La Jornada.
México 16 de abril de 2004.
Bruselas, 15 de abril. Participo como testigo de la fiscalía en un juicio público del Tribunal de Bruselas, con la concurrencia de la Fundación Bertrand Russell y cientos de organizaciones, para sentar las responsabilidades del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadunidense en la ejecución de crímenes de guerra contra la población iraquí.
Inaugurado en 1997, el proyecto se orientó al impulso de lo que su documento fundacional califica de "una política reaganiana de fortaleza militar y de claridad moral necesaria para que EU, basado en los éxitos del siglo pasado, consolide nuestra seguridad y nuestra grandeza en el próximo siglo". De línea ultranacionalista e imperialista, plantea la "creación de una pax americana global y fue endosado por Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Jeff Bush y Lewis Lobby, jefe del staff de Cheney, con la participación de operadores políticos e ideólogos, Elliott Abrams y Francis Fukuyama entre ellos.
El documento es importante porque muestra que "antes" de asumir la presidencia Bush y su gabinete ya contemplaban y planeaban un ataque contra Irak, que se realizó bajo la supuesta existencia de "armas de destrucción masiva", un embuste y una bofetada a la comunidad internacional. La operación se ejecutó al margen del derecho internacional, del Consejo de Seguridad de la ONU y de la opinión pública mundial, incluyendo de manera significativa la española, italiana e inglesa, cuyos gobiernos avalaron la agresión. Más aún, la guerra de conquista se realizó bajo las premisas de la doctrina de "autodefensa anticipatoria", formalmente considerada como crimen de guerra por la normatividad que emana de los juicios de Nuremberg.
A un año de la embestida imperialista la pila de cadáveres, heridos y las atrocidades del aparato militar estadunidense contra la población iraquí se acumulan. Según la directora del Observatorio de la Ocupación en Bagdad, "las ciudades iraquíes de Sadr, Adamiya, Kufa, Fallujah, Shula y otras han sido cercadas y están siendo bombardeadas por misiles y tanques de las fuerzas de ocupación estadunidenses y sus aliados. La población civil está siendo asesinada. La autopista a Fallujah ha sido cerrada y las noticias que llegan de esa ciudad indican que yacen en las calles cuerpos sin vida de muchas personas. No hay ambulancias ni agua ni electricidad. Los periodistas tienen prohibido el paso y a muchos les han roto las cámaras. Todo indica que esta situación va a mantenerse durante los próximos días. Por favor, ayuda" (www.indigenasdf. org. mx).
Con más de 15 mil civiles muertos, decenas de miles de heridos y tragedias humanas incalificables, las responsabilidades de los ejecutores y sus cómplices se incrementan tipificando, como ocurrió en Vietnam, el crimen de genocidio, según lo establecido en el artículo 2 de la Convención de Ginebra de 1948. La matanza de civiles para intimidar al resto de la población, bajo el rubro de operación Determinación Vigilante de EU se traduce, sólo en Fallujah, en 450 muertos y mil heridos en menos de tres días. La masacre es tal que el Consejo de Gobierno Iraquí, fantoche instaurado por Bush, criticó "las soluciones militares y la política de castigo colectivo que ha caído sobre civiles inocentes" y varios de sus integrantes amenazan con renunciar "a menos que el baño de sangre se detenga".
Sea en la Alemania nazi, o en Irak, el genocidio es un producto de la historia y acarrea consigo las características específicas de la sociedad que lo perpetra. En el caso de EU, el aparato militar, prácticamente desde principios del siglo XVII -cuando todavía era colonia inglesa-, hasta finales del XIX, acumuló gran experiencia en la aniquilación sistemática de las naciones indias, a las que despojó de tierras y de medios de subsistencia. Toda una campaña que ahora calificaríamos de genocida, contra los "aborígenes" de la América del Norte, que durante el Destino Manifiesto de la década de 1840 fue también aplicada al vecino sureño, despojado de más de la mitad de su territorio, bajo el lema de "a los mexicanos como a los apaches".
Las similitudes y diferencias entre lo ocurrido en Vietnam e Irak resultan esclarecedoras. En Irak Washington experimenta, de nuevo, un "empantanamiento" que se profundiza, resultado de la unificación de la población en la resistencia a la ocupación. Como en Vietnam, la "estrategia militar" conocida como guerra ejemplar, se materializa en un "baño de sangre", el terror de Estado, dirigido a amedrentar por medio del "exterminio" los sustentos populares de la resistencia. Pero la situación es más grave. En Vietnam se atacó a una población nacional. Hoy se agrede a cientos de millones de musulmanes en los cuatro rincones del planeta y se desestabiliza de manera profunda una región que, por su importancia geoestratégica -60 por ciento de la reserva mundial de crudo-, los mismos analistas militares estadunidense califican de "central" en la etiología de una tercera guerra mundial.
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