacional, a la Carta de la ONU y de la OEA, y sin que país alguno exija explicaciones, Bush promueve un "cambio de régimen" por medio de una política "más activa, integrada y disciplinada para socavar las estrategias de supervivencia del régimen y fomentar acciones que aceleren su fin". Para ello se identifican seis tareas encaminadas al desarrollo de la actividad subversiva dentro del territorio cubano: a) el fortalecimiento de la "oposición" mediante su financiamiento, promoción y adiestramiento; b) impedir la continuidad de la dirección cubana prevista en la Constitución; c) intensificar el bloqueo para reducir las entradas de divisas; d) desarrollar nuevos métodos para realizar transmisiones ilegales, como el despliegue de aviones militares para tal efecto. Es una acción grave, provocativa y peligrosa que, indicó Toledo, viola el derecho internacional y las normas de la Unión Internacional de Telecomunicaciones; e) organizar una amplia campaña de desinformación en el exterior, y f) fomentar el aislamiento internacional de la Revolución mediante esfuerzos multilaterales para sumar otros países a esa política. Bush designará un "coordinador de la transición", una suerte de "procónsul". Como señaló Toledo: "En Irak Paul Bremer fue nombrado como tal después de la ocupación militar; el Bremer para Cuba actuaría desde ahora para provocar el fin de la Revolución y dirigir todo el proceso posterior". La CIA y el Pentágono se encargarían de la formación y manejo de una "fuerza policial civil" y para las "metas" sociales y económicas como privatizaciones, "reforma" educativa, desmantelamiento de laboratorios de nivel mundial y una seguridad social "sostenible", etcétera. Bush echa mano de la administración colonial a su servicio que opera en Latinoamérica: "...se buscará la asesoría... del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el FMI".

jueves, 20 de enero de 2005

Bush, petróleo y terror

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 20 de enero de 2005.

Hoy da inicio el segundo periodo presidencial de George W. Bush (2004-2008). La ceremonia inaugural ocurre en medio de una incalificable carnicería en Irak (más de150 mil civiles muertos, casi mil 500 bajas estadunidenses) y de una inusitada resistencia a la ocupación que compromete la proyección militar de Estados Unidos en el mundo.

Además de una desestabilización de la geopolítica global por las guerras preventivas y la diplomacia de fuerza en vigor bajo la rúbrica de "guerra antiterrorista", se acusa a Bush de una sistemática violación de los derechos humanos y políticos dentro y fuera de su país, el desprecio del derecho internacional, así como en los días recientes denuncias del conocido periodista Seymour Hersh sobre preparativos presumiblemente de "guerra aérea" o sabotaje contra Irán, mediante operativos de las fuerzas especiales en su territorio para identificar blancos de ataque.

Las acciones de Bush en Medio Oriente, en los países poseedores de los mayores campos petroleros del planeta, Arabia Saudita, Irak e Irán, indican que el petróleo y la diplomacia de fuerza ("terrorismo de Estado") continuarán como ejes articuladores de su política exterior. Bajo la cubierta de la "guerra antiterrorista", sea por medio de operaciones clandestinas de corte político-económico, paramilitar y electoral en países productores de combustibles fósiles, entre ellos México, Venezuela, Colombia, Bolivia y Nigeria, o de agresiones militares preventivas en Medio Oriente, la Casa Blanca muestra su firme convicción de que su misión central reside en colocar al Departamento de Defensa, al aparato de espionaje y al Departamento de Estado -ahora a cargo de Condoleezza Rice (ex empleada de Texaco)- al servicio de los grandes monopolios petroleros.

La simbiosis que hoy se percibe entre el aparato de Estado y las grandes empresas, en este caso del gas y del petróleo, no es nuevo en la política exterior, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Así se comprueba de manera concisa y esclarecedora en el libro de Michael T. Klare, Blood and Oil (New York, Metropolitan, 2004), donde el autor ofrece abundante evidencia documental que demuestra la centralidad del petróleo en la planeación y las operaciones militares del Pentágono en general y de su Comando Central en Medio Oriente.

