La Jornada.
México 24 de noviembre de 2005.
El petróleo es sin duda uno de los temas de fondo de la fricción diplomática entre México y Venezuela, desencadenada por las declaraciones públicas de Fox, una vez concluida la Cumbre de Mar del Plata. Cabe recordar que ambas naciones son las dos principales abastecedoras de petróleo latinoamericano a Estados Unidos, con Colombia en tercer lugar.
Aunque la temática es amplia y compleja, existen dos cuestiones que es necesario recordar: primero, que Venezuela tiene una de las reservas probadas de crudo convencional de mayor dimensión del mundo. Según el American Petroleum Institute, ronda los 70 mil millones de barriles, sin incluir vastos yacimientos de crudo pesado localizados en la Cuenca del Orinoco.
Agréguese a esto la intención del gobierno encabezado por Hugo Chávez, que es apoyado por casi dos terceras partes del voto popular, de intensificar la industrialización de ese vital recurso y también de recuperar la renta petrolera y manejarla en función del desarrollo económico y social de su país.
Además, Venezuela, país fundador de la OPEP, es el quinto exportador de crudo con una producción diaria de 3.1 millones de barriles. Su gobierno está realizando esfuerzos para diversificar su clientela, al tiempo que impulsa iniciativas esenciales como PetroCaribe, un esquema en el que Caracas suministra a los países del Caribe petróleo a precios preferenciales: una rebaja de 40 por ciento del costo si el precio llega a más de 50 dólares el barril, como ocurre en la actualidad, y más concesiones a los signatarios de Petrocaribe si el precio rebasa los 100 dólares.
Chávez ya estableció una entidad afiliada a PDVSA que se encargaría de poner esto en práctica, y ha insistido en que todo nuevo negocio se haga entre gobiernos, excluyendo a empresas privadas como Texaco, planteamiento que generó gran malestar y alarma en el poderoso lobby de la industria del gas y del petróleo de Estados Unidos y sus instrumentos de proyección de poder estatal desde la Casa Blanca: la CIA, el Pentágono y el Banco Mundial bajo Wolfowitz. Con el fabuloso negocio petrolero en la mira, desde hace varios años el gobierno de Bush intenta un ''regime change'' en Caracas.
Ya que a corto y mediano plazos el entorno energético internacional es delicado y la dependencia energética de Estados Unidos aumenta, se agudiza su propensión a recurrir a la criminalidad de Estado y a maquinaciones diplomilitares que van de la propaganda radial-televisiva y el asesinato, al uso de ''grupos operativos de terrorismo anticipatorio y proactivo'', al servicio de Rumsfeld. Ello, ante un régimen caraqueño que da contenido al principio de ''Venezuela -y sus recursos- para los venezolanos''.
Antonio Rossi (Clarín, 6-11-05) informa que lejos de haber alcanzado un techo, el precio internacional de petróleo seguirá su escalada hasta superar a mediano plazo la barrera de los tres dígitos, y mucho me temo que no serán bajos, lo que generaría enormes dislocaciones económicas, sociales y políticas a lo largo y ancho del planeta. Es un escenario previsto en Petrocaribe y con un alto orden de probabilidad de ocurrir ya que, lamentablemente, no se registra acción drástica alguna por parte de los grandes consumidores de racionalizar el uso del crudo.
Por el lado de la demanda el crecimiento no se detiene. Desde que el gobierno de Reagan desmantelara los programas de Carter para promover el ahorro y la diversificación energética, el consumo en Estados Unidos se acrecienta y aunque su población es apenas el 3 por ciento de la del mundo, quema 25 por ciento del petróleo mundial.
A eso se agrega el arribo de China e India como fuertes compradores, y lo mismo sucede con los países del Tercer Mundo, también con un consumo en aumento. Existe además el factor de desestabilización provocado por la ocupación de Irak. El problema se percibe mejor si se tiene presente que 90 por ciento del abasto viene de pozos que tienen más de 20 años de explotación y que el 70 por ciento sale de pozos con poco más de 30 años. Es perceptible el agotamiento de la capacidad ociosa de los grandes productores, una situación inédita, cuando se le compara con el ''choque petrolero'' de los 70.
Si no se toman medidas drásticas de ahorro energético, el petróleo será cada vez más caro, mientras Estados Unidos, bajo el triunvirato Bush-Cheney-Rumsfeld, que Gore Vidal califica con tino como una ''junta petrolera'', se inclina por incendiar Caracas y la región. El triunvirato sigue aplicando la política exterior y de seguridad bajo el supuesto de que América Latina es ''su'' depósito de recursos naturales, que puede tomar a su antojo.
Por ello es necesario prestar atención a la advertencia hecha por un analista del Washington Post el pasado 2 de noviembre en el sentido de que ''el Pentágono ha empezado planes de contingencia para un potencial conflicto militar con Venezuela como parte de una amplia evaluación post-Irak de las amenazas estratégicas contra Estados Unidos. Esa planificación fue impulsada por instrucciones generales y específicas promulgadas por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y sus asistentes de política civil''.
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