jueves, 30 de octubre de 2003

Maximato: barril sin fondo

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 30 de octubre de 2003.

Como el cabildo santanista que impulsa la llamada ''reforma'' de la Carta Magna -dirigida a legitimar la privatización de facto hasta ahora aplicada en el sector petroeléctrico al margen de la normatividad constitucional vigente- se ha sustentado en la retórica del fundamentalismo de mercado, es oportuno recordar la irónica y no por ello menos puntual aseveración de John K. Galbraith, en el sentido de que ''la globalización no es un concepto serio. Nosotros, los estadunidenses, lo inventamos para ocultar nuestra política de penetración económica en el exterior''.

Los responsables de aplicar los ''mecanismos de desregulación financiera'' para inducir formas crecientes de penetración están plenamente conscientes de que el crecimiento de las importaciones y la discriminación cambiaria contra las exportaciones generan crecientes y eventualmente inmanejables déficit comerciales y de pagos.

Y de esto se trata precisamente. Este es un ''mecanismo financiero'' que cíclicamente desemboca en una incautación del patrimonio nacional público y privado. Dos ejes centrales del mecanismo residen, primero, en la aceptación de las autoridades locales de cambiar papeles de deuda por activos, proeza antinacional de dimensiones históricas de la que Salinas está muy orgulloso y, segundo, la libre salida de capitales con un tipo de cambio previamente anunciado.

Los más agudos analistas de la traumática crisis de 1994 han apuntado que, a mediados de ese año, casi dos tercios del movimiento del mercado de valores públicos y privados correspondían a inversionistas externos, al punto que se estima que cerca de 20 por ciento de los fondos de pensión de Estados Unidos estaban colocados en la Bolsa Mexicana de Valores, situación que, por obra y gracia de este mecanismo, induce la ''transubstanciación'' de la deuda interna en deuda externa -y de pagos. Así el salinato -y luego Zedillo- sacrificó todo para ''rescatar'' la masiva especulación hecha con esos fondos de pensión, condicionante que mucho ayudó a Clinton a lograr su relección, ya que la crisis afectó a cientos de miles de microinversionistas de Estados Unidos que canalizaron sus ahorros por medio de las mutuales.

La causalidad perversa que se genera es parte fundamental en la dinámica en que se desarrolla lo que he llamado La compra-venta de México (Plaza y Janés, 2002) y su extensión hemisférica, basada como está en el traspaso de la propiedad y control de los principales activos y de los sectores estratégicos a favor de las empresas extranjeras, ahora con el agravante de que el micro, pequeño y mediano empresariado nacional es llevado a la quiebra, mientras las empresas de mayor tamaño son paulatinamente sometidas a procesos de ''fusión estratégica'' y quedan como socios menores del capital internacional.

Todo el esquema de incautación de La compra-venta de México se sostiene en el síndrome del barril sin fondo que actúa como la fuerza dinamizadora del proceso de incautación de activos por el masivo desvío del presupuesto nacional hacia el gasto no productivo. El esquema, como bien percibieron los economistas desprendidos de la retórica del globalismo pop, desacelera el crecimiento y genera profundos desequilibrios externos, cuyo cierre demanda profundizar más aún el modelo. Esto, a su vez, agrava los desequilibrios en un movimiento de causalidad perversa en niveles decrecientes de actividad y crecientes de endeudamiento. El modelo resulta así un enorme barril sin fondo que ya ha succionado enormes porciones del patrimonio nacional y, como todas las ''renegociaciones'' que se hacen son planteadas desde la óptica de los intereses de los acreedores, formalizados en las cartas de intención del FMI-Banco Mundial asumidas como propias por los country managers domésticos, su esfera de gravitación, una vez devoradas las joyas nacionales (Pemex-CFE-LFC), se extiende al espacio territorial mismo.

Como ocurrió con los regímenes delamadridista y salinista, el de Zedillo también encontró un alivio temporal a la severa crisis con el paquete de ''rescate'', pero la contratación de créditos permanece impertérrita. Durante el salinato el fenómeno fue observado detenidamente por el economista Bernal Sahagún, quien había advertido que ''la carga externa total desembolsada, al final de 1994 (sería), cerca de 30 por ciento superior a la existente a finales de 1988, con todas las secuelas desequilibradoras que pueden esperarse de tal circunstancia''. Y de manera impecablemente corroborada por los acontecimientos de diciembre de l994, Sahagún volvía a advertir, por enésima vez, que ''en los hechos, en cuanto a las presiones del endeudamiento con el exterior, lo único que cambió fueron los plazos de liquidación y el carácter de los deudores, que se desplaza en parte de las obligaciones gubernamentales al sector privado, que tendrá que hacer fuertes desembolsos en los próximos años, tanto para amortizaciones como (para) intereses y otros pagos''.

jueves, 16 de octubre de 2003

Maximato y globalismo pop

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 16 de Octubre de 2003.

