John Saxe-Fernández
La Jornada.
México, 4 de enero de 2007.
El contraste de la política macro-económica entre metrópolis y traspatio se ahonda con un descomunal gasto público en Estados Unidos, en especial el bélico-industrial, como ariete anti-cíclico, mientras al sur del Bravo la austeridad del FMI ahoga los intentos por superar el estancamiento crónico presente desde 1982, profundizándose, como característica central, la incapacidad inherente del recetario fondomonetarista para generar empleo.
Se auspicia así la pobreza, la polarización y explosividad social, así como la expulsión de millones de connacionales. Y mientras en Estados Unidos, como queriendo hacer estallar la caldera mexicana, se favorecen políticas anti-inmigrantes que incluyen un complejo de muros fronterizos (en el que ya mueren anualmente más personas tratando de cruzarlo que todas las bajas ocurridas en la historia del muro de Berlín), se nos informa de un programa del Pentágono de 560 millones de dólares para construir "campos de detención", asignado a Kellog, Brown and Root, la subsidiaria de Halliburton, la misma empresa gigante de servicios petroleros favorecida por el foxismo, junto a Bechtel con jugosos contratos de Petróleos Mexicanos, que desplazan a trabajadores y técnicos mexicanos.
Por su parte, la Contraloría General GAO, por sus siglas en inglés en su informe financiero del gobierno de Estados Unidos dado a conocer el 15 de diciembre pasado, informa que el boquete fiscal siguió creciendo de manera incontenible totalizando 53 billones millones de millones con 63 mil millones de dólares, es decir, aproximadamente cuatro veces el producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos.
Pero la situación puede ser mucho más grave ya que según David. M. Walker, el contralor general, "las graves debilidades en el manejo financiero contribuyeron significativamente a nuestra incapacidad para determinar la confiabilidad de los datos financieros consolidados". (Excelsior, 29-XII-06 p.4) Ante tales cifras e incertidumbres, analistas de corredurías advierten que este predicamento estimula de manera "preocupante" la inclinación entre los principales tenedores públicos y privados de dólares y de papeles del Tesoro China, Japón, Corea del Sur, etcétera, por diversificar sus portafolios, con efectos "potencialmente devastadores" para la posición del dólar frente a monedas de curso global como el euro, al tiempo que también se impulsa una creciente "regionalización monetaria". De igual manera se intensificaría entre los principales exportadores de crudo, la "desdolarización" en la cotización del crudo, la principal mercancía del mercado mundial.
Por el lado del BM la tendencia es hacia la profundización de la colonialidad por la vía de mantener la especialización de México en la exportación de crudo y electricidad, desarticulando, privatizando y desnacionalizando el sector industrial de la energía compuesto por la industria de la refinación, del gas natural, de la petroquímica y de la electricidad. En este sector, el impacto del BM ha sido persistente e intenso desde 1982. Uno de los mayores "logros" del BM ha sido la creación en México de lo que el ingeniero Felipe Ocampo Torrea, en un estudio presentado al coloquio Energía: Situación y Alternativas (Centro de Investigaciones Interdisciplinarias, UNAM, 2006), percibe como una anomalía internacional: cuando "el valor de las importaciones de gas natural, destilados y petroquímicos, desde hace varios años excede el valor de las exportaciones" de un gran productor de crudo como México. Como lo apunta Ocampo, la petroquímica mexicana "que se desarrolló en forma extraordinaria en México y obtuvo, en su sector estatal producciones de cerca de 20 millones de toneladas anuales, fue desmantelada y actualmente produce cerca de 6 millones de toneladas, aproximadamente el 30 por ciento. Con las modificaciones a las leyes secundarias del artículo 27 constitucional, que permitieron la inversión privada en campos anteriormente reservados al Estado, se derrumbó la producción".
La Jornada.
México, 4 de enero de 2007.
Como resultado de lo que un legislador priísta consideró "una brutal elección de Estado", el país es sometido con Felipe Calderón a lo que, más que un capitalismo neoliberal, es un diseño "recesivo-desindustrializador" de corte colonial. La macro-economía continúa dominada por Estados Unidos con Agustín Carstens, un ejecutivo reciclado del FMI, mientras ramas vitales como el sector industrial de la energía se sujetan a los lineamientos de Washington y su Banco Mundial (BM).
