La Jornada.
México 11 de mayo de 2006.
La percepción de que se plasma una "elección de Estado", de esas que deseamos sepultadas en el olvido, se acentúa y generaliza. Ello por el comportamiento faccioso y provocador de Vicente Fox y el sesgo sórdido que adquiere la vasta -y multimillonaria- propaganda del miedo y la guerra sucia contra AMLO, diseñada por los "expertos mediáticos", importados de Estados Unidos, que asesoran a Calderón-Madrazo en materia de trucos sucios electorales.
A pesar de todas las críticas y de las tímidas y quizá tardías admoniciones del IFE a Los Pinos para que no meta la mano en los comicios, Fox insiste en hacerlo a lo grande, al extremo que tácitamente dejó de actuar como "presidente " de todos los mexicanos, despojándose de su vestidura arbitral y neutral, para adoptar el papel de vocero, organizador y promotor de la campaña blanquiazul. Se coloca, con todos los recursos públicos a su disposición, al frente de una guerra sucia orientada por los mismos "expertos electorales" con vocación de porros, y las mismas mañas publicitarias y los operativos de "seguridad pública" y de "seguridad nacional" que le facilitaron acceder a Los Pinos hace seis años.
Los "porros mediáticos", cuyas propuestas y directrices Calderón sigue irreflexivamente, están vinculados a cabildos del alto empresariado de EU y a los operadores del aparato de seguridad que actúa en el país. Son mercenarios a los que el PRIAN paga bien por realizar una misión central: garantizar la continuidad del despojo hacendario-fiscal, petrolero, eléctrico y gasero que devasta a la economía.
La maniobra se centra, primero, en una campaña de saturación para impactar las emociones y el "inconsciente colectivo", descalificando al oponente como "un peligro para México": una campaña ruin que luego se "refuerza" con operadores que provocan y "justifican" el uso violento de la "seguridad pública". Es la "estrategia de la tensión" esbozada por Guillermo Almeyra (La Jornada, 7/5/06) para impulsar "estallidos espontáneos" y una espiral de violencia previa a los comicios de julio: después de Pasta de Conchos con sus 65 mineros muertos -por la negligencia empresarial en torno a sistemas de seguridad, y cuyos cadáveres y familiares todavía esperan el rescate-, se registró la asombrosa y mañosa ofensiva e injerencia del gobierno en la vida interna del sindicato minero, toda una provocación y agresión naturalmente rechazada por las bases y la dirigencia. La objeción sindical se expresó en una huelga y marcha de los trabajadores en Lázaro Cárdenas, en cuya represión, brutal, se utilizaron, además de las fuerzas terrestres, insólitos -e inexplicados- ametrallamientos desde helicópteros con las insignias de "fuerzas especiales".
Pero la provocación y violencia estatal no amainó: se amplió. A pocos días de que, en medio de este descompuesto panorama electoral Fox declarara que "no hay nubarrones en el horizonte", la nación, arrastrada por la "estrategia de la tensión", se ve inundada en Atenco de balas, sangre, gases lacrimógenos, golpeos, allanamientos de hogares sin orden judicial, insultos, vejaciones contra la ciudadanía, deportaciones sumarias, violación de derechos humanos y civiles, con el duopolio televisivo, unos ultras reaccionarios y plumas, a lo Vértigo, haciendo de "coro griego" a la retórica inflamatoria de Calderón y Madrazo, y sus mercenarios mediáticos.
Es riesgoso el uso electoral de la espiral de violencia que causa la instauración de un estado de excepción donde el vínculo fatal entre ultras, provocadores y el terrorismo de Estado, expresado en la saña contra obreros, mujeres y ejidatarios, juega un papel central. Pero de eso se trata: la derecha prianista, guiada por "expertos" estadunidenses, engaña y usa el malestar gestado por un neoliberalismo polarizante, entreguista y antipopular que hunde la economía de los hogares de la gran masa de votantes.
Cuando Calderón, Madrazo, Diego Fernández de Cevallos y Manuel Espino tratan de involucrar al PRD y AMLO en los actos de violencia, queda manifiesta la mala leche que une la vasta y multimillonaria campaña de miedo y la guerra sucia, para inducir el abstencionismo de los votantes indefinidos o cambiantes, creando el caos e impulsando la espiral de violencia. Es un juego peligroso y desesperado de "cabezas calientes" decididos a consumar el saqueo petroeléctrico en curso y la depredación de la hacienda pública (IPAB), asustados ante auditorías de manejos que ya se detectan chuecos.
Frente a la calumnia, Jesús Ortega, senador del PRD, propone que ahora más que nunca y en medio de estos despropósitos de la ultraderecha y sus porros de dentro y de fuera, lo que el país necesita es calmar los ánimos para que no siga estallando y se nos vaya de las manos:
"... no vamos a doblar la cintura para agarrar lodo y aventarlo. Eso es lo que quieren provocar, que reaccionemos ante el lodo que avientan para que nosotros hagamos lo mismo. No. Eso no haremos". Mensaje serio y tranquilo, que nos llega.
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