jueves, 26 de octubre de 2006

Irak, crimenes de guerra.


John Saxe-Fernández.
La Jornada.
México, jueves 26 de octubre de 2006.

Los costos humanos, morales, jurídicos y político-electorales del atroz ataque perpetrado por Bush et.al. desde marzo de 2003 contra Irak, en pos de su vasta reserva petrolera, se acrecientan día a día: la tecnología de punta y el despliegue de más de 150 mil tropas están siendo derrotadas militarmente por la amplia resistencia a la ocupación que, además, dado el respaldo de Bush a la genocida embestida israelí contra los palestinos, se intensifica y se regionaliza. Para la Casa Blanca la situación en Irak es insostenible. La cifra de bajas aumenta diariamente y el gobierno implantado ahí por Estados Unidos es desbordado por la resistencia.Los efectos internacionales de esta guerra son ya demoledores, como evidencian múltiples encuestas que muestran una unánime condena de la opinión pública mundial contra la guerra en Irak, incluyendo de manera significativa la de los aliados europeos, debilitando seriamente los pilares políticos de la OTAN. Pero igual de grave son los efectos electorales inmediatos en el interior de Estados Unidos, donde también las encuestas muestran un rechazo de poco más de 60 por ciento del electorado a la "conducción que Bush ha dado a la guerra", y todo ello a pesar de las mentiras y el maquillaje de las cifras, en especial en torno a la cuestión más sensible tanto para el derecho penal internacional como para el electorado estadunidense ante las elecciones legislativas de noviembre: el notable número de bajas civiles iraquíes y la asombrosa acumulación de bajas militares estadunidenses y de soldados gravemente mutilados. El desastre humano es de enorme magnitud y sus efectos electorales potencialmente devastadores para Bush y los republicanos. Importantes personajes "leales" al presidente le aconsejan una retirada digna, previo cambio de timón en el Pentágono.Una debacle legislativa republicana abre la opción del "desafuero", por lo que otro "oportuno" ataque terrorista, como los asaltos con ántrax, hasta hoy sin aclaración, contra las oficinas senatoriales y de algunos medios electrónicos y que tanto ayudaron en la votación por la Ley Patriota (esta vez acompañados de otro eficaz video amenazante de Bin Laden), podría evitar la inminente derrota, aunque ya los republicanos usan la imagen de Bin Laden en su esfuerzo por desviar la atención de Irak hacia el terrorismo.Lo grave de la situación para Bush et. al. lo reveló hace poco Lancet, la revista médica inglesa, en un estudio (bajo veda informativa de los medios de Estados Unidos y Canadá, dominados por el aparato corporativo y sus gobiernos derechistas), según el cual desde marzo de 2003 ya se han acumulado 650 mil bajas civiles iraquíes, cifra que contrasta con las 50 mil víctimas oficialmente "contabilizadas" (Kristian Bertin, "655,000 Dead in Iraq", The Journal, Halifax, Nova Scotia, octubre 18, p. 1). La masacre ha sido extensa: según Lancet, ha muerto un promedio diario de 500 iraquíes, es decir, 2.5 por ciento de la población. A pesar de la censura, es notable que Zogby International, una de las empresas encuestadoras más serias, ratifica la validez del estudio; además, Lancet sometió su investigación y metodología al examen de cuatro fuentes profesionales independientes, las cuales, por unanimidad, aconsejaron su publicación. Los investigadores de esa revista estiman un mínimo de 393 mil 876 bajas y un máximo de 942 mil 636.Además, en igual contraste con los números del Pentágono, las fuentes independientes contabilizan 9 mil soldados estadunidenses muertos, y un número considerablemente mayor de jóvenes gravemente mutilados. En los hospitales militares del Pentágono en Europa y en Estados Unidos se limita de la manera más estricta el acceso de periodistas y de los medios electrónicos, restricción que se acentuó en fechas recientes por las elecciones legislativas de noviembre.De igual modo. Bertin indica la existencia de una fuerte censura en torno a las torturas -existe documentación oficial que muestra un inusitado número de muertes después de que los "sospechosos" son sometidos a interrogatorios de la Marina y de la Inteligencia Militar, así como en el uso de armas prohibidas por las convenciones internacionales, por ejemplo las bombas de fósforo blanco, de racimo -como las usadas por Israel contra los palestinos- y armas experimentales de micro-ondas, así como el uso extenso de bombas de uranio empobrecido, que se manifiestan en perceptibles aumentos en enfermedades asociadas con la radiación, particularmente en diversos tipos de cáncer y tumores entre los infantes y niños.Las masacres de civiles inermes en Irak y Afganistán, los homicidios y ataques estadunidenses contra hospitales repletos de enfermos, son sólo algunos de los ingredientes de esta tragedia y ayudan a explicar el estridente esfuerzo desplegado por la Casa Blanca para neutralizar, por la vía de la mayoría republicana en la cámara baja y en el Senado, la Ley Federal de Crímenes de Guerra de 1996, que conlleva sanciones que incluyen la pena de muerte a cualquier oficial, civil o militar, del gobierno de Estados Unidos, que incurra en ese tipo de violaciones.

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