jueves, 12 de noviembre de 2015


        Exxon et al: escándalo del siglo XXI

                      John Saxe-Fernández, La Jornada a Jueves 12 de Noviembre de 2015.
El procurador general de Nueva York ejerció acción sobre ExxonMobil, la mayor petrolera en capitalización de mercado, para que entregue toda comunicación acumulada durante los últimos 40 años de sus investigaciones sobre el calentamiento global (CG) vinculado a las emisiones de gases con efecto invernadero, GEI (dióxido de carbono, metano, etcétera) por la combustión de fósiles. Tanto Los Angeles Times como el WSJ y el NYT destacaron la noticia. Según D. Hasemyer y J.H. Curshman (Inside Climate News-ICN-, 22/10/15) interesa al procurador saber cuánto del conocimiento generado transmitió Exxon a sus inversionistas, así como la duplicidad de incluir ese conocimiento en sus cálculos de negocios, liderando en la investigación sobre el CG, para luego, con sus dividendos en mente, sembrar dudas por décadas sobre la ciencia climática, frenando la acción contra el CG y alentando con decenas de millones de dólares, los cofres de negacionistas del fenómeno.
Advertida la demora por la Organización Meteorológica Mundial (WMO, en inglés) y por los mismos científicos de Exxon y dadas sus catastróficas consecuencias en el control de las emisiones de GEI, es crucial, en lo judicial, lo político y atmosférico transparentar las operaciones y la propaganda de Exxon et al, para desactivar iniciativas con el fin de controlar esos gases. Transformaron las incertidumbres propias del conocimiento científico, en armas masivas de confusión como ironiza ICN, sembrando dudas sobre la ciencia climática e impulsando la negación del CG asociado a la combustión de carbón, gas y petróleo. Exxon, con los petroleros Bush-Cheney en el bolsillo, en los inicios de ese gobierno (2001) exigió una purga de personal afin al consenso científico sobre el clima dentro y fuera de la presidencia, incluidos aquellos que conducían la relación de EU con el Panel Inter-gubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC en inglés), el cuerpo que define el consenso científico sobre el calentamiento global (que hoy es de 97 por ciento) que luego es transmitido a los gobiernos del mundo.
En su lugar Exxon impulsó a quienes disputaban los fundamentos de ese consenso, enfatizando la duda para desarticular la regulación de emisiones de GEI, gases que acompañan a las ganancias de la industria fósil, hoy en colapso moral y de precios, pese a ser, desde la Revolución Industrial, el combustible de la acumulación capitalista. Se indica que tras bambalinas Exxon interfirió con, y como se supo después, premió la censura de documentos científicos internos del gobierno.
Charles MacCracken, alto cargo sobre el clima en el Departamento de Energía y en la Casa Blanca, quien de los 70 a 1990 había colaborado con las investigaciones climáticas de Exxon, advirtió que el giro de la firma no se reduce a su actuación fuera del consenso científico, porque “oponerse a los hallazgos científicos más importantes (de la ciencia climática) es en verdad algo espantoso (appalling)”. En efecto, al tomar Bush-Cheney el poder, Randy Randol, principal cabildero de Exxon, se quejó en memo ante la Casa Blanca de los correveidiles del pasado, con agendas agresivas de combate al CG, que influían al IPCC en sus preparativos sobre el próximo consenso científico sobre el clima. Exigió la renuncia o el control de la influencia de MacCracken de cualquier decisión mientras “la contribución de EU al IPCC debía retrasarse”. El éxito del cabildo fósil, con el retiro de EU, Canadá y Australia del Acuerdo de Kyoto tuvo el efecto esperado: desarticuló, desmoralizó y demoró el esfuerzo por el control de los GEI. Aún así, el cabildo fósil acentuó duda y negacionismo como se hizo con el humo del tabaco, el DDT y la lluvia ácida (ver Oreskes y Conway Merchants of Doubt ).
A fines de los 70 los científicos de Exxon Research & Engineering (ER&E) reconocían que la causa más probable del calentamiento global (CG) se vincula a las emisiones de CO2. En su primer informe (1990) el IPCC asentó la certidumbre del CG y la necesidad de profundas reducciones en los GEI para aminorar la crisis a futuro. Los expertos del ER&E informaron a la cúpula de Exxon que era urgente enfrentar el problema a la brevedad, pero fue entonces que Exxon et al, mientras usaban la climatología para calcular los costos o beneficios del derretimiento polar en sus inversiones en el Ártico, atacaban iniciativas para regular los GEI. Hoy la WMO dice que en 2014 las concentraciones de GEI llegaron a un nivel récord (Greenhouse Gas Bulletin 9/11/15). Su secretario general, Michel Jarraud, dijo a Reuters que “las emisiones pasadas, presentes y futuras tendrán un impacto cumulativo en el calentamiento global y en la acidificación oceánica… más eventos extremos: olas de calor e inundaciones, derretimiento del hielo, niveles oceánicos al alza… Esto ocurre ahora. Hemos ingresado a territorio desconocido y a una velocidad que asusta”.
La acción de Exxon et al es espantosa e imperdonable.

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