jueves, 8 de junio de 2017


Oligarquía versus mundo: El diktat fósil (II)
John Saxe-Fernández, La Jornada a Jueves 8 de Junio de 2017
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e impactó la noticia de que Trump, articulador del diktat fósil desde la presidencia imperial, sacara a Estados Unidos de un compromiso voluntario, pero de intención valiosa como el Acuerdo de París, que los (¿nerviosos?) poderes fósiles consideraron peligroso a pesar de que fue negociado bajo amenaza de veto republicano si alcanzaba el estatus vinculante necesario y urgente de tratado internacional. Las calles de París también quedaron bajo el veto de terroristas que mataron, hirieron y aterrorizaron salvajemente a la población de París que quedó, junto a cientos de miles que se desplazaron a la COP-21, sometida a un estado de excepción sui generis, sin vigencia para las multitudes que van al futbol o a actos similares.
¿Traía dedicatoria ese estado de excepción para la protesta contra los grandes intereses de los combustibles fósiles, de la máquina de combustión interna y de la electricidad al carbón, beneficiarios de la posposición de cualquier regulación de un negociazo que emite gases de efecto invernadero (GEI)? La fuerza social dirigida a ocupar las calles de París fue pensada por más de 500 mil almas preocupadas por la ausencia de justicia climática mundial y por ver a las jóvenes generaciones y las por venir, en camino a un planeta bajo una ruptura climática catastrófica e irreversible. Tal es la ruta si permitimos vigencia al diktat fósil.
Cabe recordar ahora la notable nota informativa de Oxfam (2/12/15) que divulgó que la mitad más pobre de la población mundial tan sólo genera alrededor de 10 por ciento de las emisiones a nivel mundial y sin embargo vive mayoritariamente en los países más vulnerables ante el cambio climático mientras el 10 por ciento más rico de la población es responsable de alrededor de 50 por ciento de las emisiones mundiales. También se indicó que en sólo seis años, entre las cumbres sobre el clima de Copenhague y París, el número de milmillonarios con intereses en el sector de los combustibles fósiles pasó de 54 en 2010 a 88 en 2015. El conjunto de sus fortunas personales se incrementó en aproximadamente 50 por ciento, pasando de más de 200 mil millones de dólares a más de 300 mil (ibid).
Con Trump articulando el diktat fósil y al volante de Estados Unidos, cuya economía ocupa el primer lugar mundial en la acumulación de GEI en la atmósfera –entre 1751 y 2015–, con 25.7 por ciento (seguida por China con 11.2 por ciento) se acelera la carrera lejos de la justicia climática, hacia al abismo climático. Las advertencias son contundentes: En la introducción de un sólido estudio de James Hansen et al, sobre “derretimiento del hielo planetario, el aumento en el nivel marítimo y las supertormentas, basado en evidencia paleoclimática, en modelos del clima y en observaciones modernas de que un calentamiento de 2º C es de muy alto peligro (highly dangerous)”, se advierte sobre la rápida extracción y uso de combustibles fósiles sin un entendimiento cabal de las consecuencias, entre ellas, el aumento de olas de calor extremo, de sequías, lluvias copiosas, inundaciones y mares invasores.
A pesar de estas advertencias, “las emisiones globales de CO2 aumentan ya que los combustibles fósiles siguen como fuente primaria de energía. Se argumenta que es económica y moralmente responsable (sic) el uso de los combustibles fósiles en pro de mejoras en las condiciones de vida y con la expectativa de que la humanidad puede adaptarse al cambio climático y encontrar formas de minimizar sus efectos por medio de tecnologías avanzadas… esta opinión no aprecia la naturaleza de la amenaza de la inestabilidad de las plataformas de hielo y del aumento en el nivel de los mares. Si el océano sigue acumulando calor y aumenta el derretimiento de las plataformas de hielo de Antártida y Groenlandia, llegará un punto en que será imposible evitar su desintegración a gran escala y un aumento del nivel oceánico de al menos varios metros. El costo económico y social de perder la funcionalidad de todas las ciudades costeras (del mundo) es incalculable. Sugerimos que una estrategia que se basa en la adaptación a tales consecuencias es inaceptable a la mayoría de la humanidad. Importa entender y tratar esto lo antes posible”.
En un juicio realizado en la Corte de Oregón (Estados Unidos) a favor de jóvenes que reclaman al gobierno federal de ese país no tomar medidas que eviten un deterioro climático catastrófico para ellos y sus descendientes, Hansen advirtió que es probable que si los GEI no son reducidos rápido, la pérdida de hielo en la Antártida continuará aumentando exponencialmente, lo que exige urgente acción nacional e internacional para abatirlos. La desintegración completa del glaciar Totten en la Antártida del este podría aumentar los niveles oceánicos entre seis y siete metros; el del hielo del glaciar Cook agregaría entre tres y cuatro metros y el hielo en la Antártida occidental en los glaciares del Mar Amundsen tienen el potencial de aumentar el nivel del mar entre tres y cuatro metros.
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