Declaraciones del vocero de Bush en las cuales afirma que "el único interés de Estados Unidos en la región del Golfo es ampliar la causa de la paz y la estabilidad y no la capacidad iraquí de generar petróleo" o del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien aseguraba con la mendacidad que le caracteriza que la guerra contra Irak "no tenía nada que ver con el petróleo y quien piense de otra manera no comprende la situación" han caído en el mayor de los desprestigios. Un predicamento ante la opinión pública sólo superado por el profundo descrédito tras el empleo sistemático de la tortura en Guantánamo y Abu Graib y el uso, igualmente sistemático, de la mentira, como ocurrió en torno a las armas de destrucción masiva en Irak, principal "motivo" utilizado para "justificar" la agresión militar.

La explotación político-electoral del miedo generado por el 11-9 fue central en la "relección" de Bush, así como la utilización del término "terrorismo". La clarificación del concepto es necesaria, especialmente porque después del 11-9 la Casa Blanca lo utilizó como parte de la retórica para la guerra en Afganistán y la toma militar de los vastos recursos petroleros de Irak. Desde tiempo atrás (por ejemplo durante la Revolución Francesa) se usó el término "terrorista" como epíteto para calificar a los oponentes políticos y hoy no es la excepción: cualquiera puede ser (o dejar de ser) "terrorista" en cualquier momento, dependiendo de los giros en los negocios -particularmente petroleros- o en la política exterior.

Quien deseé indagar por qué Bush "flexibilizó" el embargo de 18 años contra Libia y cómo Qadafi pasó de la noche a la mañana de "terrorista" a "casi amigo" de la Casa Blanca sólo tiene que averiguar los detalles de los compromisos de "apertura" negociados por Abdulla Salem El-Badri, encargado de la Corporación Nacional Petrolera de Libia, con Occidental Petroleum, ExxonMobil, ConocoPhillips, Amerada Hess y Maratón. Los convenios entre las petroleras y el gobierno libio (Fortune, 28/6/04,) nos explican el misterio de la transustanciación de Qadafi, ya que "la sola perspectiva de contar con una nueva fuente de abastecimiento petrolero fue suficiente para ayudar al gobierno -de Bush- a olvidar el apoyo pasado de Qadafi a los terroristas" (pp. 29-30). La "purificación" de Qadafi fue favorecida por el hecho de que el crudo libio es de alta calidad -bajo en sulfuro-, "ideal para las refinerías de Estados Unidos". Mejor aún: "lo que hace más atractivo el asunto para las empresas petroleras estadunidenses es el hecho de que los tanqueros procedentes de Libia pueden llegar a Estados Unidos en la mitad del tiempo que consumen los provenientes del golfo Pérsico".

jueves, 6 de enero de 2005

Baja

John Saxe-Fernandez
La Jornada.
México 6 de enero de 2005.

Gracias al insistente -y aventurado- activismo desplegado por el gobierno de Fox a favor de las grandes empresas petroleras, gaseras y de generación eléctrica a lo largo de la frontera norte y, de manera especial, en Baja California, prácticamente desde tiempos del secretario de Estado William Seward (1861-1869) nunca había sido tan intenso el interés estadunidense por el dominio de Baja.

En historia de la doctrina Monroe (Eudeba, 1964) Dexter Perkins recuerda que bajo el pretexto de defender esa doctrina, Seward propuso que su país asumiera los pagos del servicio de la deuda mexicana durante tres años a cambio "de un embargo preventivo sobre... la Baja California, Chihuahua, Sonora y Sinaloa", lo que, según reconoció ante el Congreso de esa nación su ministro en México, "terminaría probablemente con la cesión de la soberanía" a Estados Unidos. Aunque entonces la propuesta fue rechazada, el interés por Baja y los otros estados norteños se mantuvo a lo largo del siglo XX y creció con el inusitado aumento de la inversión estadunidense en el negocio turístico, de bienes raíces y más recientemente en el vital y estratégico sector energético.

