John Saxe-Fernández
La Jornada, México,
19 de julio de 2007
Al analizar los actos protagonizados por la derecha panista de cara a los atentados contra gasoductos de Pemex, atribuidos al Ejército Popular Revolucionario (EPR), y el affair Ye Gon, que amenaza con minar la justificación oficial de las campañas antinarcótico y antiterrorista usadas, como en Estados Unidos y Canadá, para instaurar un Estado policial-militar, recordé la obra del escritor siciliano Leonardo Sciascia (1921-1989) que combinaba el relato policial con el magistral análisis de las relaciones de poder, la omnipotencia de la mafia, la corrupción política, en relatos que el lector tiene que desenmarañar.
En El contexto (Brugera, 1971) Sciascia enseña cómo en toda indagación sobre la violencia individual o política hay que atender a los procesos, al fluido de acontecimientos desde los cuales se desprenden los hechos (p. 53), sea un acto de corrupción política en la Italia de su tiempo, o el descubrimiento de más de 200 millones de dólares en una casa del empresario Zhenli Ye Gon. Es un flujo al que se agrega: 1) que Dick Morris, publicista y operador de la guerra sucia en las elecciones de 2006, fue contratado de nuevo por Calderón para tapar el affair Ye Gon y, según AMLO, "es quien recomendó que las explosiones de Pemex" se atribuyeran al EPR, y 2) que Ye Gon reveló que "estos son y fueron fondos secretos del partido político (PAN) usados para la campaña presidencial mexicana, para comprar armas y financiar actividades terroristas", lo que deja muchas preguntas que exigen una investigación seria sin evadir asuntos centrales como: ¿a través de qué mecanismos y con quiénes se acumularon tantos millones de dólares?, lo que nos remite a los oscuros entramados del poder, el narcotráfico y la "seguridad nacional".
A partir de un sólido análisis de Carlos Fazio (La Jornada, 16/7/07) sobre la violencia "en sus dos variables, estatal y revolucionaria" se detecta que el fracaso de la "guerra antinarcóticos" desatada por el régimen para generar capital político, con más de mil muertos en los primeros cinco meses del año y un visible desgaste del Ejército, permanece como "carta de juego", pero se la desacelera y se pasa, sin dilación, a jugar la carta "antiterrorista" para persistir con la represión, desarticulando la oposición político-electoral, criminalizándola junto a un amplio espectro de movimientos sociales y para impulsar operaciones de "integración profunda" con EU y Canadá.
De comprobarse su veracidad, el affair Ye Gon es un ejemplo sobre el modus operandi del financiamiento subrepticio de operaciones clandestinas de provocación-represión como las que ocurrieron en los comicios del año pasado. El caso Irán-contras muestra que no es nuevo el uso de agentes privados para garantizar la independencia financiera y autonomía operativa de grupos clandestinos, como los Proactive, Preemptive Operations Groups (P2OG), auspiciados por el Pentágono, cuya misión se centra en la manufactura de actos terroristas. Se trata de la "estrategia de la tensión" a la que es adicta la derecha. Y no es ficción: el relato de Sciascia dejó de serlo tan pronto Giulio Andreotti reconoció el uso de esa "estrategia" (asesorado por la CIA, el Pentágono y la OTAN) consistente en asaltos, balaceras, incendios, ataques terroristas, etcétera, realizados por, o atribuidos a brigadas "rojas", para justificar la represión de fuerzas progresistas.
La sospecha de su uso aquí es mayor porque el sabotaje contra Pemex se hizo al estilo del 11-9, en medio de una inexplicable pasividad de los dispositivos disponibles para evitarlos, y cuando ya Calderón había solicitado "ayuda" a Estados Unidos para el Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal (CFAF) -establecido por decreto para coadyuvar "en el combate a la delincuencia organizada y aquellos actos que atenten contra la seguridad nacional, además, apoyará la restauración del orden". Iniciativa bien recibida por un Bush devastado en política y en las encuestas, que arrastra a la derecha al fracaso en 2008. Como para recomponer el panorama, ayer el Pentágono advirtió sobre inminentes y devastadores ataques terroristas en Estados Unidos.
Por todo ello conviene indagar sobre la vinculación entre los ataques a Pemex y el "antiterrorismo" remozado de Bush y Calderón, y lo que se "devele" sobre los orígenes y destinos de los 205 millones, entre otras razones porque las "fuerzas especiales" tipo P2OG operan de manera autónoma. Esa "independencia", a decir de M. Chossudovsky, está en la naturaleza misma de la operación encubierta, "en la que el asset no está en contacto con su promotor ni es necesariamente consciente del papel que juega a favor de quienes lo auspician". En este "contexto" cobra significado el apoyo de Rice al CFAF, cuando dijo que "... la relación con México es amplia, pero obviamente la seguridad ha tomado un papel mayor..." Se trataría del encadenamiento de actos terroristas para afianzar a la derecha en el poder e inducir la "integración profunda" México-EU-Canadá, impulsada por el Foreign Relations Council y la ASPAN, con graves riesgos para el futuro soberano del país.