La Jornada.
México 24 de julio de 2003.
El equipo de ultraderecha que hoy maneja a la "presidencia imperial" muestra creciente incapacidad para enfrentar los graves y complejos embrollos político-constitucionales que afligen a Bush. Dichos problemas se derivan de las mentiras, ocultamientos y distorsiones, usados en contubernio con Blair, para justificar una guerra de "autodefensa preventiva", violatoria del derecho internacional, que desde los juicios de Nuremberg ingresó en la categoría de "crimen de guerra". Tan grave esto como el que además Bush y su equipo repriman y desactiven de manera sistemática todo intento por establecer una comisión independiente que indague el extraño comportamiento de su gobierno en materia de seguridad interna, antes de los ataques a las Torres Gemelas.
Tanto en la actuación de la cúpula encargada de la Fiscalía General y de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), como del Departamento de Defensa y de Condoleezza Rice, asesora de seguridad nacional de Bush, se desplegaron acciones inexplicables que virtualmente colapsaron los mecanismos antiterroristas puestos en marcha durante el gobierno de Clinton.
Cuando se informó al público sobre la existencia de documentos elaborados por funcionarios de rango medio de la FBI, en los que se advertía que varios sospechosos de actos terroristas habían ingresado a una escuela de aviación y que "mostraban gran interés en el despegue y dirección de las naves y no tanto en aterrizarlas", Rice, Rumsfeld y el mismo Bush aclararon que esos informes no habían llegado a la dirigencia política y de inteligencia y que además nadie en la Casa Blanca podía haber imaginado y contemplado un escenario terrorista como el que se vivió el 11-9. Pero luego empezaron a aparecer testimonios y documentos que indicaban que meses antes de esa embestida terrorista se habían presentado notificaciones a Bush y a la alta jerarquía sobre el posible uso de aviones de pasajeros como misiles dirigidos contra blancos como la Casa Blanca y el Pentágono. Un documento con esta precisa advertencia fue presentado el 6 de agosto en el briefing de seguridad nacional, que la dirección de la CIA entrega a Bush diariamente. Aún más, según James Cockcroft, el gobierno de Bush "no sólo apoya actos terroristas, sino que los planifica". Un documento clasificado del Defense Science Board, que fue preparado para Rumsfeld y divulgado a la prensa en octubre de 2002, revela un plan para usar un Proactive, Preemptive Operations Group (P2OG) con el objetivo de llevar a cabo "misiones violentas y secretas, con la meta de estimular reacciones entre grupos terroristas que provoquen ataques contra gente inocente, y así crear otro pretexto para otra guerra o cualquier acto de defensa de la seguridad nacional" (Memoria, julio de 2003).
Ahora, arrinconado por la prensa y los demócratas ante los descubrimientos referentes a la manipulación que hizo la Casa Blanca de los informes de inteligencia en los que escudó su brutal agresión militar a Irak, y que usó para emboscar a la opinión pública de su país y del mundo, Bush trata de escabullirse con los mismos argumentos y disimulos burocráticos. Conscientes de que existen fundamentos legales y constitucionales para dar inicio a un proceso de desafuero, como el usado por la derecha republicana contra Clinton por el caso Lewinsky -asunto de la esfera privada que palidece ante un acontecimiento de orden mayor, como el actual, que involucra decisiones "de guerra y paz", graves por las pérdidas de vidas humanas, iraquíes y estadunidenses, destrucción de infraestructura y fuertes erogaciones monetarias- Bush et al recurren, sin embargo, a las mismas y desgastadas excusas y argucias.
Cuando en el curso de una entrevista le preguntaron a Rice por qué en su informe anual el presidente había usado documentos fraudulentos en los que se describen supuestas operaciones de Saddam Hussein para obtener 500 toneladas de uranio de un país africano, respondió: "nosotros no sabíamos entonces -nadie lo sabía en ese momento-; quizá alguien muy dentro del aparato de inteligencia lo sabía, pero nadie en nuestros círculos sabía que existían dudas y sospechas de que ese informe era un fraude". Pero, como recordó a Rice un diputado demócrata, hoy sabemos que la cúpula del gobierno tenía serias dudas sobre la tramposa evidencia mucho antes de que fuera usada por Bush.
Acosado por las evidentes contradicciones y enmascaramientos en que incurren el presidente y su staff, se va por las ramas y trata de dirigir la atención pública a Irán y Siria, países a los que acaba de acusar de apoyar a terroristas y de "minar las esperanzas de paz en Oriente Medio", o bien hacia el presunto suicidio del doctor Kelly o la muerte de los hijos de Saddam Hussein. El problema es que tanto en este caso, como en el relacionado con las Torres Gemelas, las ramas no son lo suficientemente fuertes ni duraderas. Son frágiles. No son de árbol, sino de arbusto, y es difícil esconderse detrás de arbustos por mucho tiempo.
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