Siguiendo el "guión" del Banco Mundial, Vicente Fox colabora entusiastamente en la "colonización energética" de Baja. Ahí se despliega, vertiginosamente, todo un esquema que la Casa Blanca, su aparato de "seguridad nacional" y las empresas del ramo (entre ellas Sempra Energy, Shell y Conoco) conciben como uno de los pivotes del "futuro orden energético global" centrado en la explotación no sólo del petróleo, sino también del gas natural y su uso para la generación de electricidad. Con el desarrollo de la tecnología para hacer líquido al gas natural (LNG, por sus siglas en inglés) se facilita su transportación marítima y con ello la necesidad de terminales portuarias y plantas de "regasificación". Aunque todavía el proceso LNG es costoso y ambiental y políticamente riesgoso, según diversas fuentes autorizadas, recibe gran impulso empresarial y estatal (Bush y Fox), porque además de ser un gran negocio, se le concibe como un medio para hacer frente a la vulnerabilidad estratégica de Estados Unidos ante la gran volatilidad en los precios del petróleo. Volatilidad, sea dicho de paso, paradójicamente acicateada por la brutal toma militar de la reserva petrolera iraquí que desestabilizó Medio Oriente y con ello a la geopolítica del orbe. Pero como en Estados Unidos el aprovisionamiento doméstico de gas natural también se dificulta -con alta incertidumbre en los precios-, la línea oficial tanto del gabinete económico como de seguridad de Bush se centra en la promoción de "terminales LNG".

Según Paul Roberts (The End of Oil, Houghton Mifflin, 2004), Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal, advirtió al Congreso estadunidense en 2003, en medio de insuficiencias en el suministro de gas, que de no impulsarse "una gran expansión de la capacidad de terminales LNG para la importación" de gas, el país enfrentaría graves dislocaciones económicas. Baja pronto se transformó en uno de los sitios predilectos para tal negocio, por su proximidad con Estados Unidos y porque cuenta con un gobierno mexicano alcahuete que haría a un lado los potenciales costos ecológicos, desatendería el rechazo social y político local, y ofrecería subsidios por la vía de un régimen impositivo "benigno" diseñado para impulsar la inversión extranjera. El gobierno de Fox, a pesar de impugnaciones locales sobre crecientes riesgos político-militares y de la crítica de sectores ambientalistas, gestionó rápidamente el primero de los tres permisos requeridos para que Sempra empiece la construcción de una de sus plantas en la meseta de la Costa Azul, que transformarán metano líquido y congelado en vapor de gas, para satisfacer, no las necesidades energéticas de México, sino de Estados Unidos. Se trata de un proyecto que Sempra espera tener en operación a principios de 2006.

Como con el resto de los proliferantes proyectos en curso en Baja, el gas, la electricidad y las ganancias se dirigen al norte. La contaminación, los bajos salarios y los riesgos de seguridad se quedan acá. Algo que podrá comprobar quien visite la termoeléctrica de Mexicali, otra operación de Sempra terminada en 2003 que funciona con gas traído de el país vecino, sustituible por el que llegará a la Costa Azul, proveniente de Bolivia o Indonesia. La torpeza de Fox es de orden mayor al impulsar, en medio de una guerra con reacciones "asimétricas" (terroristas) contra la agresión de Estados Unidos en Irak, que . Baja -y la frontera norte- se transforme en uno de los principales ejes para el abastecimiento energético estadunidense. La "integración infraestructural" con Estados Unidos que fomenta ya colocó al territorio nacional como blanco potencial de ataque, vulnerando la seguridad e integridad de la nación. Como expresó Michael Clark, vocero de Sempra: "Nosotros vemos a California (EU) y a Baja California como una región y nuestra meta es asegurarnos que la región tenga la suficiente infraestructura energética para enfrentar sus necesidades futuras" (cursivas mías).

jueves, 23 de diciembre de 2004

La agenda de Fox

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 23 de diciembre de 2004.

En materia de petróleo, gas y electricidad, la de Fox no es la agenda de la nación: como sus antecesores "neoliberales", responde a intereses extranjeros y a los de una cúpula de "hombres de negocios" local, intermediaria en los lucrativos negocios de la "subasta" de México. Es una "agenda" que profundiza los dispositivos puestos en marcha desde los años 80, encaminados a la desarticulación administrativa y financiera para inducir la privatización y extranjerización del complejo petro-eléctrico del país. Por ejemplo, el desfinanciamiento crónico de Pemex-CFE por la vía de un focalizado ataque fiscal, que promueve su creciente endeudamiento. Hoy, gracias al esfuerzo acumulado del 20 años, Pemex, con una integración vertical debilitada por diseño del Banco Mundial (BM), es la empresa petrolera más endeudada del mundo (32 mil millones de dólares).

