jueves, 23 de septiembre de 2010

EU: narcopotencia
John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 23 de Septiembre de 2010.
Quién le ha dado el derecho (a Estados Unidos) para incluir o excluir a los que cumplen o incumplen compromisos en la lucha internacional contra el narcotráfico? Nadie tiene ese derecho y si alguien lo tuviera sería la ONU. Ésta fue la respuesta de Hugo Chávez a la inclusión de Venezuela en un memorando de la Casa Blanca al Departamento de Estado que lista a los países que no cooperan en la lucha antinarco. El documento, además, promueve una mayor intervención y ocupación de Centroamérica con el pretexto de que la guerra sin cuartel de México y Colombia obligó al narco a replegarse hacia Honduras, Costa Rica y Nicaragua, por primera vez incluidos en la lista de grandes productores o plataformas del narcotráfico en el mundo.

Como se esperaba ya, el gobierno de Laura Chinchilla, de Costa Rica, que autorizó la presencia militar de Estados Unidos en su territorio, ofreciendo inmunidad a soldados y oficiales de ocupación que incurrieran en rupturas a la ley penal internacional, encabeza una iniciativa centroamericana para presionar a Estados Unidos en pos de más ayuda contra el narco.

El memorando también se usa en el caso de Venezuela, con fines político-electorales. Su sesgo oportunista, unilateral y parcial, junto a la cada vez más notoria participación de Estados Unidos en todos los niveles de la estructura y dinámica del narcotráfico, desautorizan la retórica de su guerra antinarco/crimen o sea, lo que en la guerra sicológica y política se conoce como historia de cobertura, la mampara que encubre campañas anti-populares y diseños de intervención y ocupación policial/militar/empresarial de zonas clave por su posición geográfica o por sus recursos.

No es casual que sean militares, Hugo Chávez o el coronel Sued Castro Lima, de la Fuerza Aérea de Brasil, quienes, entre otros, llamen la atención sobre el fenómeno: Estados Unidos se erige como juez de otros, mientras ejerce el dominio abrumador y es el principal beneficiario de los magnos negocios derivados del narcotráfico y el crimen organizado. Castro Lima (www.adital.com.br) muestra lo insostenible del argumento de fachada de combate al narcotráfico de la Casa Blanca: en Colombia la producción de cocaína aumentó porque también lo hizo el mercado concentrado en Estados Unidos y en años recientes el precio de la cocaína cayó 36 por ciento resultado del aumento de la oferta y no de una reducción de la demanda.

Esos y otros datos indican que a nivel internacional Estados Unidos se perfila como la principal narcopotencia: es gran productor de mariguana y los más de 7 millones de adictos a la cocaína que la consumen en su territorio, constituyen el mayor mercado del orbe. Además se sabe que 70 por ciento del dinero se lava ahí, significando, dice Castro Lima, ...que las mafias que operan en su territorio dominen 90 por ciento del lucro del gran negocio, que queda en manos de las mafias de Estados Unidos.

En Afganistán la producción de opio desapareció entre 1996-2001 porque el Talibán consideró a la droga anti-islámica: hoy, con la invasión y ocupación de Estados Unidos, las transacciones ilícitas florecen y la región produce 70 por ciento del opio del mundo.

En nuestra región la industria armamentista de Estados Unidos es beneficiaria de doble vía de esta guerra sui géneris: Estados Unidos es el principal abastecedor (al 90 por ciento) de armas a los cárteles que operan acá ¡y a los ejércitos que los combaten! duplicando así exportaciones y beneficios. Al norte, los dólares; al sur, los muertos.

Castro Lima acierta al decir que la intención es aplastar los movimientos populares o revolucionarios que surgen en América Latina y la intimidación o neutralización de iniciativas regionales tipo UNASUR. También lo es debilitar cualquier expresión de jurisdicción estatal, sea en Canadá, México o Venezuela, que interfiera con el fluido acceso de Estados Unidos y sus socios a negocios o recursos vitales como electricidad, gas y petróleo.

