viernes, 22 de julio de 2016

OTAN: gatillera de guerra nuclear
John Saxe-Fernández, La Jornada a Jueves 22 de Julio de 2016.

Hoy hemos decidido declarar la capacidad operativa inicial (COI) del sistema de misiles de defensa (SMD) de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Así lo anunció Jens Stoltenberg, secretario general, en la cumbre de esa alianza militar, con el aplauso de Obama, Merkel, Cameron, Hollande y suspicacias a granel de dentro y fuera. La OTAN todavía hoy opera con Estados Unidos a cargo, ya que éste sufraga casi tres cuartas partes de su presupuesto anual. Se trata además de una COI que sigue sujeta a la dinámica de guerra general nuclear que enfrentarían a Estados Unidos y Rusia en una eventualidad catastrófica. En realidad Stoltenberg se refirió al Sistema Nacional Antibalístico de Estados Unidos (SNA) que esa potencia instala en Europa, parte de toda la infraestructura nuclear y balística bajo su comando, control y operación, con decenas de miles de millones de dólares invertidos, en su mayoría a favor de grandes firmas aerospaciales estadunidenses, que aplaudieron la abrogación del Tratado Antibalístico, ABM, obstáculo a la desestabilización nuclear y a fabulosos negocios.
El SMD es careta de una OTAN en papel de conspicua gatillera de guerra nuclear, que asume como suya, sin consulta ciudadana, la agresividad estratégica de Estados Unidos, que conduce a la instalación de respuestas automáticas ante un SNA a pocos minutos de las plataformas rusas de lanzamiento terrestre. ¿Puede alguien imaginar el belicismo estadunidense ante un hipotético sistena antibalistico ruso en las narices del Pentágono? Ya se vivió algo así en 1962, al borde de una guerra nuclear. Ahora sería como que Rusia colocara parte integral de su sistema antibalístico en Chihuahua y Alberta para proteger a Estados Unidos de algún Estado canalla y luego usara una coalición latinoamericana, pagada por Rusia y con Estados Unidos como principal amenaza, para el manejo conjunto de un sistema antibalístico regional. Ante tal eventualidad, algún líder sensato de Estados Unidos clamaría, con razón, que “eso que Rusia pone en funcionamiento en Chihuahua y Alberta es automáticamente parte de toda la infraestructura nuclear rusa… parte integral de la capacidad nuclear de Rusia”. Esa fue la razón esgrimida por Vladimir Putin al plantear la médula de la iniciativa del gobierno de Bush para instalar sistemas antibalísticos, interceptores y radares en las proximidades de Rusia (ver Acoso estratégicoLa Jornada, 16/12/07).
Ese despliegue hecho por Bush persiste con Obama y ahora el riesgo de guerra es tan alto –o mayor– que en 1962, ya que el empuje de la OTAN hacia el este, en violación de acuerdos con Gorbachov, trasladó el epicentro de la guerra fría de Berlín a Ucrania, luego del golpe de estado de febrero, 2014, articulado por Estados Unidos para instalar un régimen anti-ruso que reprime con bandas neo-nazis a la población ruso-parlante.
Moscú percibe el SNA como lo que es: una amenaza directa. En palabras de la cancillería rusa: Todavía percibimos las acciones destructivas de Estados Unidos y sus aliados en el área antibalística, como una amenaza directa a la seguridad global y regional (NYT, 12/3/16).
Tratar de neutralizar la capacidad rusa de segunda respuesta, desde plataformas de lanzamiento en Rumanía o Polonia es correr riesgos catastróficos. La puesta en escena de la OTAN en papel de gatillera nuclear se anunció en momentos en que Ashton Carter, secretario de defensa estadunidense, colocó a Moscú por encima del Estado Islámico como principal amenaza a la seguridad su país, mientras la OTAN realizaba provocaciones bélicas en la frontera de Rusia.
Fue pocos días antes de la cumbre de la OTAN y de una histeria belicista sobre la agresión rusa en Ucrania y su expansión hacia los países bálticos y Polonia, azuzada por radio, prensa y TV, que altos cargos alemanes llamaron a la cordura pronunciándose contra posturas belicistas de alto riesgo. El general Petr Pavel, presidente del Comité Militar de la OTAN, dijo que el despliegue de batallones que estaría realizando la alianza en esos países, no era un acto militar, sino político. Aclaró que no es la intención de la OTAN crear una barrera militar contra una agresión rusa a gran escala, porque tal agresión no está en la agenda ni existen evidencias de los servicios de inteligencia que sugieran tal cosa.
Lo que no amainó fue el escepticismo sobre el manejo conjunto, dada la integración operativa del SMD a la estructura y dinámica del SNA. Oficiales franceses escépticos de la COI advirtieron que su oposición al SMD no tiene nada que ver con la oposición de Rusia y las medidas defensivas que le acompañan, sino con dudas de que el SMD esté realmente “bajo control de la alianza… y no bajo control de EU” (WSJ,18/5/16). Pero, yendo un poco más a fondo, ¿no es ese SMB y la fabricación de un enemigo, intentos para dar vigencia a la OTAN, plagada de anacronismos y de una riesgosa colonialidad estratégica, cuando la seguridad europea debe estar en manos europeas? Es hora de preguntar, con Stephen Kinzer (ICH,9/7/16), ¿Es la OTAN necesaria?