El contraste de la política macro-económica entre metrópolis y traspatio se ahonda con un descomunal gasto público en Estados Unidos, en especial el bélico-industrial, como ariete anti-cíclico, mientras al sur del Bravo la austeridad del FMI ahoga los intentos por superar el estancamiento crónico presente desde 1982, profundizándose, como característica central, la incapacidad inherente del recetario fondomonetarista para generar empleo.
Se auspicia así la pobreza, la polarización y explosividad social, así como la expulsión de millones de connacionales. Y mientras en Estados Unidos, como queriendo hacer estallar la caldera mexicana, se favorecen políticas anti-inmigrantes que incluyen un complejo de muros fronterizos (en el que ya mueren anualmente más personas tratando de cruzarlo que todas las bajas ocurridas en la historia del muro de Berlín), se nos informa de un programa del Pentágono de 560 millones de dólares para construir "campos de detención", asignado a Kellog, Brown and Root, la subsidiaria de Halliburton, la misma empresa gigante de servicios petroleros favorecida por el foxismo, junto a Bechtel con jugosos contratos de Petróleos Mexicanos, que desplazan a trabajadores y técnicos mexicanos.
Por su parte, la Contraloría General GAO, por sus siglas en inglés en su informe financiero del gobierno de Estados Unidos dado a conocer el 15 de diciembre pasado, informa que el boquete fiscal siguió creciendo de manera incontenible totalizando 53 billones millones de millones con 63 mil millones de dólares, es decir, aproximadamente cuatro veces el producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos.
Pero la situación puede ser mucho más grave ya que según David. M. Walker, el contralor general, "las graves debilidades en el manejo financiero contribuyeron significativamente a nuestra incapacidad para determinar la confiabilidad de los datos financieros consolidados". (Excelsior, 29-XII-06 p.4) Ante tales cifras e incertidumbres, analistas de corredurías advierten que este predicamento estimula de manera "preocupante" la inclinación entre los principales tenedores públicos y privados de dólares y de papeles del Tesoro China, Japón, Corea del Sur, etcétera, por diversificar sus portafolios, con efectos "potencialmente devastadores" para la posición del dólar frente a monedas de curso global como el euro, al tiempo que también se impulsa una creciente "regionalización monetaria". De igual manera se intensificaría entre los principales exportadores de crudo, la "desdolarización" en la cotización del crudo, la principal mercancía del mercado mundial.
Por el lado del BM la tendencia es hacia la profundización de la colonialidad por la vía de mantener la especialización de México en la exportación de crudo y electricidad, desarticulando, privatizando y desnacionalizando el sector industrial de la energía compuesto por la industria de la refinación, del gas natural, de la petroquímica y de la electricidad. En este sector, el impacto del BM ha sido persistente e intenso desde 1982. Uno de los mayores "logros" del BM ha sido la creación en México de lo que el ingeniero Felipe Ocampo Torrea, en un estudio presentado al coloquio Energía: Situación y Alternativas (Centro de Investigaciones Interdisciplinarias, UNAM, 2006), percibe como una anomalía internacional: cuando "el valor de las importaciones de gas natural, destilados y petroquímicos, desde hace varios años excede el valor de las exportaciones" de un gran productor de crudo como México. Como lo apunta Ocampo, la petroquímica mexicana "que se desarrolló en forma extraordinaria en México y obtuvo, en su sector estatal producciones de cerca de 20 millones de toneladas anuales, fue desmantelada y actualmente produce cerca de 6 millones de toneladas, aproximadamente el 30 por ciento. Con las modificaciones a las leyes secundarias del artículo 27 constitucional, que permitieron la inversión privada en campos anteriormente reservados al Estado, se derrumbó la producción".
El esquema colonial-desindustrializador operó gracias a la diligencia "globalizadora" salinista-zedillista que abrió la inversión a ciento por ciento en petroquímica, pero los entes extranjeros invadieron el mercado mexicano con productos de sus países. Ante las crecientes contradicciones del capitalismo, a las trampas electorales, a la represión y al legado oligárquico-imperial que deja un país devastado, sin bancos y autosuficiencia alimentaria, sin petroquímica y acero y en vías de perder al sector petro-eléctrico, el agua y la biodiversidad: ante tal reto requerimos más presencia político-electoral y mayor resistencia civil pacífica.
saxe@servidor.unam.mx
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