La Jornada.
México 27 de abril de 2006.
Desde que se supo de los planes de contingencia nuclear contra Irak, Irán, Corea del Norte, Siria, China y Rusia, entre otros, elaborados por el Pentágono (DdD) a petición de la Casa Blanca y en el marco de la "guerra de autodefensa anticipatoria", quedó claro que el gobierno de Bush contempla ese armamento como parte de una "política exterior de fuerza" que no dudaría en aplicar, como propugna John Bolton, embajador de EU ante la ONU, con cualquier excusa o engañifa, incluso contra naciones que carecen de poder nuclear. Que ese tipo de política se utilice en Medio Oriente agrega ingredientes de "intensificación bélica" de inusitada peligrosidad, por el papel cada vez más crucial de esa región, poseedora de poco más de 60 por ciento de las reservas mundiales de petróleo, en una ecuación económica y militar internacional impactada por la creciente brecha entre la producción y una desbocada demanda de combustibles fósiles liderada por EU.
En el caso de Irak -antes de la invasión de marzo de 2003- y el de Irán hoy (ver M. Chossudovsky, "La guerra nuclear contra Irán", Mundo Siglo XXI, IPN, núm.4. Primavera, 2006), el gobierno de Bush plantea la "opción nuclear" en un contexto genocida y de inusitada beligerancia y unilateralidad, contra el liderato y las "bases sociales" e infraestructura socioeconómica del nacionalismo petrolero árabe, programa en marcha desde que el Consejo de Seguridad implantó el régimen de sanciones en los años noventas, denunciado por Dennis Halliday desde el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de la UNAM. Como consejero del secretario general (ONU) a cargo del programa Petróleo por Alimentos, habló de la tragedia humana generada entonces. Ahora el ataque contra la población, la red eléctrica e hídrica, los sistemas de saneamiento, escuelas, hospitales, y la misma instigación de las precondiciones de guerra civil, no son efectos casuales o "colaterales", sino "objetivos político-militares" explícitos que conllevan la brutalidad policial-militar, la tortura sistemática en cientos de centros de interrogatorio, para aterrorizar a una población que resiste la ocupación angloestadunidense de su país.
El empleo de las armas nucleares como instrumento de política exterior fue frecuente durante la guerra fría, en situaciones similares a la de un asaltante que "utiliza" una pistola para lograr lo que desea, sin dispararla. Pero hacerlo actualmente, en medio de una petroguerra, que enfrenta las fuerzas y resistencias sociales, étnico-religiosas y nacionales, desatadas por la beligerancia y carnicería de Bush pone en riesgo la paz mundial. El descalabro militar -y moral- de EU en Irak es de orden mayor. Ocurre en un medio de "respuestas asimétricas" al poderío militar y al chantaje nuclear. Como advirtieron analistas y oficiales de EU -muchos de ellos exigiendo la renuncia de Rumsfeld-, la situación se deteriora de manera acelerada mientras las órdenes presidenciales para preparar un "golpe nuclear" contra Irán, multiplica, regionaliza y globaliza las respuestas asimétricas.
En Irak, antes de la invasión y ahora en Irán, Rumsfeld puso en marcha "mecanismos burocráticos ultrasecretos" para accionar el "gatillo nuclear". En el caso de Irak cabe recordar que 60 días antes del inicio de la invasión el Comando Estratégico (STRATCOM) y las "células" del Estado Mayor Conjunto, siguiendo instrucciones de la Casa Blanca, analizaban y consideraban las opciones y procedimientos nucleares como parte de la "respuesta anticipatoria", incluso, como remarcó hace poco el asesor de seguridad nacional de Bush, aunque fuesen "inciertas" las probabilidades de un ataque, por parte de una nación "hostil".
La situación es precaria tanto para la seguridad mundial como la de EU por el accionar de una autocracia presidencial que tiene el dedo en el gatillo nuclear, que abiertamente usurpa funciones legislativas y judiciales, y que, para ir a la guerra no duda en hacer uso selectivo, descarado e irresponsable de la información. Como acaba de revelar Tyler Drumheller, ex miembro de la CIA, "Bush fue explícitamente advertido de que no se encontrarían armas de destrucción masiva en Irak, mucho antes de que fuese dada la orden de invasión" (La Jornada, 23/4, p. 28) mientras altos funcionarios de la Casa Blanca utilizaron selectivamente el espionaje para justificar la petroguerra.
Pese a todo Bush también giró instrucciones para el uso de armas nucleares en Irak, contra dos tipos de blancos: a) la infraestructura iraquí localizada en grandes profundidades, imposibles de alcanzar con explosivos convencionales (una infraestructura inexistente) y b) eliminar de un tajo el uso de armas de destrucción masiva de Irak (armas que la Casa Blanca sabía eran inexistentes). W. Arkin en Los Angeles Times informó a fines de enero de 2003 y luego en el Washington Post (15/5/05, p. B01) que el mecanismo que ahora Rumsfeld dirige contra Irán opera por medio de dispositivos "irregulares", altamente secretos y "compartamentalizados", "dentro" del DdD.
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