viernes, 31 de diciembre de 2010

Segunda década: La Agenda
John Saxe-Fernández, la jornada, jueves 30 de Diciembre de 2010.

En pocas horas empieza la segunda década del siglo XXI, cuando se asentarán perfiles básicos sobre si es posible una transición, no-terminal, de una civilización dependiente de los combustibles fósiles, a otra centrada en fuentes renovables de energía, en el ahorro, eficiencia y acceso global y equitativo a su uso.

Aunque en esta era de la cohetería balística intercontinental y del armamento termonuclear el reto es lograr esa transformación sin una tercera guerra mundial (TGM) y sin que se produzca un devastador deterioro climático-biológico irreversible, la experiencia histórica indica que la racionalidad requerida para ello se ha visto mediatizada por lo que C. Wright Mills llamó la irresponsabilidad organizada, en pos de ganancias por la vía de la especulación financiera, las soluciones expeditas del intervencionismo, las guerras y la diplomacia de fuerza.

Recuérdese que las cúpulas de la industria eléctrica, del gas, petróleo, carbón, automotriz y el sistema bancario/financiero tienen gran peso en la gestión doméstica y externa de las naciones industrializadas, lideradas por Estados Unidos en dependencia, consumo y derroche energético.

La hegemonía sobre los instrumentos de Estado por parte de esos consorcios, si bien no es total o definitiva, obstaculiza la fluidez para adoptar medidas efectivas ante el acelerado deterioro ambiental por la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), al tiempo que auspicia la vía militar por el control de los cada vez más escasos campos gigantes de petróleo convencional, desatando catástrofes humanas en Irak y Afganistán; aumentando la tensión y el conflicto en el mundo y en Oriente Medio, sede de la mayor reserva petrolera mundial y, como ilustran los documentos de Wikileaks, gestando el caos a diestra y siniestra al militarizar, mercenarizar y degradar el derecho internacional y las relaciones interestatales.

Se propician así los vínculos entre las guerras de conquista, la intervención/ocupación militar y los precipitantes de una TGM: los hombres del petróleo no quieren la guerra, apuntó certero C. Wright Mills en Las causas de la tercera guerra mundial (Ballantine, 1963), “...pero sus intereses son de tal naturaleza que ellos se la jugarán más que cualquier otra industria. No son ‘mercaderes de la muerte’; son mercaderes de petróleo. Pero no simple y llanamente ‘petroleros’: también son hombres políticos. Son parte de los capitalistas de línea dura en la toma de riesgos”.

Así, aunque bienvenida cualquier limitación del armamento nuclear, la continuidad con Obama de las guerras y ocupaciones de Bush-Cheney en Irak y Afganistán y en otras naciones y regiones, incluyendo el asedio y codicia por el petróleo iraní, venezolano y africano, persiste y aumenta el riesgo de TGM, aún con un START renovado. Ello –inter alia– por el acoso de EU a Rusia e Irán, con despliegues antibalísticos en las narices del Kremlin, que fragilizan la disuasión y la ecuación estratégica: de desatarse una TGM el planeta será inhabitable.

En lo referido a la irreversibilidad del deterioro climático y de la extinción de especies en curso, los retos y obstáculos son elevados. Los que emiten la tajada mayor de GEI posponen medidas efectivas en favor de diseños especulativos con el clima y de despojo empresarial/militar de las forestas nativas (REDD). Ello, cuando amenaza lairreversibilidad del calentamiento por la inminente desintegración del hielo en Antártida y Groenlandia, según advierte el Instituto Goddard de la NASA (Monthly Review, diciembre de 2010).

