jueves, 26 de julio de 2018

Horizontes y retos (I)
John Saxe-Fernández, La Jornada del Jueves 19 de Julio de 2018
L
os seis sexenios del neoliberalismo, en especial durante el periodo prianista(de Fox a la fecha) dejan una herencia atroz que no puede estar ausente en las evaluaciones históricas en estos días de civilidad e inteligencia de Estado hacia la potencia norteña (Estados Unidos), perceptible en la reunión sostenida por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su equipo de relaciones exteriores con una delegación de alto nivel encabezada por el secretario de Estado estadunidense, Mike Pompeo.
La deferencia de Estados Unidos se relaciona con asuntos e intereses de seguridad, geoestratégicos, migratorios, de servicio de la deuda externa y comerciales. De manera destacada está presente en el liderato estadunidense el huracán electoral que respaldó a AMLO y el posicionamiento de Morena en el Poder Legislativo y en todos los niveles de los puestos públicos en disputa en los comicios de 2018, desde lo federal, estatal a lo municipal, incluidas gubernaturas y el Gobierno de la Ciudad de México.
AMLO presentó a Marcelo Ebrard como su canciller y abrió la reunión con cordialidad y amistad. En esa ocasión, el secretario Pompeo se hizo acompañar por Steve Mnuchin, milmillonario al mando de fondos favorecidos por la crisis hipotecaria (2008) y sus desalojos. Es el actual titular del Departamento del Tesoro, el cual es dueño de 51 por ciento del Banco Mundial que opera, junto al FMI y el BID, como parte y parcela de la diplomacia de Estados Unidos, aunque se les califique de instituciones financieras internacionales.
También presentes: Jared Kushner, asesor de la Casa Blanca y yerno de Donald Trump, y Kirstein Nielsen, secretaria del Departamento de Homeland Security, que traduzco tal cual: Seguridad del Suelo Patrio. En estos tiempos de territorialización de la inversión extranjera directa el asunto merece atención y cuidado, como se ejemplifica en el reportaje de Alfredo Valadez R. sobre la minera canadiense First Majestic, que pretende ocupar 72 por ciento del territorio de Chalchihuites (La Jornada 4/7/18), y en una dimensión todavía mayor se coloca la incorporación del territorio de México y de Canadá en el perímetro de seguridad del Comando Norte estadunidense. Su contraparte, el Comando Sur, opera en el Caribe y desde la frontera de México con Guatemala hasta el Cabo de Hornos. Con Temer realiza operativos para la explotación de la Amazonía.
Respetados defensores de migrantes, como Alejandro Solalinde, deben tener presente que la Iniciativa Mérida es un arreglo de facto en materia de seguridad (bajo bandera antinarco) acordado por Felipe Calderón y George Bush hijo, usando partidas destinadas a Irak. Ese diseño, militarizado, siguió con Enrique Peña Nieto. No se rige bajo las leyes de tratados ni por el Derecho Internacional ni las convenciones de Ginebra o la de Palermo contra el crimen transnacional. Sus fondos los autoriza el legislativo estadunidense. Ni senadores o diputados de acá lo autorizan o evalúan. Opera en territorio nacional, pese a que Santiago Roel, de Semáforo Ciudadano, dato en mano advierte que desde que entra el Plan Mérida se incrementa el crimen, la extorsión o los homicidios. Este año, agregó, 73 por ciento de los asesinatos son ejecuciones del crimen organizado. Enfrentar esta herencia, compleja y despiadada, es gran reto para el pueblo y su nuevo gobierno.
El caudal de movilización electoral y social de los más de 30 millones de votos que obtuvo AMLO es de magnitud histórica, no sólo doméstica. Si se revisan los parámetros demográficos de Estados Unidos, de magnitud semejante a los del México de hoy, y guardadas las diferencias histórico/económicas, la votación de AMLO es equiparable y aun supera a la avalancha (landslide) de 26 millones de votos que llevó a Franklin D. Roosevelt a la presidencia en 1933 cuando la población estadunidense rondaba los 126 millones, cifra cercana a la actual población mexicana. En EU había exclusión social, desempleo, hambre, desesperación y pobreza. La ruina que dejó la Gran Depresión.
Aquí hace 36 años padecemos una política económica de aún mayor devastación y costo social. Una debacle humanitaria equiparable a una guerra civil prolongada: el neoliberalismo, término que mal esconde una cruenta guerra de clase oligárquica, sostenida y atada a las condiciones macro y por rama de las líneas de crédito manejadas por el aparato financiero que debilitan a la economía popular, al aparato productivo, el empleo y al mercado interno. En paralelo al desgarre del tejido social, manifiesto en niveles descomunales en intensidad y extensión territorial de la violencia, documentos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) indican un drástico endeudamiento externo desde 2007 a la fecha. El 2 de febrero 2 La Jornada informó de un aumento de 58 por ciento de la deuda externa. Sólo por concepto de amortizaciones de ese empréstito del sector público es de al menos 76 mil 456.8 millones de dólares, según informes de la SHCP.
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jueves, 5 de julio de 2018

Trump, AMLO y el mandato popular
 
John Saxe-Fernández, La Jornada a Jueves 5 de Julio de 2018.
 
