jueves, 26 de marzo de 2020

Imperialismo y pandemia
M
antener y, peor aún, acentuar sanciones económicas en medio de la pandemia de Covid-19 como ingrediente letal de la diplomacia de fuerza de Estados Unidos configura un crimen de lesa humanidad. Centrada en crecientes e ilegales sanciones económicas contra naciones arbitraria e ilegalmente designadas en ocasiones diversas como amenazas a la seguridad de Estados Unidos (Cuba, Nicaragua, Siria, Irak, Afganistán) o con jurisdicción sobre los yacimientos de combustibles fósiles que van quedando en la corteza terres-tre (Venezuela e Irán), es un crimen de guerra que merece el mayor rechazo público violatorio de convenciones internacionales varias.
Sorprende y alarma esa sevicia por el desprecio y crueldad con la humanidad y las jóvenes generaciones de hoy, mañana y por nacer. El desprestigio, descomposición y cobardía que abate al nacional trumpismo son visibilizados por la pandemia misma. Bill van Auken, en El imperialismo estadounidense utiliza el coronavirus como un arma de guerra (wsws.org, 20/3/2020), captó la debacle hegemónica cuando cita al doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de Salud (OMS): “La única forma de derrotar esta pandemia, como siempre lo hemos dicho, es por medio de la solidaridad. Solidaridad, solidaridad, solidaridad… Somos una raza humana, y eso es actualmente suficiente. Este es un enemigo invisible que ataca a la humanidad” (p. 2). Esas breves y certeras palabras captan grados de insensibilidad y crueldad cercanos al tipo de masacres de exterminio desatadas ante la resistencia indígena a la expansión territorial de Estados en Norteamérica (ver Roxanne Dunbar-Ortiz, An Indigenous People’s History of the United States, Beacon, 2015).
Las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela e Irán vienen de esos hondos castigos colectivos. Con jurisdicción sobre la principal reserva petrolera del mundo, Venezuela fue receptora de sanciones económicas decretadas por Donald Trump desde el inicio de su mandato en 2017 hasta estos días. Partiendo del análisis de Dunbar-Ortiz, se puede observar una continuidad histórica con el estudio de Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs, Sanciones económicas como castigo colectivo: el caso de Venezuela (2019), disponible en español en www.cepr.net. Sobre el castigo colectivo, revisar la puntual síntesis de Stanley Cohen, que llega hasta las masacres de Israel contra la población palestina, por lo que es necesario revisar la agresión contra Venezuela hasta donde apuntan los cañones de esas letales sanciones desde agosto de 2017. Los datos de Weisbrot y Sachs, contundentes, demuestran que los cañones del nacional trumpismo van contra niños, mujeres y hombres inermes. Indican que la mayor parte del impacto de esas sanciones no se ha producido en el gobierno, sino en la población civil (p. 1), y agregan que “las sanciones han infligido, y progresivamente infligen, daños muy graves a la vida y la salud humanas, incluidas más de 40 mil muertes entre 2017 y 2018… Estas sanciones encajarían en la definición de castigo colectivo de la población civil, tal como se describe en las convenciones internacionales de Ginebra y La Haya, de las cuales Estados Unidos es signatario. Estas sanciones también son ilegales según el derecho internacional y los tratados firmados por Estados Unidos, y parecería que también violan la legislación de Estados Unidos”.
En un artículo del The New York Times ( 24/3/2020) sobre cómo las sanciones de Estados Unidos contra Irán van a poner en riesgo la vida de millones, N. Bajoghli y M. Rouhi notan que la guerra de ocho años entre Irán e Irak, que costó cerca de un millón de vidas, va a palidecer en comparación con la epidemia del coronavirus. Investigadores iraníes han estimado que la epidemia, que ya lleva mil 500 bajas, llegará a un pico a fines de mayo y podría resultar en 3.5 millones de muertos. Tal parece que acaba la “revolución shale” y que las big oil y el Pentágono se lanzan otra vez, como en Irak y Libia, al negocio de las petroguerras, incendiando y ahora azuzando la pandemia, vía decretos que desatan más sanciones que atacan hospitales y las rutas financieras a las medicinas, doctores, enfermeras y equipos necesarios para enfrentar el Covid-19.
Coda: contrario a los desfiguros de la bancada conservadora, México va por la fraternidad y la esperanza con una sólida conducción nacional ante una crisis compleja e histórica. Un sen-timiento reforzado por los responsables de las organizaciones Mundial de la Salud (OMS) y Panamericana de la Salud en el país, para quienes México está tomando varias de las lecciones aprendidas por otros países, como China, y está aplicando medidas coherentes con las recomendaciones de la OMS; fue el primero en poner a punto una prueba de detección para el coronavirus, y eso es premisa básica para disminuir la velocidad de dispersión de la pandemia. Esos esfuerzos nos hacen pensar que se siguen haciendo bien las cosas, los 164 (casos) son aún importados y las personas con las que estuvieron en contacto han sido estudiadas, eso nos deja tranquilos ( El País, 21/3/2020).