Es en el territorio de la narcopotencia y no en Colombia, México, Centroamérica o el Amazonas, donde, en palabras de Castro Lima ...debería trabarse el principal combate contra el narcotráfico.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Advertencias del Macondo
John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 9 de Septiembre de 2010.
El estallido del yacimiento Macondo en el Golfo de México, que ocasionó el mayor derrame y desastre ecológico en la historia de Estados Unidos y del mundo, es una señal de lo que significa para la biosfera planetaria y la humanidad la era del agotamiento de los recursos naturales no-renovables, en este caso el peak oil, sus peligros y consecuencias ambientales, socio-económicas y político-militares.

La proliferación de exploraciones y explotaciones en lugares poco accesibles, considerados la última frontera en pos de recursos naturales finitos, sea en aguas profundas del Golfo, en la costa occidental de Groenlandia, bajo glaciares o en la selva virgen de la vasta Amazonia, conlleva riesgos y costos, algunos imposibles de cuantificar dado su carácter irreversible y además por daños a la naturaleza con efectos hoy y sobre las generaciones futuras: en el Golfo de México, donde hace poco se registró la explosión de otra plataforma petrolera, los daños a la biosfera son inconmensurables por la extinción de formas de vida clave en la cadena alimenticia, afectándose la existencia de nichos y delicados, complejos y vulnerables sistemas ecológicos. En el mejor escenario una recuperación parcial del hábitat, tomará decenas de años.

Pero el peak oil no se restringe a catástrofes ambientales del tipo Macondo: es ostensible una riesgosa acentuación de la conflictividad y militarización en las relaciones internacionales de poder, con enorme destrucción humana, y de civilización, como es el caso de las guerras de agresión contra Irak, Afganistán y el acoso contra Irán y Venezuela.

Cabe aclarar el peak oil no implica el fin del petróleo, sino el agotamiento del petróleo convencional, es decir, el de fácil acceso, barato y de alta calidad, algo que también, en esta primera década del siglo XXI, se empieza a registrar en muchos metales y minerales.

Cuando Estados Unidos finalmente reconoció lo certero que resultó la predicción del geólogo M. King Hubbert (hecha en 1956), de que su reserva de crudo llegaría a su máximo de extracción en unos 14 años (1970) y que en adelante la producción observaría un decremento acelerado, los efectos fueron profundos en su política exterior y militar, por la vulnerabilidad que acarrea la dependencia estratégica para su despliegue urbano/suburbano y el vasto aparato industrial y militar.

Los balbuceos para el desarrollo de fuentes renovables de energía o el ahorro energético fueron ahogados por Reagan y los monopolios, a favor de la vía militar, lo que explica, en parte, por qué, luego del fin de la URSS, se siguió por la vía del gasto y modernización castrense y de agresiva militarización, para-militarización y mercenarización de su política exterior junto a un pronunciado desdén y violación del Derecho Penal Internacional. El Estado de excepción y el terrorismo de Estado, en vigor desde que Estados Unidos atacó con bombas atómicas a la población de Japón, se acentuaron. Además, bajo la Ley de Seguridad Nacional de 1947, Truman institucionalizó la criminalidad de Estado, al abrigo de la negación plausible.

El ataque a las Torres Gemelas ofreció, como dijo Condoleeza Rice al Consejo de Seguridad de Bush, una magnífica oportunidad para modificar la postura estratégica de Estados Unidos, lo que significó que, como en la era de Hitler, se instauró la guerra preventiva, la agresión, la conquista y se hizo a un lado el derecho internacional para acceder al petróleo: Irak sigue ocupado con 50 mil tropas y grandes bases, ahora llamadas consulados, protegidos por decenas de miles de contratistas del Departamento de Estado que, desde una embajada de mayor dimensión que el Vaticano, fraguó hace pocos meses la destrucción del Sindicato de Trabajadores Petroleros de Irak, en un brutal operativo como el usado contra el SME en México, mientras Estados Unidos prosigue, con aval de títeres locales, manejando los negocios para la explotación de una de las mayores reservas de crudo convencional.