jueves, 26 de septiembre de 2019

¿Cómo se atreven?
E
se ¿cómo se atreven?, de Greta Thunberg a los jefes de Estado presentes y ausentes en la ONU, fue rayo, trueno y rugido de una muy joven y profunda mujer. Con ella, la voz de las generaciones que reclaman su derecho a la vida. El de todas las especies, en estos solemnes momentos de una humanidad también en vía de extinción masiva y acelerada. No es tarde para apretar los frenos de esta poderosa maquinaria en ruta al abismo. Ese reclamo ante la pasividad o sujeción gubernamental a los combustibles fósiles fue y es rayo y trueno por la vida planetaria ante la catástrofe climática del omnicidio capitalista. El acontecimiento dio la vuelta al mundo y su significado es profundo. Este es tiempo de alto riesgo existencial, como advierte en su Última batalla Guillermo Almeyra, compañero siempre contra la guerra nuclear y el desastre climático.
Greta y también Guillermo, junto a millones de niños, niñas, jóvenes y adultos, exigieron desde La Jornada un futuro no catastrófico. Lo que se escuchó en la ONU fue expresión con indignación y fuerza suficientes para mutar en grito de amor por la vida, hoy bajo un pulso tanático de aniquilación biológica del capital fósil, en que el pasmo político es menos por traición y más por falta de datos o –como con los Trump, Bolsonaros o Macrones de hoy, que critican a Thunberg por radical– sólo por penosa ignorancia, agudo déficit ético-político, falta de empatía transgeneracional y de imprudencia criminal ante una emergencia climática cuya salida fue bien calibrada por la American Association for the Advancement of Science (AAAS).
El reclamo diplomático de António Guterres por la falta de acción efectiva después de París 2015 debe incluir a la banca mundial y realizar un freno y cese drástico de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), vía la formalización de tratados vinculantes, rechazados por quienes abastecen a los mil 500 millones de motores de combustión interna que incendian al planeta a diario. Ellos, con ojos y oídos dentro de la ONU, tergiversan o redactan documentos que borran el freno y cese de emisiones de GEI donde está el gran negocio de sus jefes. Hoy, por vez primera, surge el rechazo a megasubsidios a los fósiles de 5 billones ( trillions) de dólares según documento del FMI. Después de París 2015 siguió un burlón financiamiento durante los tres años siguientes por poco más de 600 mil millones de dólares anuales para un total de 1.9 billones a proyectos fósiles extremos: arenas bituminosas, fracking, perforación en el Ártico y aguas profundas.
De ahí la indignación y la movilización ciudadana encabezada por la niñez y la juventud de Thunberg. Desde epicentros de la ciencia se advirtió que (textual): enfrentamos riesgos de cambios climáticos abruptos, impredecibles y potencialmente irreversibles, Así advirtió la AAAS que agregó, puntual: “entre más rápido se realice un esfuerzo común para detener el uso de los combustibles fósiles como nuestra fuente energética primaria, que lanza el dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera, más bajos serán los riesgos y los costos. Esos riesgos aumentarán con el paso del tiempo, a menos que se tomen medidas para detener las emisiones”, incluyendo al metano que captura mucho más calor que el CO₂ y al óxido nitroso que captura 297 veces más calor que el CO₂.
Las amenazas existenciales fomentan la cercanía entre la generación de Guillermo, a sus 91 años, y la de Greta, quien desde niña da la pelea contra el deterioro climático. Ambos seres se unen en lo que Günther Anders (revista Artefacto 5, 2004) llamó La Liga de las Generaciones. Acciones realizadas hoy en día, sean de corte bélico en Oriente Medio, que pueden intensificarse a nivel nuclear global, o la inacción en torno a la regulación y cese de las emisiones de GEI a un nivel que en menos de 12 años puede conducir a la irreversibilidad de la catástrofe climática, afectan el futuro. Los impactos fueron analizados por Anders ya que, dice el filósofo, “afectan a las generaciones futuras tan perniciosamente como a las presentes, el futuro está dentro del campo de nuestro presente. El futuro ya comenzó, puesto que el trueno del mañana proviene del relámpago de hoy. La distinción entre las generaciones actuales y las del mañana ya no tiene más sentido, y aún podemos hablar de una Liga de las Generaciones a la cual nuestros nietos pertenecen tan automáticamente como nosotros mismos. Ellos son nuestros vecinos en el tiempo. Al prenderle fuego a nuestra casa, no podemos evitar que las llamas salten hasta las ciudades del futuro, y las casas todavía no construidas de las generaciones todavía no nacidas se convertirán en cenizas junto con nuestros hogares. Aun nuestros ancestros son miembros de derecho de esta liga: porque, si morimos, haremos que ellos también mueran, una segunda vez, por así decir, y después de esta segunda muerte todo sería como si ellos nunca hubieran existido. ( Ibidem)
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jueves, 12 de septiembre de 2019

Stedile, Amazonia y UNAM
J
oao Pedro Stedile, del liderato de la coordinación nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), de la Vía Campesina Brasil y de la articulación de movimientos populares hacia una asamblea internacional de fuerzas populares, no pudo viajar a México, pero envió en un video un agradecimiento por el Reconocimiento Maestro José Luis Ceceña Gámez, que le otorgó el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Por la calidad humana y sensibilidad política de Stedile, la distinción cobra un significado profundo en momentos en que los ejes fundamentales de la ciencia de Brasil y el mundo registran que en los pocos meses de Jair Bolsonaro en la presidencia, son alarmantes las alzas en la cantidad de incendios y de deforestación que están impactando la Amazonia brasileña, lanzando al planeta a una todavía mayor aceleración del colapso bioclimático capitalogénico.
