La Jornada.
México 11 de noviembre de 2004.
Como resultado de las elecciones en EU, la seguridad internacional en general, y Medio Oriente y América Latina en particular -específicamente Cuba y Venezuela- enfrentarán una situación más riesgosa. Ello es así porque durante estos cuatro años se intensificó, de manera sólo comparable con lo ocurrido pocos años antes de la Segunda Guerra Mundial, la militarización y geopolitización de las relaciones económicas internacionales, en especial en torno al acceso y control del petróleo, principal mercancía del comercio mundial.
Con una votación de casi 60 millones de votos (cerca de 51.1 por ciento contra 48 por ciento de Kerry) el Partido Republicano acentuó su dominio en el Congreso y captó casi todas las gubernaturas disputadas.
Ahora existe lo que no hubo antes: un presidente militarista y violador del derecho internacional, legitimado por el voto del miedo y del fundamentalismo religioso. La posición política de Bush se reforzó por los operativos protagonizados por Al Qaeda: porque los ataques del 11-9, que mostraron ante el mundo la vulnerabilidad estructural de EU, en los hechos lo rescataron de la ilegitimidad y debilidad política que padeció por las irregularidades de las elecciones de 2000. Luego, pocos días antes de los últimos comicios, vino el mensaje de Osama Bin Laden al electorado. Pudo haber sido una manifestación del fracaso de Bush para lograr su captura, pero el video recordó a la población el trauma y terror del 11-9, fundamento indiscutible de su campaña. En este sentido, quizá paradójico, se puede afirmar que Bin Laden de nuevo actuó y, en efecto, "votó" a favor del ocupante de la Casa Blanca. Lo central es que el triunfo otorga un mandato, hasta hace poco ausente, a la unilateralidad, el militarismo, la guerra preventiva y de conquista, y al antiterrorismo manipulador y patriotero. En la escena doméstica se fortalece la regresión económica, social y de libertades civiles, así como más persecución y persistente precariedad para los inmigrantes y también la intransigencia religiosa y la intolerancia a las preferencias sexuales.
Con una posición más holgada de los republicanos en el Congreso, la Casa Blanca podrá acentuar su agenda en asuntos sustanciales como mayor derechización de la Corte Suprema, más favores a los sectores de altos ingresos y a las grandes empresas -particularmente petroleras, del carbón y del gas, farmacéuticas, bélico-industriales, nucleoeléctricas, y las dedicadas a los servicios de seguridad-, mayor deterioro del Estado de derecho -doméstico e internacional- y de las garantías individuales (habeas corpus e invasión telefónica y microfónica de la privacidad), más desregulación ambiental (además de retirarse del tratado de Kyoto para disminuir las peligrosas emisiones con efecto invernadero que impacta los casquetes polares, Bush es el presidente más regresivo en materia ecológica).
Al momento de escribir estas líneas parece que habrá una todavía mayor derechización del gabinete, con el retiro de Powell (un "moderado" en medio del extremismo que caracteriza a la camarilla de Bush), la permanencia de Rumsfeld en el Pentágono, el ascenso de Wolfowitz al Consejo de Seguridad en sustitución de Rice, el retiro de Greenspan, y una postura dudosa en torno a la ratificación del secretario del Tesoro.
Por razones que requieren mayor ponderación, se asegura que el afianzamiento de Rumsfeld y Wolfowitz se debe a su "decisiva acción electoral" desde el Pentágono. El uso partidista de recursos públicos -v.gr. del high tech satelital- viola la ley. Doméstica e internacionalmente se desequilibra más la ecuación cívico-militar a favor del sector castrense, así como su probable intervención en el proceso electoral.
La situación es compleja y contradictoria. Este triunfo ocurre en medio de una profunda polarización y división de la población en torno al papel de EU en el mundo y al manejo que se da a la "guerra antiterrorista". Es paradójico, pero no podemos dejar de lado que el mismo éxito de Bush al convencer al electorado de que la seguridad, la guerra y la intransigencia y el delirio religioso eran lo fundamental, logrando así que la población votara contra sus propios intereses en materia impositiva, de salud, de medio ambiente y de empleo, también nos coloca frente al hecho de que la mitad del electorado se opone a un esquema que incluye iniciativas bélicas como en Irak, con más de 100 mil iraquíes masacrados (mujeres y niños inocentes, la mitad de ellos).
No extrañe a nadie que se contemplen escenarios contra Cuba y operativos contra el ascenso de la izquierda en Venezuela, Uruguay, Brasil y Argentina. También en México, como evidencia la participación de Salinas en la temeraria y facciosa ofensiva de Fox contra López Obrador, misma que vulnera la paz social. Salinas, por sus "hazañas" privatizadoras y de seguridad (usurpación electoral contra la izquierda en 1988 y ofensiva antinacional en Pemex) sigue siendo el darling del aparato corporativo y de espionaje de EU en México.
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