Los proyectos de impacto diferido en el registro del gasto, o Pidiregas, han sido usados para impulsar la privatización del sector. Este año una gran proporción del presupuesto de Pemex se dedica al pago de los Pidiregas: 3 mil millones de un total de 10 mil millones de dólares. Datos de Pemex Exploración y Producción indican que de 2001 a 2004 se dedicó 75 por ciento de la inversión al pago de la deuda. Las urgentes necesidades de Estados Unidos en torno a su exorbitante consumo de combustibles fósiles y su estrategia orientada a diversificar las fuentes de suministro forman el núcleo de la agenda de Fox. Además, el impulso de Bush (y Fox) a la privatización de Pemex se centra en aumentar la extracción de gas y petróleo a como dé lugar, por la vía de usar los recursos públicos mexicanos para subvencionar los negocios de firmas "nacionales y/o extranjeras" que operan en Pemex, al margen de la Constitución. Es el caso de Cantarell, el principal campo petrolero del país localizado en la bahía de Campeche, cuyo orden de magnitud original se estimó en 35 mil millones de barriles en 1979. Sometido a una sobrexplotación, su producción empezó a declinar en 1996 por lo que al año siguiente, con el "respaldo" del BM, del Departamento de Energía (DdE) de EU y del entusiasmo entreguista de Zedillo, se diseñó un contrato de 15 años en favor de un consorcio integrado por BOC Gases, Marubeni Corporation, Setcoast Energy, ICA Fluor Daniel y Linde para inyectar nitrógeno e incrementar la producción, que en 2002 llegó a 1.88 millones de barriles diarios, el doble de lo producido en 1995.

La agenda de Fox, que es la del BM, incluye, de manera prominente, los contratos de servicios múltiples (CSM) especial aunque no exclusivamente en torno a la explotación del gas no asociado de la cuenca de Burgos que fue dividida -y está siendo subastada-, en siete "bloques". Repsol-YPF se encarga del bloque Reynosa-Monterrey; a Teikoku Oil de Japón y Grupo Diavaz de México se les asignaron Cuervito y Fronterizo. Tecpetrol domiciliada en Argentina, junto a Industrial Perforadora de Campeche ganaron el contrato para el Misión. Diligente que es en "la compra-venta de México", Fox inauguró 2004, otorgándole al grupo Lewis Energy de Texas, el CSM para Olmos el 9 de febrero.

En medio del aplauso de la Casa Blanca y de la censura del Senado mexicano, su racha entreguista continuó impertérrita. El 10 de noviembre le asignó el CSM de Pandura-Anáhuac a Industrial Perforadora de Campeche y Compañía de Desarrollo de Servicios Petroleros. Para 2005 la agenda incluye la entrega de Pirineo y Monclova. No se trata de una "necedad" de Fox, sino de oportunidades empresariales y de "necesidades" geoestratégicas de EU derivadas de su inecesario despilfarro de combustibles fósiles. Fox impulsa la "reforma estructural" del BM encaminada a "ajustar" la Carta Magna a las inconstitucionales operaciones en curso. Este ex gerente de la Coca-Cola que ocupa Los Pinos, asume que el petróleo ya no es estratégico "como en los años 30" y que el complejo petro-eléctrico debe ser manejado por el "mercado" que ya se encarga de los grandes negocios del gas (regasificación, distribución etc) a lo largo y ancho del país, especialmente en la frontera norte: En Altamira están Royal Dutch, Shell, Total y Mitsui, con la participación de Unión Fenosa de España; en la Costa Azul, Sempra Energy y Royal Dutch Shell; en la península de Baja California, cerca de las Islas Coronado, Chevron-Texaco; en Lázaro Cárdenas, Repsol-YPF; en Tijuana, Marathon -con Golar LNG Limited y Grupo GGs; en Sonora DKRW Energy.

El Mexico country analysis brief, del DdE (noviembre de 2004), apoya la gestión de Fox ya que "sus" iniciativas, como los CSM (que son las de la Casa Blanca y su BM) "...aparecen como un paso positivo hacia la apertura gradual de la producción de gas natural de México en favor de las compañías privadas extranjeras". Bush, Cheney, Halliburton, Brown Root and Kellog, Bechtel y las petroleras, gaseras y empresas eléctricas asociadas, están de plácemes con la agenda de Fox, pero impulsan la "reforma estructural" del BM: lo quieren todo.