La "hoja de ruta" para inducir la privatización y extranjerización de los activos nacionales -Pemex, Comisión Federal de Electricidad (CFE), Luz y Fuerza del Centro (LFC)- incluye, según Joseph Stiglitz (Memoria, julio de 2002), ex alto funcionario del Banco Mundial, un programa de cuatro pasos: primero la "sobornización" de la dirigencia política doméstica, que ya describí desde estas páginas; sigue luego la desregulación del sector financiero originando así "el ciclo del dinero caliente", todo un "barril sin fondo".

En el caso mexicano, el BM-FMI mediante el binomio Salinas-Gurría promovió dicha "desregulación", que permitió y permite a las grandes firmas extranjeras y a los especuladores nacionales e internacionales sacar del país decenas de miles de millones de dólares en instantes.
Amparados por los bonos Brady, los principales beneficiarios fueron precisamente los más poderosos participantes de esta operación: Salomon Brothers, Meryll Lynch, Citibank, Chase Manhattan y J. P. Morgan, que obtuvieron ganancias fabulosas. En verdad muy poco de ese dinero canalizado hacia los mercados emergentes se ha invertido directamente en plantas y equipo.

Según analistas del Institute for Policy Studies, de Washington, DC, las enormes sumas que abarrotaron el mercado de valores mexicano en esos años, de 10 a 15 mil millones de dólares anuales después de que el país firmó el Plan Brady, produjeron la privatización e internacionalización de la propiedad de empresas ya existentes, pero sólo 5 por ciento fue usado para aumentar la infraestructura local. Esto último es de poco interés para los banqueros, quienes obtienen sus ganancias inyectando grandes sumas de dinero en pequeños mercados, como el mexicano, brasileño, chileno o argentino, elevando así hasta la estratosfera el precio de los valores locales, dedicándose a un lucrativo negocio especulativo. La burbuja revienta inevitablemente y, cuando ello ocurre, se procede inmediatamente a un "rescate" de esos mismos grupos financieros, como el diseñado por Clinton, torpemente aceptado por Zedillo.

Algunos funcionarios, José Angel Gurría entre ellos, parecen haberse dejado envolver por el "globalismo pop", una ideología desgastada, repleta de euforia y determinismos, pero que todavía se utiliza, por ejemplo, en el más reciente seminario del Senado sobre "globalización y desarrollo". Si se trata de un discurso con el que se pretende obnubilar a la opinión pública, también impacta a la quintacolumna neoliberal. Gurría se ufanaba de que "...la culminación exitosa de la ronda Uruguay del GATT y la firma de acuerdos comerciales de México con varios países del mundo, en particular el TLC, ... ofrecerán a nuestro país un entorno favorable que debe aprovechar para sustentar el crecimiento futuro en el comercio y la inversión, alejando con ello la amenaza de otra crisis de sobrendeudamiento" (sic).

Exactamente dos semanas después de hecho un diagnóstico, bajo la retórica del "globalismo pop", que no pudo resultar más fallido, estalló la macrocrisis de 1994. Corresponde propiamente a la sociología del conocimiento tratar de explicar la notable incompetencia del diagnóstico de Gurría. Pero, en vista de que posteriormente al estallido de la macrocrisis voceros del FMI señalaron que esa institución había advertido oportunamente al gabinete económico de Salinas sobre los peligros inherentes a la masiva inversión especulativa y de corto plazo en que se sustentó la política económica, quizá sea el sicoanálisis la disciplina que más efectivamente explique estas "fallas de comunicación".

Estos son algunos de los mecanismos de una abstracta y misteriosa "globalización", que corre de artículo en artículo y de voz en voz por los pasillos gubernamentales, senatoriales, periodísticos, radiales y académicos. En cada uno de estos "pasos" o "ciclos neoliberales" se profundiza más el desempleo y el despojo de las grandes empresas mexicanas. Como se comprobó con las iniciativas enviadas por Zedillo para modificar la Constitución a efecto de colocar en el piso de remates a Ferrocarriles Nacionales de México, la CFE, la LFC y Pemex. El pobre sólo pudo entregar, entre otros bienes, los ferrocarriles. Ahora, bajo la misma "hoja de ruta" del maximato, Fox se esfuerza por entregar y extranjerizar lo que falta. Con ello también se "extranjeriza" nada menos que la matriz territorial de la nación.

Existen dos elementos básicos del esquema de incautación, rescatados en un importante análisis que ofreció, en su oportunidad, Carlos Vilas: "1) un atraso del tipo de cambio respecto del índice de precios y anclaje a través de una banda de flotación que se actualiza periódicamente y que anuncia el ritmo futuro del deslice; y 2) una fuerte dependencia de financiamientos externos de corto plazo". El atraso del tipo de cambio genera divisas baratas para pagar la deuda externa, lo que, junto con la amplia eliminación de restricciones a las importaciones, permite controlar la inflación interna con un nivel de precios a la baja sin recurrir a mecanismos extraeconómicos.

jueves, 2 de octubre de 2003

El maximato: modus operandi

John Saxe-Fernández
la Jornada.
México 2 de octubre de 2003.