Escribí capitalogénico porque, como muestran Elmar Altvater, Jorge Beinstein y Jason W. Moore, esa noción da cuenta de lo que protagoniza el capital en su etapa monopolista/financiera de alta militarización, lanzándose sobre los ecosistemas del mundo, hasta su extinción. El capital, dice Stedile, “tiene su plan y su lógica que opera... aparte de las instituciones públicas o democráticas… ellos tratan de apoderarse privadamente de todos los recursos de la naturaleza como el petróleo, el agua, los minerales, las forestas, la biodiversidad, porque saben que transformar los recursos de la naturaleza en mercancías es la oportunidad de sacar una renta extraordinaria, fantástica. En Brasil la Nestlé saca una ganancia de 700 por ciento en la mercantilización de lácteos”.
La expresión brutal de la aniquilación biológica contra la naturaleza (https://www.pnas.org/content/114/30/E6089] en pos de la ganancia es descrita por Stedile en referencia a lo que está ocurriendo no solo en la Amazonia, también “…en otras regiones de forestas o de frontera agrícola, Indonesia, Congo etcétera. Por ese afán que no tiene límites, de apoderarse de los recursos naturales, el capital avanza sobre la frontera agrícola dominada por las forestas, mata la foresta, extrae la madera y trata de apoderarse del agua y de la biodiversidad al imponer el modelo de agronegocio a través de la explotación de soya… El fuego que consume nuestra Amazonia resulta de esa ganancia del capital”. En efecto, el equipo científico del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil calcula que agosto de este 2019, faltando septiembre y octubre, cuando se acentúan los fuegos, los satélites detectan ¡un aumento de 35 por ciento en el número de incendios en la Amazonia frente al promedio que se registró en los pasados ocho años!, (citado por K.K. Rebecca Lai, et alNYT/23/8/19).
¿Qué hacer ante esta devastación biológica si no la movilización para la resistencia? La aclaración y el llamado de Stedile en su mensaje revela por qué es interlocutor nuestroamericano de primera línea: aunque este diploma lleve mi nombre, dijo al Instituto de Investigaciones Económicas, no es individual, sino que es también homenaje a todos los luchadores y luchadoras de nuestro continente que desarrollan esa militancia social mezclando y difundiendo el conocimiento científico de la lucha social de nuestros pueblos. ¿Cuál conocimiento científico? Aquel que muestra el orden de magnitud del atroz uso de instrumentos del Estado brasileño impulsando la deforestación y alentando la sabanización amazónica vía cultivos de soya, desde una empequeñecida, pero muy riesgosa actuación bolsonaria carente de percepción del alcance planetario que acarrea la agricultura industrial capitalista (AIC) que por siglos cerca, privatiza, explota y contamina hasta su aniquilación, forestas de campesinos e indígenas biodiversos.
Es también la ciencia que apoya a Gloria Martínez analista, en un sustantivo artículo que moviliza conciencias sobre La urgencia climática de un nuevo sistema agroalimentario (SABC, enero 2012, N.8). La AIC aniquila ecosistemas: usa fertilizantes químicos (con óxido nitroso que captura 298 veces más calor que el CO2, usa “maquinaria pesada que funciona con gasolina y en operaciones industriales de crianza animal altamente concentradas que bombean a la atmósfera deshechos de metano. Tampoco se toman en cuenta… los cambios en el uso del suelo y la deforestación, que son responsables de una quinta parte de las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI). Entre 15 y 18 por ciento de las emisiones globales de GEI son producidas por el cambio en el uso del suelo y la deforestación ocasionada por la agricultura”. Añádase entre 15 y 20 por ciento de las emisiones globales por el transporte, procesamiento, empacado y venta de los alimentos y entre 2 y 4 por ciento de las emisiones por la putrefacción de los alimentos que tiramos.( Ibidem) Sus datos indican que del sistema alimentario global emana la mitad de los GEI causantes del colapso bioclimático capitalogénico en curso.
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