La Jornada.
México 28 de octubre de 2004.
Es profunda la crisis moral, política y técnico-administrativa que golpea a Pemex bajo el gobierno de Fox y de Muñoz Leos, promotores de una "reforma estructural energética", es decir, de lanzar la empresa, junto a la electricidad, al piso de remates de Wall Street, como sus antecesores ya lo hicieron con los bancos y los ferrocarriles. Al cuestionable "arreglo" impulsado por Muñoz Leos y el sindicato, mismo que, junto a los contratos de servicios múltiples (CSM), ha concitado la crítica de varios analistas, se agrega un rosario de problemas derivados de la profundización de un esquema en vigor desde hace más de 20 años, encaminado a la privatización y extranjerización del sector.
En lo interno y en lo externo es grave la situación que enfrenta el país ante el manejo entreguista y turbio de Pemex. Fox se comprometió con el electorado a "no privatizar Pemex", pero eso es precisamente lo que hace, con altos costos que se traducen en miles de desempleados, un sistemático ataque al cuerpo técnico-profesional y una intensificación en el rompimiento de las cadenas productivas. En lo externo la situación es delicada. La guerra contra Irak y las condiciones de creciente dificultad que enfrenta la industria petrolera mundial, especialmente la OPEP y Arabia Saudita, para enfrentar un desborde de la demanda y la especulación, han profundizado el interés empresarial y de "seguridad nacional" de Estados Unidos por el control directo de los combustibles fósiles, del Bravo a la Patagonia. (México, Venezuela, Colombia, Bolivia).
La posición del país es riesgosa frente a un vecino que, con una reserva petrolera disminuida, consume 25 por ciento de la producción mundial, rechaza adoptar medidas de conservación energética y, en su lugar, aplica la bota militar -ciertamente no la "mano invisible del mercado"-, para garantizar el control del gas y del petróleo ajeno. Situación agravada por la estrechez de miras de la cúpula político-económica mexicana, obsesionada en despilfarrar lo que queda de la reserva para complacer la gula de la potencia norteña: una burguesía "lumpen", codiciosamente vulgar y acostumbrada a la impunidad, que se posiciona como intermediaria en los negocios que se derivan del despojo del complejo petro-eléctrico del país.
El desastre en Pemex ha sido fríamente calculado. Bajo el programa auspiciado por las petroleras internacionales por medio del Banco Mundial (BM) desde inicios de los 80, Pemex, la gallina de los huevos de oro de México, ha sido sometida a una brutal agresión fiscal y a un desfinanciamiento crónico y selectivo que se intensificó durante el salinato, así como a procedimientos totalmente reñidos con los más elementales principios que rigen a las grandes empresas del ramo. Con Salinas y sus sucesores, el interés público nacional quedó fuera y Pemex pasó a ser "caldo de gallina" porque la intención explícita del BM fue y es la de "llevar la empresa a un punto de venta". Ya se procedió con el debilitamiento de la integración vertical de la paraestatal por medio de su división en empresas separadas y en competencia, en contraste con lo que ocurre en las grandes firmas del ramo que aumentan la integración desde la exploración hasta la transformación y comercialización del crudo.
Téngase presente que el "recetario" del BM, sintetizado en sus Mexico Strategy Papers es de imposible aplicación sin la cínica, pero diligente concurrencia de quienes han hegemonizado el Ejecutivo por más de dos decenios. Como todo procedimiento culinario, para hacer este caldo debe usarse una buena dosis de CSM, generalizando su uso a todos los niveles de la actividad de la empresa. La idea central es sacar al Estado y a los trabajadores y técnicos mexicanos de la operación del negocio y traspasarlo paulatinamente a contratistas e inversionistas "nacionales y-o extranjeros". Lo que van dejando son los huesos de la gallina de oro.
Otro ingrediente importante fue el de desindustrializar la actividad, especializando a México en la explotación desmedida de su petróleo para exportarlo a EU, bajo el principio del BM de que cualquier actividad petroquímica nueva debe realizarse con asociados, nacionales y extranjeros, en donde la paraestatal sería socio minoritario, como ocurre en el proyecto petroquímico Fénix. Por 10 años el desfinanciamiento de la planta refinadora ha sido tan sistemático como la sobrexplotación de la reserva, pero ahora con Fénix en el horizonte, se autorizan partidas para mejorar y ampliar los suministros requeridos.
Se le está robando el futuro a las nuevas generaciones. Según datos oficiales recabados por Israel Rodríguez (La Jornada, 22 Sept p. 23) bajo el foxismo se ocasionó una baja de 38.8 por ciento de la reserva al pasar de 24 mil 631 millones de barriles en 2000 a sólo 15 mil 124 millones en 2003. A los actuales niveles de producción (3 millones 350 mil barriles diarios (bd-) el petróleo sólo alcanzará para mediados de 2016. Pero como se decidió aumentar la producción a 3 millones 850 mil barriles diarios, el "caldo de gallina" se acabará antes.
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