viernes, 20 de noviembre de 2009

Ocupación y guerra interna

John Saxe-Fernandez, La Jornada, Jueves 20 de Noviembre de 2009.




Es aleccionador revisar los documentos y los sucesos recientes que muestran que el Plan Colombia (PC) y su par, la Iniciativa Mérida (IM), forman parte de un diseño mayor de invasión y ocupación imperial en América Latina. Máxime si la indagación se realiza desde el vórtice histórico-geográfico del despojo territorial formalizado en el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848) y de la actual colindancia de México con EU, donde ahora, alrededor de la IM, se despliegan operaciones de espectro completo, es decir maniobras simultáneas aéreas, navales, y terrestres de EU, que dañan la soberanía nacional y conllevan una grave degradación de la función de defensa nacional.

En el PC y la IM el narcotráfico es la pantalla para el intervencionismo y la apropiación territorial, por medio de la fuerza policial-militar, para-militar, mercenaria y de inteligencia, sobre naciones donde se localizan recursos naturales estratégicos. Son plazas que EU utiliza para intervenir y agredir a toda la región. En un trabajo del Instituto de Estudios Estratégicos del Ejército de EU (2009) se plantea que por su énfasis en el lado de la oferta del mercado de los narcóticos, tanto el PC como la IM desatienden nada menos que las raíces socioeconómicas –el caldo de cultivo– y la estructura financiera del fenómeno; la corrupción oficial; el consumo en gran escala en EU y el inusitado suministro de armas de alto poder desde allá hacia México: "ponen poca atención a los problemas estructurales más profundos que alimentan el tráfico de drogas y la violencia que conlleva".

Una apreciación avalada por expertos nacionales y extranjeros que, entre otros puntos, indican que como no se ataca “…la estructura financiera de los cárteles, es predecible que aumente el número de víctimas y los casos de corrupción”. Sobre eso Jorge A. Medellín informa que según un alto oficial militar las dos preocupaciones cardinales del Ejército mexicano son "la guerrilla y el narcotráfico, en ese orden", cuando se esperaba que el narcotráfico fuera mencionado como la principal amenaza a la paz y la estabilidad. (Msemanal 16-11-09). Sin duda ese también es el orden de prioridades de los más de mil 400 agentes de EU –unos 700 son mexicanos-, que ya operan en territorio nacional, muchos mercenarios y ex integrantes de cuerpos de inteligencia de EU según informó La Jornada (8-11-09).

Estas no son contradicciones casuales, como lo ilustran documentos del Programa de Construcción de la Fuerza Aérea de EU para el año fiscal 2010 entregados al Congreso en mayo 2009 y recabados por Eva Golinger (axisoflogic.com) que muestran la intención de EU de utilizar las bases en Colombia –Palanquero, Malambo, Tolemaida, Larandia, Apiay, Cartagena y Málaga–, contra los países vecinos. Sobre Palanquero se estipula que “…garantiza la oportunidad de conducir operaciones del espectro completo por toda América del Sur”…"una sub-región crítica en nuestro hemisferio, donde la seguridad y estabilidad están bajo amenaza constante por las insurgencias terroristas financiadas con el narcotráfico, los gobiernos anti-estadunidenses, la pobreza endémica y los desastres naturales", evidenciándose que la "cruzada anti-narco" , además de algo secundario, es "cubierta" para las operaciones de espectro completo que, con las tres armas, incluyen apoyos a las capacidades para, el espionaje, la vigilancia, la agresión bélica y los operativos satelitales y encubiertos en tiempo real que incluyen tecnología aérea similar a la usada en Afganistán. La prensa mexicana informó que ya la Fuerza Aérea de EU, bajo la IM, "vigilará la frontera" con México aplicando "una estrategia como la usada en Afganistán".

Es en este contexto en que los intereses oligárquico-imperiales lanzan el escenario electoral 2010-2012: asaltando al sindicalismo independiente y propiciando, por medio de una política económica pro-cíclica, anti-popular y anti-nacional, los precipitantes de guerra interna.

http://jsaxef.blogspot.com

viernes, 6 de noviembre de 2009

Crisis, tiempo y monopolaridad
John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 6 de Noviembre de 2009.



