La Jornada.
México 12 de mayo de 2005.
Desde que el Fondo de Cultura Económica publicó en los sesenta Escucha yankee, el famoso ensayo de C. Wright Mills sobre la revolución cubana y la política exterior de Estados Unidos, he seguido con atención la evolución del fenómeno en su dimensión histórica, geopolítica y estratégica.
En Geoeconomía y geopolítica del Caribe (UNAM 1997) presenté una colección de trabajos dedicados a revisar la cambiante relación de México, EU y Cuba, y en varias revistas especializadas analicé los impactos hemisféricos de la agresión, feroz e impune, desplegada contra Cuba desde el Pótomac. Pero después de escuchar a los testigos y de revisar la abundante documentación oficial presentada ante el Tribunal Internacional Benito Juárez (TBJ) -instancia ciudadana y de conciencia recién establecida que convocó a expertos y testigos para revisar y pronunciarse sobre "los Actos de Agresión del gobierno de EU contra el pueblo y el gobierno de Cuba"- la imagen que tenía sobre esa ilegal ofensiva palidece ante una sostenida embestida de terrorismo de Estado contra un pueblo hermano, dedicado, desde 1959, a un histórico y pacífico proceso de construcción social alternativo, en pleno ejercicio de su soberanía.
El TBJ se celebró en el Foro Coyoacanense los días 25, 26 y 27 de abril pasado y estuvo constituido por once jueces con el belga François Houtart como presidente; James Cockcroft (EU) e Ifigenia Martínez (México), vicepresidentes; Olga Miranda (Cuba), Guillermo Almeyra (Argentina), Juan Bañuelos (México), Alfonso Sastre (España), Eva Forest (España), Hebe de Bonafini (Argentina), Miguel Concha (México) y Jorge Turner (Panamá).
Cabe mencionar que el 4 de abril el Comité de Apoyo del TBJ, encabezado por el fiscal Enrique González Ruiz, formalmente presentó al embajador de Estados Unidos en México, Tony Garza, una Carta de Emplazamiento con una síntesis de las acusaciones y la invitación para que el gobierno que representa nombrara un defensor a quien se le facilitarían todas las pruebas documentales disponibles para preparar la defensa. Al no presentarse ningún defensor por la parte acusada, Sergio Romero Ramírez fungió como defensor de oficio.
A lo largo de tres días de testimonios presentados por la fiscalía y su coadyuvante, José Luis Toledo Santander, de la mañana a la tarde se presentó un cuadro de democidio bárbaro y sistemático impunemente desatado por la presidencia imperial contra Cuba, de corte político, militar, económico, cultural y el uso de instrumentos biológicos contra la población, las cosechas y el ganado, y programas de asesinato contra el liderato revolucionario.
En la sentencia del TBJ (para detalles y acción ciudadana: contacto@tribunalbenitojuarez.org) se presenta una síntesis del programa de guerra económica, comercial y financiera y de terrorismo de Estado desplegado a lo largo de 46 años por demócratas y republicanos por igual. Esto incluye la subversión política, la guerra sicológica, radioelectrónica, las agresiones armadas, ataques terroristas contra civiles, el robo de cerebros y los estímulos a la migración ilegal. Los documentos oficiales del gobierno de EU, con la clasificación Top Secret y Eyes Only for the President, que fueron fundamento de los testimonios y análisis ofrecidos por los testigos, son sólo parte de la masa documental sobre el terror de Estado contra la Isla que fue desclasificada bajo el Acta de Libertad de Información. Dicho expediente indica que sólo entre octubre de 1960 y abril de 1961 y con el objeto de subvertir el orden interno, la CIA introdujo 75 toneladas de explosivos en 30 misiones clandestinas aéreas y 45.5 toneladas de armas y explosivos en 31 infiltraciones marítimas, habiendo realizado 110 atentados dinamiteros, colocado 200 bombas, descarrilado seis trenes, provocado 150 incendios en fábricas y 800 incendios en plantaciones paralizando por una semana el funcionamiento de la refinería de combustible de Santiago de Cuba, política de terror que hasta hoy ha costado la vida a 3 mil 478 cubanos, quedando discapacitados 2 mil 99.
Durante el juicio se demostró que, entre 1959 y 1997, se ejecutaron 804 actos de terrorismo, entre ellos 78 bombardeos contra la población provocando muertos y heridos. Desde el primer año de la Revolución hasta 2003 se han cometido intentos de secuestro y secuestros a 61 aeronaves, y entre 1961 y 1996 se realizaron 58 ataques desde naves marítimas contra 67 objetivos económicos y contra la población. La CIA dirigió y apoyó a 299 grupos paramilitares integrados por 4 mil individuos, ocasionando 549 asesinatos y miles de heridos. La agresión biológica se realizó con la introducción del virus de la fiebre porcina africana que obligó al sacrificio de medio millón de cerdos. Con Reagan y Bush padre se desató en Cuba la epidemia del dengue hemorrágico, con 344 mil 203 personas infectadas, "dándose el caso verdaderamente récord de 11 mil 400 enfermos en un solo día, el 6 de Julio de 1982". Este terrorismo genocida persiste impune. Es hora ciudadana para la rendición de cuentas.
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