jueves, 24 de septiembre de 2009

El riesgo de guerra
John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 24 de agosto de 2009.



“La lucha global por la distribución de los recursos naturales ya está en marcha… La guerra ha sido el medio favorito usado por las grandes potencias para satisfacer sus necesidades de recursos. Si se gesta otra guerra mundial el conflicto más probable que enfrentará a las potencias será sobre los elementos de la sobrevivencia. El petróleo, desde luego, pero también el hierro, cobre, uranio, cobalto, trigo y agua”. Esta fina percepción de Richard Barnet (The Lean Years, Simon & Schuster 1980) es de peso cuando crece el agotamiento del petróleo convencional (peak oil), fundamento de la economía capitalista hasta nuestros días. La meta sería transitar hacia otro orden económico y socio-energético, sin una guerra general termonuclear (GGT): las guerras por los recursos pueden ocasionar incontrolables procesos de intensificación con empuje bélico terminal. Ya la carnicería por el petróleo de Irak lleva más de millón 300 mil bajas civiles, mientras Estados Unidos persiste en ampliar las guerras transfronterizas, desde Afganistán/Pakistán hasta Colombia/Ecuador (2008).

A primera vista la desactivación de Obama del despliegue antibalístico en Polonia y la República Checa, que Bush y Gates plantearon como defensa de Europa ante un ataque de misiles iraníes, aminoraría las tensiones y ofrecería más tiempo para la toma de decisiones en el uso de armamento nuclear y balístico. La proximidad a Rusia de un despliegue antibalístico cuya función es neutralizar una réplica aniquilatoria ante un primer ataque de Estados Unidos, acortó el tiempo disponible, haciendo necesario automatizar una respuesta contundente (Launch-on-Warning) ante ingresos balísticos al espacio aéreo ruso. La fragilidad en la disuasión conlleva un grave riesgo de guerra: el objetivo real e irresponsable del despliegue antibalístico fue anular la reacción rusa ante un ataque en pos de la reserva petrolera iraní. Se trata de lo que desde estas páginas calificamos de "acoso estratégico", como el "cerco" que Estados Unidos erige (Cuarta Flota, Plan Colombia e Iniciativa Mérida, bases etc.) en torno a los vastos recursos –petróleo, gas, minerales, agua, biodiversidad– de Brasil, Venezuela, México, Centroamérica, Bolivia, etc. En el caso ruso el despliegue antibalístico fue el equivalente al acto de guerra que habría significado si Moscú colocara en Chihuahua y Alberta componentes de un sistema nacional antibalístico ¡para "defender a Norteamérica" de un posible ataque de Corea del Norte!

Aunque la desactivación del despliegue antibalístico no es asunto menor, los vientos de GGT arrecian: Estados Unidos y la OTAN aumentan la tensión en el Mar Negro con todo tipo de provocaciones desde Georgia, mientras Gates plantea un "nuevo plan de defensa coheteril" en tres fases: en 2011 con interceptores SM-3 desde el este del Mediterráneo; en 2015 se mejoraría ese sistema y operaría, según nuevos planes, desde Polonia y la República Checa, y en 2018 actuaría otro despliegue "más poderoso", contra cohetes de alcance medio e incluso intercontinentales, parte de una "nueva arquitectura estratégica" en sustitución del despliegue antibalístico. (Ver R. Rozoff y B. Gagnon globalresearch.ca). Todo según la Casa Blanca, contra "la amenaza" iraní, pero con Rusia y el petróleo en la mira. Esta reconfiguración estratégica sigue planteando una amenaza grave a la paz. El general Vladimir Dvorkin ya advirtió que "todo depende de la escala de tal sistema". Si incluye "una multitud de infraestructuras de lanzamiento" y dispositivos orbitales, entonces "amenazaría el potencial ruso de disuasión nuclear".

El riesgo de GGT aumenta. A la presión militar de Estados Unidos sobre Medio Oriente, el Cáucaso y África, se agrega América Latina. Raúl Zibechi (ircamericas.org) muestra que la crisis del petróleo llegará mucho antes de lo previsto: “la primera evaluación detallada de más de 800 campos de petróleo en el mundo con tres cuartas partes de las reservas mundiales, llegaron a su punto máximo mientras que la tasa de disminución –de la producción– es casi el doble del ritmo calculado hace apenas dos años”.