jueves, 7 de julio de 2016


Geoeconomía y geopolítica del Brexit
John Saxe-Fernández, La Jornada a Jueves 7 de Julio de 2016.
L
a crisis de sobreacumulación del capitalismo monopólico, su financiarización, estancamiento secular y la multipolarización del aparato productivo mundial (proliferación de empresas y bancos), es el contexto necesario al análisis de la geoeconomía y geopolítica del Brexit: un acontecimiento mundial cuya etiología se vincula a la crisis hegemónica de Estados Unidos, al ascenso de China y a la acumulación de fuerzas sociales impactadas por las guerras de agresión imperialista y la guerra global de clase desplegada bajo la rúbrica delneoliberalismo, ofensiva corporativa desatada por Estados Unidos desde el TLCAN hacia el Transpacífico y elTransatlántico, para afrontar una crisis estructural que se acentúa desde mediados de los años 60 y 70 del siglo XX. Acompañada de guerras de agresión, la neoliberalización ahora afronta respuestas de clase, género y etnia, de campesinos, indígenas, maestros, trabajadores, sectores medios, y no sólo en las calles de la periferia.
Para europeos y asiáticos elreforzamiento de la hegemonía de Estados Unidos y sus monopolios a través de dos versiones del diseño colonial formalizado en un TLCANen esteroides, resulta más que un anacronismo, una amenaza a sus propios intereses tanto como el ALCA lo fue en 2005, máxime en un contexto geoeconómico y geopolítico de creciente multipolarización. Para Thierry Meyssan, por ejemplo, elBrexit es, en el contexto geopolítico mundial, “una adaptación pragmática (del Partido Conservador del Reino Unido –RU–) a los cambios en el mundo… la respuesta a la declinación de Estados Unidos… Ingresamos a una nueva era” (voltairenet.org 28/6/16). Su percepción goza del sustento histórico –que desmitifica la relación especialEU-RU y del registro de procesos vitales en curso: “justo como Margaret Thatcher nunca dudó un segundo en destruir la industria británica para transformar su país en un centro financiero, de igual manera los Conservadores no dudan en… sacrificar el petróleo del Mar del Norte a cambio de transformar la City en primordial centro financiero para el yuan” (ibid). Abrir las puertas para la independencia de Escocia e Irlanda del Norte ocurre en momentos en que la producción de los pozos del mar del Norte (petróleo de tipo Brent) está a punto de acabarse: los yacimientos están secos, y lo que se sigue llamando Brent tiene un contenido cambiante. (El Economista, 20/3/15). Explorar la riqueza potencial de la zona requiere de alto respaldo financiero que pocos pueden ofrecer.
La votación del Brexit coincidió con un vasto operativo militar de la OTAN contra Rusia, en medio de una histeria guerrerista que valió fuerte crítica de Frank Steinmeier, el ministro social-demócrata de Exteriores alemán, a quien cité aquí (La Jornada 23/6/16/ p. 31) a favor de evitar belicismos sonando las botas en la frontera rusa. El NYT, sumiso al riesgoso planteo de Estados Unidos y en abandono del periodismo profesional, no dijo ni pío sobre los dichos de Steinmeier limitándose a publicar (como si tuviese censores vigilantes en su sala editorial) el rechazo a esa crítica hilvanado no por el Departamento de Estado, sino por el Pentágono: Altos mandos oficiales de la Marina dicen que los ejercicios en Europa no son el tronar de los sables (NYT, 28/6/16). Así entonces ¿por qué inducir conflictos o peor, asumir riesgos de guerra catastrófica entre la OTAN y Rusia, en territorio europeo?
E. Wallerstein, escéptico de un inminente colapso de la Unión Europea (UE) por el Brexit, recuerda que la UEdesde su inicio ha jugado un papel geopolítico importante y que Estados Unidos públicamente ha estado apoyando su surgimiento y expansión, pero en realidad tratando de socavarla. Estados Unidos ha percibido a la UE como un verdadero peligro geopolítico. Y desde tiempos de la Comunidad Económica Europea también de riesgo geoeconómico. A los círculos cercanos a Eisenhower y a su vice-presidente Nixon (1953-1961) les inquietaba mucho la vigorosa recuperación europea, que había experimentado un crecimiento económico más rápido que el de Estados Unidos. Temían que esa recuperación se acelerara. Para ellos el desempleo en Estados Unidos tenía su origen ahí, dando inicio a lo que, según J. Garten, ha sido una paz fría de Estados Unidos frente a un bloque liderado por Alemania que cuestiona su predominio en la política mundial por su potencial industrial y científico.
Esto se da en medio de guerras de agresión: James Petras no olvida que las guerras imperialistas de Estados Unidos son causa mayor del terrorismo global y de la desintegración de la UE(L)os orígenes se encuentran en las guerras de Estados Unidos bajo Bush, después Obama y con Inglaterra bajo Tony Blair. Es un turbio recetario que incluye: 1) tropa, bombardeos y gran destrucción de países enteros, expulsando a millones de civiles de Irak, Libia, Yemen a la UE y 2) la creciente debilidad delveto de Estados Unidos a relaciones normales entre la UE y Rusia. El Brexitdeja a Londres en la OTAN, sí, pero fuera de la UE y como socio de un yuan euroasiático.