El combate a la pobreza, la de-sigualdad, la corrupción, la impunidad y la violencia, como eje de la campaña electoral 2018 de las candidaturas de Andrés Manuel López Obrador y Morena a todo nivel, jugó y jugará en todo momento, ahora y en el futuro, un papel central en la permanencia y consistencia del apoyo popular, bien detectado por las encuestadoras, un verdadero huracán electoral, que sustentó la victoria de AMLO en pos de la Presidencia, de gubernaturas, diputaciones y senadurías bajo las promesas de no les voy a fallar y no traicionaré al pueblo. Desde la empatía que viene con los años, el mandatario electo dice que la suya es una disposición sólida y serena ante el pueblo, el mundo y ante sí mismo. Es un mandato Ayotzinapa, que tiene como fuerza motora detener la masacre en curso entre mexicanos, tratándose de un reto trascendental y complejo ante el que se buscará todo apoyo, desde lo doméstico hasta la ONU y el papa Francisco, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Penal Internacional. Pero sin abandono del neoliberalismo por 36 años vigente bajo el FMI, sería difícil ir a la raíz.
Esta vital iniciativa tiene imbricación con un diseño de política exterior centrado en los principios normativos de política exterior del artículo 89 constitucional, del que AMLO citó en las plazas públicas: 1) la autodeterminación de los pueblos; 2) la no intervención y 3) la solución pacífica de controversias. Evidenció así su endoso a un mandato constitucional que incluye la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; y la lucha por la paz y seguridad internacionales (DOF 11/mayo 1988).
Alrededor de estos principios de larga data, se articula una política exterior esencial en estos años del siglo XXI repletos de retos existenciales, por la desastrosa convergencia entre el colapso climático antropogénico en curso con una guerra nuclear. De esos riesgos tratan los principios de política exterior como lo argumentó y llevó a la práctica Alfonso García Robles, el premio Nobel de la Paz (1982) otorgado junto a Alva R. Myrdal, por la promoción de la no proliferación nuclear en el Tratado de Tlatelolco (1967), el cual, ante la inminencia de una guerra nuclear, como la Crisis de los cohetes de octubre de 1962, formalizó la desnuclearización del territorio de América Latina y el Caribe. Hoy, ante un deterioro estratégico aún mayor, Estados Unidos y Rusia, que manejan 95 por ciento del arsenal atómico, mientras no acuerden la desnuclearización de su armamento, enfrentarán, junto al resto de las naciones del orbe, alto riesgo de destrucción mutua, asegurada y, entiéndase bien, terminal, dada la acentuada aniquilación biológica en curso, aún sin otra guerra mundial (PNAS, 10 de julio de 2017). El espíritu del Tratado de Tlatelolco debe estar en la agenda Trump/Putin a celebrarse en Helsinki, Finlandia, el 16 de julio. Urge un entente nuclear cordiale.
El tercer principio de política exterior en la agenda de AMLO no es asunto menor. México va por la paz y la civilidad estratégica, no por el belicismo que bombardea pueblos. Datos oficiales recabados por el senador republicano Rand Paul muestran que la dupla George W. Bush/Tony Blair lanzó 70 mil bombas contra cinco países con los que Estados Unidos no está en guerra, aunque desde el 11/S se declaró en guerra antiterrorista. Durante esos ocho años lanzó un promedio diario de 24 bombas, es decir, 8 mil 750 al año. Durante los años de Obama/OTAN la cifra aumentó a un promedio de 34 bombas diarias, 12 mil 500 anualmente (100 mil en ocho años), lanzadas contra siete países. En el primer año de Trump el promedio de bombas pasó a 121 diarias (una cada 12 minutos) con un total anual de 44 mil 96. Acierta el comediante Lee Camp cuando dice que vivimos en un estado de guerra perpetua sin darnos cuenta.
Según datos de Whitney Webb, de Mint Press News, con Trump la tasa de muertos por ataques con drones es 80 veces mayor que bajo Bush: “…más de 80 por ciento de las bajas civiles (niños, mujeres, hombres) nunca se identifican”. Ni ellos saben a quién están matando. Evitan registrar los muertos civiles en la zona de guerra clasificándolos de enemigos combatientes. (¿A quién bombardeará Colombia desde la OTAN?)
Coda. Si en lo doméstico es vital que la transición arranque sin sobresaltos y libre de designios transexenales como someterse innecesaria y prematuramente al mandato ominoso del FMI-BM-BID, en lo externo los principios de política exterior abrazados por AMLO ante el electorado que lo llevó a la Presidencia serán el único cauce a seguir, en un mundo de banca, moneda y finanza multilateralizante. Como dijo el virtual presidente electo a los simpatizantes que lo rodean a cada paso por la capital, la transición y el gobierno se harán de manera ordenada y tersa. Lo podrá hacer así bajo el mandato popular.

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