También se detecta una súbita aceleración en la extinción de especies porque el movimiento del cambio climático es mayor al desplazamiento que las especies puedan realizar como respuesta. Según el director de Goddard,el futuro del planeta lo determinará de muchas maneras lo que podamos hacer en los años por venir. No es asunto para la próxima generación: para cuando los jóvenes lleguen a la adultez, la situación podría estar fuera del control.


viernes, 17 de diciembre de 2010

COP-16: business as usual (III)
John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 17 de Diciembre de 2010.
Sin freno formal a las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) y con el endoso a los novedosos instrumentos financieros del Banco Mundial: el mercado de bonos de carbono y el programa de reducción de emisiones por deforestación y degradación embiental, con que se encubre la explotación y despojo de bosques nativos a campesinos e indígenas a lo largo y ancho del globo y la mercantilización de aire y selvas tropicales, concluyó la COP-16. Fue un business as usual ominoso para la humanidad y la biota global en tiempos del peak oil, cuando recrudece el impulso de los cabildos por la ampliación de la frontera hidrocarburífera de polo a polo, de África y Alaska, al Amazonas y la Patagonia.

La pronta felicitación de Obama a Calderón fue toda una oportunidad para el control de daños por los cables de Wikileaks y por haber decretado, semanas antes, el fin de la moratoria a la perforación petrolera en aguas profundas, en medio del mega-desastre ecológico del Golfo de México y para beneplácito de la industria del gas y del petróleo.

Ahora las petroleras que operan en el Golfo, en Sudamérica, Argentina (en Entre Ríos y el Chaco) y las dedicadas a la extracción de petróleo de las arenas bituminosas de Alberta, Canadá, pueden proceder tranquilas: en Cancún se pospuso limitar los GEI al tiempo que se mantuvo la mano visible de monopolios, especuladores y financistas para hacer lo suyo con el termostato que regula la temperatura terrestre.

Malas noticias para el clima, buenas para el aparato bélico-industrial: la COP-16 no afectó sus operaciones normales, en mar, tierra y aire, ni las atroces –y ambientalmente devastadoras– guerras preventivas y acosos, en torno a los yacimientos super-gigantes de petróleo que quedan en la corteza (Irak, Irán, Rusia, Venezuela etcétera). El Pentágono usa suficiente energía en 12 meses como para mantener en funcionamiento el sistema urbano de transporte masivo de EU en su totalidad, ¡por 14 años!, según estimaciones de Michael Renner en el State of the World Report Watch. Por motivos de seguridad militar, EU valora el crudo, carbón, metales y minerales en áreas cercanas y seguras, por lo que no sorprende su intervención/ocupación de Canadá, México y Centroamérica, su agresión contra los países de Alba y sus apetitos por los recursos naturales de América del Sur.

Dejar todo lo relativo a la atmósfera al gusto y voluntad del cliente, también es un alivio para Shell Oil y la Casa Blanca que ahora, según The New York Times, negocian la apertura a la perforación petrolera en el Mar Beaufort y en el Mar Chukchi, en el Ártico de Alaska: se trata de negocios realizables en 20 años, sobre cerca de 30 mil millones de barriles de crudo. De igual manera el poderoso cabildo del carbón, el combustible fósil más tóxico (lo de que es limpio es cuento de hadas) tiene en la mira las cerca de 3.5 billones (trillions) de toneladas de carbón bituminoso, localizadas en las riberas del río Utukok en el noroeste del Ártico de Alaska. Cálculos de Subhankar Banerjee (www.truth-out.org) indican que como EU consume mil millones de toneladas anuales, habría carbón para 3 mil 500 años. Además, según Keith Schneider, con los 175 mil millones de barriles de petróleo extraible de las arenas bituminosas de Alberta, Canadá, habría suficiente petróleo y gas para mantener en funcionamiento a EU al menos otro siglo. Como junto al carbón, el petróleo bituminoso es de lo más dañino al ambiente, la devastación que acarrea la ampliación de la frontera en pos de los combustibles fósiles no-convencionales sería inimaginable. Es una ruta insostenible a nivel global/atmosférico y local, como consta en el riguroso estudio de Tony Clarke (Tar Sands Showdown 2008).