Para todo efecto práctico 2025 ya está aquí. Esta sutil percepción de Michael T. Klare, contenida en una de sus reflexiones (American Preeminence is Disappearing Fifteen Years Early www.Tomdispatch) sobre un documento reciente del National Intelligence Council (NIC) Global Trends 2025, no sólo alude a un fenómeno que es imperativo atender: la aguda contracción temporal que ocurre en tiempos de crisis. También concita la atención sobre la necesidad de la crítica teórica y conceptual, vital cuando aumentan las áreas de incertidumbre –desde lo económico a lo político/social y estratégico/militar– y se aceleran cambios en la ecuación de poder mundial, regional, nacional.

El documento del NIC, ente vinculado a la CIA, ofrece un análisis multifactorial desde el que se concluye que en los próximos 15 años la preeminencia de Estados Unidos gradualmente habrá desaparecido, junto al surgimiento paralelo de otras potencias, especialmente China e India. El uso del término preeminencia ofrece un retrato cabal de la posición estadunidense. Hace 17 años en un documento del Estado Mayor Conjunto de ese país para referirse al mismo fenómeno, se advertía que “…el mundo no es unipolar, como pensaron algunos después del derrumbe de la Unión Soviética”, para luego identificar los retos hegemónicos en Europa y Asia.

Pero el término de monopolaridad o unipolaridad y no uno como preeminencia fue el que se popularizó entre analistas de un amplio espectro político que va desde Noam Chomsky, una de las voces más lúcidas de nuestro tiempo (quien utiliza la noción de monopolaridad militar en su caracterización del medio ambiente global), hasta Richard Haas, vocero el Foreign Relations Council, el cabildo de cabildos del alto capital, por representar históricamente a la cúpula corporativa de Estados Unidos.

Ya me referí en varias ocasiones a la necesidad de reconocer la poca pertinencia de expresiones como las de posguerra fría o monopolaridad, aún a nivel militar, para caracterizar una época de crisis de acumulación y de conmoción hegemónica, en que la competencia por la supremacía se traslada de lleno a un primer plano en la estructuración de la estrategia global hacia adelante de Estados Unidos, en un contexto de intensa centrifugación que se observó y se observa entre los países capitalistas centrales, con su propensión hacia el regionalismo y la conformación de bloques, históricamente proclives en tiempos de debacle económica, a los amurallamientos comerciales y de inversión como el TLCAN, la manifestación más palpable y cruda de crisis hegemónica.

Esto impacta con fuerza la proyección de poder económico-comercial, de inversión y estratégico-militar de Estados Unidos hacia América Latina y el hemisferio, empezando por México y Canadá: en ningún momento podemos asumir que el choque estratégico-ideológico entre Estados Unidos y la URSS concentró el meollo de las variables independientes desde las que se derivaron las contradicciones centrales del lapso posterior a la Segunda Guerra Mundial, hasta principios de la década de 1990.

Como he advertido en La compra-venta de México (2002), caracterizar a lo que siguió al desplome soviético como posguerra fría o monopolaridad implica que alrededor de la contradicción este-oeste giraban todas las otras contradicciones como entre centro y periferia capitalista, que se expresaron en la lucha anticolonial y antimperialista en Asia, África y América Latina.

De aquí lo valioso de las observaciones y ponderaciones de Klare, que le hacen concluir que los planteamientos del NIC hechos hace apenas 11 meses fueron rebasados por el torrente de la crisis. Los vertiginosos cambios que se detectan, muy alejados de la monopolaridad, apenas dan alguna relevancia a las predicciones de entonces, desapareciendo la gradualidad en la pérdida de preeminencia de Estados Unidos. Pero el peligro de guerra general aumenta, por la palpable tendencia de compensar esa pérdida con la fuerza militar que aún tiene a mano.