El recrudecimiento de la ofensiva imperial-oligárquica contra el patrimonio petrolero, gasero y eléctrico del país tiene como actores centrales del drama: 1) al pueblo mexicano contra cuyos intereses públicos nacionales se atenta; 2) las grandes empresas petroleras y eléctricas internacionales; 3) los instrumentos de Estado mexicanos, hegemonizados por lo que algunos en ciencias sociales identifican como una voraz y depredadora "burguesía compradora", y otros como "neoligarquía"; y 4) los instrumentos del Estado imperial, y aquí colocaríamos, en primer lugar, a los componentes centrales del maximato: el llamado grupo del BM-FMI, el Tesoro de Estados Unidos -principal accionista con 51 por ciento del BM- y, desde luego, a los otros puntales de la proyección de poder de la presidencia imperial de Estados Unidos de corte militar, policiaco y de inteligencia, y a sus assets (activos) locales: la "quinta columna neoliberal".

Conviene tener presente que los procesos de privatización de facto, impulsados por el BM-FMI desde la Presidencia y las respectivas secretarías de Estado, son concebidos de manera "integral" como resultado de lo que el Departamento de Energía estadunidense plantea como creciente convergencia "de las actividades relacionadas con el petróleo y con la generación eléctrica". El maximato se interesa en el complejo petroeléctrico mexicano por el hecho de que se ha comprobado que la tasa de ganancias generada por la interconexión entre las compañías petroleras, particularmente aquéllas con activos importantes en la producción o distribución de gas natural, y las de generación eléctrica, son entre 50 a 75 por ciento superiores a las que sólo se dedican a una de estas actividades. La interrelación del negocio gasero con el eléctrico ofrece mayores márgenes de ganancia; de aquí que esa convergencia genere furor, entusiasmo e ímpetu privatizador en el alto empresariado, la cúpula del BM y en la de sus country managers: los presidentes mexicanos de turno, Salinas, Zedillo y ahora Fox, los secretarios de Estado involucrados, así como encargados de las direcciones respectivas.

Conviene no sicologizar el fenómeno. La motivación detrás de lo que algunos perciben como "la terquedad " de Fox por lanzar al piso de remates de Wall Street a Pemex, a la Comisión Federal de Electrcidad y a Luz y Fuerza del Centro tiene dos ejes: primero, los ya mencionados mayores márgenes de ganancia, y segundo, la implementación de un programa de cuatro etapas dedicado a inducir en la cúpula política local la adopción y actuación dinámica en favor del esquema privatizador. Según detalla el periodista Gregg Palast en una entrevista con Joseph Stiglitz -quien fuera presidente del BM, jefe del Consejo Presidencial de Consultores Económicos en el gabinete de Clinton y premio Nobel de Economía (Memoria, junio de 2002)-: el paso uno "...puede llamarse con más precisión la "sobornización".

Stiglitz detalla cómo el BM logra la adhesión de presidentes y ministros para que en lugar de oponerse a la venta de las grandes y estratégicas empresas nacionales, en gas, electricidad, petróleo, puertos o ferrocarriles, se inclinen a liquidarlas "alegremente'', usando como excusa "las exigencias del FMI". Y agrega significativamente: "...podías ver cómo se les abrían los ojos ante la posibilidad de una comisión de 10 por ciento, pagada en cuentas suizas, por el simple hecho de haber bajado unos cuantos miles de millones del precio de venta de los bienes nacionales" (p.15). Tal parece ser uno de los pilares del "quintacolumnismo neoliberal".

El economista ilustra también cómo las autoridades gubernamentales de Estados Unidos estaban al tanto de estos tejes y manejes. Tal es el caso de la "sobornización" del programa privatizador ruso, considerado, sólo después de la venta de garage salinista valorada entre 23 y 26 mil millones de dólares, como la mayor venta por liquidación de empresas nacionales.

El segundo paso, aplicado en México durante el salinato, es la "desregulación" del sector financiero, esencial en el proceso privatizador. Es lo que Stiglitz llama "el ciclo del dinero caliente". La "vulnerabilización" de la economía nacional es uno de sus principales objetivos. Recuerde el lector que Salinas y Gurría promovieron la "desregulación" auspiciada por el FMI-BM que permitió y permite a empresas extranjeras y a especuladores nacionales e internacionales repatriar dólares como nunca antes. Esa desregulación, uno de los fundamentos del Plan Brady, facilitó al gran capital financiero de Wall Street lograr a costa del "mercado emergente mexicano" astronómicas ganancias. La enorme especulación que devastó a México tiene como pilar central precisamente los acuerdos Brady, ensalzados por Gurría et. al, ya que fue un mecanismo diseñado para favorecer a los altos círculos de la finanza, pues por su medio se transformaron decenas de miles de millones de dólares de sospechosos bonos de la deuda en valores comerciales respetables, amparados por notas del Tesoro estadunidense a 30 años.