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viernes, 13 de marzo de 2020

Elecciones 2020: bajo toma hostil
A
raíz de las elecciones 2020 en EU para la candidatura presidencial del Partido Demócrata (PD) y las asignaciones de delegados al Colegio Electoral (en EU el voto esindirecto. El voto popular no es necesariamente determinante), cobra gran interés el libro de Gregg Palast: The Best Democracy Money can Buy, (Nueva York, 2012, así como los aportes ahora en español de Amy Goodman y Juan González en Democracy Now. (https://www.democracynow.org/es) Ambas fuentes ofrecen el dato certero, bien documentado develando trampas, transas y purgas al padrón electoral, irregularidades e ilegalidades de larga data acentuándose desde el final del siglo XIX. El título de Palast expresa el fuerte sesgo plutocrático del sistema político, magnificado por la adopción de la ley Citizens United (2010), una desorbitada desregulación de las aportaciones individuales y de las corporaciones a las campañas presidenciales, de congresistas, senatoriales y a las gubernaturas.
Es desmedido el crecimiento del poder e influencia política de los sectores más ricos y de los grandes monopolios y conglomerados, patrimonio de los sectores más acaudalados. De ahí la perceptible desigualdad y deterioro de la legitimidad de un sistema político bajo fuerte oligarquización. No extraña que el primer artículo del libro de Palast centre la atención en lo que su autor, Robert F. Kennedy Jr, ( RFK Jr ) califica como un asalto hostil contra EU ni tampoco que analice a la segunda de las 25 familias más acaudaladas de EU que integran mucho menos de uno por ciento como ejemplo del accionar de su influencia cuando los grupos de interés perciben el más mínimo riesgo a los negocios de sus corporaciones como en Koch Industries Inc. (KI ), un conglomerado que incluye a la poderosa industria del gas y del petróleo de EU. Al mando de KI está Charles Koch y hasta hace poco David, su recién fallecido hermano, impulsor de la derecha. La familia Koch, dueña al 80 por ciento de KI, es la segunda más rica de EU después de los Walton (Walmart). KI es un conglomerado valuado en 120 mil millones de dólares dedicado a refinar petróleo, al transporte, la ganadería y a la venta de petrolíferos. Otros negocios de KI incluyen extracción y comercio de minerales, la tecnología química, productos de papel y otras materias primas. Cuenta con 120 mil empleados en más de 60 países. En Alberta, Canadá, KI controla el negocio de las arenas bituminosas y tiene en la mira el petróleo y gas del pueblo venezolano, la principal reserva de combustibles fósiles del mundo.
Esa atracción de los ultraderechistas Koch por el crudo pesado carroza no es nuevo. Palast informa que la voracidad de esa familia por ese crudo pesado se agudizó ante ciertas necesidades de crudo pesado para la magna refinería Flint Hills Corpus Christi de Koch Industries en Texas. Pero los Koch toparon con un problema: un hombre peso pesado llamado Hugo Chávez, el entonces ya heroico presidente de Venezuela que se colocó entre ellos y un negocio de unos 3 mil millones de dólares. Mientras el Departamento de Energía informaba al mundo que Venezuela y no Arabia Saudita era la mayor reserva petrolera del mundo, incluyendo una abrumadora porción del crudo pesado en la superficie terrestre, Gregg Palast, en una de sus conversaciones con Hugo Chávez, le llegó a escuchar,  es que ya no somos más una colonia petrolera Mr. Palast.
Los Koch reservaron 75 millones de dólares para derrotar a sus enemigos. En EU financiaron la mitad de las campañas senatoriales y 40 por ciento de las de la cámara baja por lo que RFK Jr aclara que los senadores y diputados apoyados por los Koch no representan a EU, sino a los Koch. Actúan en medio de un asalto hostil contra nuestro país. Una aclaración de relevancia en los tiempos de oligarquización aguda en que el magnate Trump otorga al sector de los combustibles fósiles centenas de miles de hectáreas en tierras federales y en la reapertura en el mar territorial de EU a la perforación y explotación vedada luego de la catástrofe en el Macondo del Golfo ( La Jornada, 1/7/2010).
La toma hostil de EU se vincula a la desorbitada transformación del sistema para financiar campañas electorales, mismo que, “ se ha transformado en un mecanismo para la legalización del soborno… la mejor inversión es financiar el proceso político de algún candidato, contratándolo para privatizar los bienes comunes de la nación: el aire, el agua, la fauna silvestre, las pescaderías y las tierras públicas quitándoselas al público, privatizándolas y entregándolas a la ganancia privada. Todo para los cuates del carbón más sucio… todo para cabildos nucleoeléctricos y de los combustibles fósiles más sucios, más contaminantes, más venenosos y más adictivos.”
Acá ¿cónclave diplomático en embajada de Estados Unidos para exigir a AMLO luz verde a lo avalado por Peña Nieto: fracking tóxico; farmouts a tribunales a modo del T-MEC contra México ?
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