Insisto: enfrentamos una catástrofe sólo equiparable a la ocurrida hace 65 millones de años, como advirtieron Richard Leakey y Roger Lewin en La Sexta Extinción (Tusquets, 1998). Luego de la COP-16, esa extinción sigue su curso, sin freno.

jueves, 2 de diciembre de 2010

COP 16: colapso garantizado (II)
John Saxe-Fernández, La Jornada, a Jueves 2 de Diciembre de 2010.
La intención de dar permanencia en la reunión de Cancún al Acuerdo de Copenhague (AC), se orienta a satisfacer no la agenda humana de cara a los inminentes riesgos que enfrenta la biota global por el calentamiento atmosférico, sino la de los grandes intereses económico/financieros cuya desregulación está en la base de la gran crisis que estalló en Wall Street en 2007 y en el desastre generalizado en el Golfo de México por la explosión, en abril pasado, del yacimiento Macondo de la British Petroleum (BP): la primera catástrofe ecológica global en los tiempos del peak oil.

La agenda de COP-16 es la de bancos, firmas tipo Goldman Sachs, Morgan Stanley y de las mega-empresas del gas, petróleo y carbón. Es un diseño apuntalado con préstamos al gobierno de Calderón por el Banco Mundial (BM) y el BID –entes subrogados al Tesoro y la Casa Blanca– para dar fuerza operativa a novedosos instrumentos financieros establecidos en Kyoto y asumidos en el AC: el mercado de bonos de carbono (MBC) y el programa de reducción de emisiones por deforestación y degradación ambiental (REDD). Ambos fungen bajo el supuesto, hecho trizas por los mencionados colapsos en Wall Street y el Golfo, de que los mercados (léase clase empresarial) bajo la mano invisible, son los que asignan los recursos con eficiencia.

Son lineamientos que favorecen la noción de que las operaciones de especuladores y de mega-empresas vinculadas al patrón energético vigente, centrado en los combustibles fósiles y el motor de combustión interna, operen bajo una orientación cada vez más desregulada del Estado: la inconstitucional activación por Calderón de los contratos incentivados en Pemex, habla por sí misma. No es la humanidad en abstracto, sino los Estados metropolitanos y sus oligopolios del petróleo, gas, carbón, electricidad y de la automotriz, junto a entes financieros, empresas forestales, agrobusiness y gobiernos pelele en la periferia, organizados bajo el principio de privatizar ganancias y socializar costos, los que expulsan a la atmósfera miles de millones de toneladas de gases con efecto invernadero (GEI), entre los que resalta el decisivo dióxido de carbono (CO2).

Ya Larry Lohman, Mark Schapiro y, desde estas páginas, Alejandro Nadal, han demostrado que el MBC obstaculiza los esfuerzos por la reducción de emisiones de GEI (La Jornada, 9/11/2009; 18/11/2010). Con la incorporación formal de EU al mismo se acrecientan oportunidades para, como muestra Schapiro (Harper’s feb/2010), especular con el clima, al pasar de los 300 mmdd a los 3 billones de dólares.

Como los mercados desregulados bajo la avidez de ganancias invariablemente colapsan, se acentúan especulación y temeridad: junto al MBC se promueve REDD bajo el cual, como dice Ana de Ita en un estudio sobre sus impactos en territorios de campesinos e indígenas de México y el mundo, los paises ricos pagan para mantener selvas tropicales, ¡explotando hasta 90 por ciento del área negociada! y seguir contaminando en su país: por más ciencia ficción que parezca, a partir de contratos de compra-venta los países ricos están comprando a los del sur la capacidad de sus bosques de capturar carbono.

REDD permite que empresas contaminadoras, algunas causantes de mega-desastres como BP, Chevron-Texaco, Shell y las automotrices, compren créditos de carbono proveniente de la supuesta conservación de bosques, instaurando un nuevo modus operandi para el land grabbing en áreas protegidas y sobre derechos de propiedad individual o comunal, con intento de despojo a cientos de millones de campesinos e indígenas.

COP 16 es garantía de colapso, como plantea el término Richard Leaky en la La sexta extinción (Tusquets,1998), al promover esquemas que, en medio del agravamiento climático, inducen la mercantilización-privatización del mundo, de la atmósfera y la selva tropical, principal fuente de biodiversidad y crucial en la captura de GEI: el MBC y REDD colocan el manejo del termostato que controla la temperatura terrestre (CO2) en manos de especuladores primermundistas y mercachifles tercermundistas.