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jueves, 10 de septiembre de 2009

Polarización y estallido


John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 10 de Septiembre de 2009.


Los acoples financieros entre las principales economías del planeta, fuertemente impregnados de tendencias depresivas y de intensificada polarización y explosividad socio-económica, se encaminan hacia una modificación de la ecuación mundial de poder, signada por la incertidumbre, pero en la que hay certeza de que, como ha venido ocurriendo desde la década de 1970, la posición relativa de Estados Unidos seguirá disminuyendo. Ante ello se lanza con saña militar y para-militar sobre su periferia inmediata (Plan Colombia, Iniciativa Mérida). Es algo reconocido por académicos y presente en archivos desclasificados elaborados por el Sistema Nacional de Inteligencia, que Estados Unidos enfrenta amenazas a corto, mediano y largo plazos, incluyendo el estallamiento social en México.

El problema central es la incapacidad del aparato de seguridad de reconocer que los orígenes de la entropía estratégica, hacia Armagedón, están situados en la depredación clasista del capitalismo en general, y del de Estados Unidos en particular, y que los diseños sobre periferias como México, sometidas al Banco Mundial (BM), Interamericano de Desarrollo (BID) y Fondo Monetario Internacional (FMI), siguen la inercia de los últimos 40 años: orientan la riqueza hacia arriba y devastan los recursos humanos y naturales.

Todo ocurre en un medio más y más polarizado. Las conocidas cifras sobre el fenómeno global merecen atención: las 255 personas más ricas del mundo, entre quienes hay algunos conocidos mexicanos, controlan más riqueza que las 2 mil 500 millones más pobres y las tres más ricas del mundo controlan más riqueza que las 48 naciones más pobres.

Tampoco deja de ser significativo el hecho de que el sueldo y compensaciones promedio de los altos ejecutivos en Estados Unidos sea 344 por ciento más alto que el del trabajador promedio o que si en el primer informe de la revista Forbes (1982) sobre los 400 mayores ingresos se requería una base mínima de 100 millones de dólares para estar en la lista, en 2008 se debía contar con al menos un patrimonio equivalente a mil 300 millones de dólares. Esta riqueza se canalizó a las clases altas en los últimos 27 años por medio de lo que Jeff Faux describe como una implacable Guerra Global de Clases (UACM 2008).

En México aumenta la hiper concentración del ingreso, alentada por medio de una tenaz agresión a la economía popular, al aparato productivo, con altas tasas de desempleo a niveles de conflagración social (en la militarización antinarco y crimen de Calderón van 14 mil bajas) y en la privatización de Pemex por medio de una "reforma" que la abre al contratismo de las actividades sustantivas a favor de empresas tipo Oceanografía, Halliburton o Schlumberger. Todo ello con el insólito aplauso de ciertos sectores progresistas.

Con Pemex en el bolsillo los instrumentos empresariales tipo BM y BID prosiguen con el despojo, desde Hacienda y Los Pinos, utilizando líneas de crédito transexenales (2009-2014) que comportan arreglos comiciales (2012) para cambios de estafeta del PAN al PRI, ante un electorado brutalmente agredido en 2006. Todo con continuidad en política económica de atraco. Así lo dejó saber en medio de la carnicería cotidiana, Ellis Juan, del BID, ante el Foro Empresarial Hemisférico organizado por la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de México.

¿Cuál es ahora el diseño oligárquico-imperial?: persistencia "procíclica", más ofensiva antisindical y ampliación de la rapiña que va desde el sector energético, donde se colocan en la cúpula directiva de Pemex alfiles de grandes contratistas, hasta la privatización de la gestión del agua en curso en varias ciudades del país incluyendo el Distrito Federal.

Si los dejamos hacer, desmantelan lo que queda en los próximos cinco años. Ello, según el vocero del BID, por medio de tres reformas: 1) una ley de inversión privada en infraestructura; 2) una "reforma laboral" y 3) "una reforma de bienes y servicios que elimine los monopolios públicos y privados en los sectores de energía, agua y saneamiento".

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