urante la visita de Estado a México del presidente chileno Sebastián Piñera, con una narrativa librecambista, privatizadora y antiestatista, no se ocultó su buen humor y humanidad, como se vieron en el rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José, pero tampoco sus desfiguros sobre el capitalismo realmente existente
.
Piñera es parte del establishment que vio crecer su fortuna al calor del programa privatizador. Como diría René García (Estado y sociedad, Flacso,1995), es un heredero del Estado
: algo común en el México que encabeza la lista Forbes, donde pueblo, mineros, trabajadores y sus familias, como en Pasta de Conchos, son poco menos que reses: es el país de las ejecuciones extrajudiciales, al igual que en Colombia, Irak y Afganistán, donde impera la guerra irregular
del Pentágono y el enemigo está entre una población acosada por entes armados, de dentro y fuera del gobierno.
La visita del presidente se dio junto a la represión de la policía militarizada contra la protesta de miles de estudiantes en Santiago y ciudades de provincia, a la que se sumaron profesores, rectores y el sindicato de empleados públicos contra el modelo privatizador de Piñera
, igual que aquí, el del Banco Mundial/BID, que se amplía a sectores estratégicos: el lunes pasado la Federación de Trabajadores del Cobre de Chile, con 17 mil empleados y cerca de 20 mil subcontratados, hizo un paro de 24 horas como advertencia
para que la Corporación Nacional del Cobre (Codelco) tome en cuenta el rechazo a la privatización del sector.
La prensa informó de la paralización total de Codelco, ante la iniciativa que tienen gobierno y empresa de empezar una privatización encubierta de este estratégico recurso, indicando que los trabajadores reprueban la obsesión del actual gobierno de deshacerse de los activos rentables del Estado... afín con la línea de pensamiento de la derecha, de que únicamente es eficiente lo privado
(Telesur).
Para Piñera deben haber sido estimulantes las charlas en Los Pinos sobre los avances de Calderón –y las petroleras de Estados Unidos–, en la anticonstitucional privatización y extranjerización de las actividades sustantivas de Pemex, como se documenta en Sarahí Ángeles, et al,Reforma energética (México, Cosmos, 2011) y de la marcha del diseño policial-militar para sostener laestabilidad
ante la frustración popular por el despojo, socavando la función dedefensa nacional
del territorio y los recursos, a favor de la represión y de la desnacionalización de la toma de decisiones en materia de seguridad, como en Chile desde el golpe, bajo la militarización de la seguridad pública manejada por Washington.
Investigaciones de Orlando Caputo y Graciela Galarce (www.rebelión.org)indican que las exportaciones del cobre chileno son superiores a las de Pemex y equivalen a 70 por ciento de las exportaciones petroleras de Venezuela. Chile concentra 40 por ciento de la reserva mundial de cobre. Su renta minera pasó del control nacional con Allende a la desnacionalización pinochetista de 1981, bajo laConcesión plena
, un artilugio que, gracias a la colaboración de la Concertación, permitió que las mineras mundiales a más de las utilidades del capital, se apropien de esa renta (avizora.com).
Paul Walder (www.puntofinal.cl)indica que sólo cuatro mineras producen 70 por ciento del cobre chileno: Codelco, primer productor mundial, genera 25 por ciento, con activos propios por más de 13 mil millones de dólares –en la mira de Piñera– y el gran resto lo comparten BHP Billiton, Anglo American y la chilena Antofagasta Minerals, de Luksic.
El esquema de seguridad en México y Chile y el proceso privatizador/extranjerizador de Pemex y Codelco no son asuntos menores: esas empresas son las fuentes primordiales del fisco y de divisas no-condicionadas
. Son los principales ejes de acumulación –y soberanía– en torno a recursos finitos, de importancia mayor, estratégica y comercial ahora bajo saqueo oligárquico e imperial.
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