sábado, 30 de agosto de 2008

El Cáucaso: polvorín geoestratégico

John Saxe-Fernández
La Jornada, Jueves 28 de Agosto de 2008



El ataque contra Osetia del Sur ordenado por Mijail Saakashvili, presidente de Georgia, fue atroz: mató a mil 500 civiles, destruyó la capital Tsjinvali, demolió barrios residenciales, la universidad, los hospitales y provocó 100 mil refugiados en la zona. La respuesta rusa no se hizo esperar, por lo que el aliento de la Casa Blanca a esa agresión concita la atención de las cancillerías de Europa y su liderato militar, en especial el francés, inglés y alemán. Ello por las graves amenazas a la paz en una región de fuerte gravitación geoestratégica, las cuales confirman cuán mortal sería aceptar a Georgia en la OTAN. Fue un golpe al equilibrio euroasiático, producto de un complicado cálculo georgiano. Porque, además de una homicida provocación, fue un operativo comicial: al calor de la reacción rusa provocada por Tiflis, John McCain repuntó en las encuestas cuatro puntos sobre Obama.
Según Pat Buchanan, ex consejero de Nixon, Ford y Reagan, el manejo tras bambalinas lo hizo Randy Scheunemann, principal consejero de política exterior de McCain, que cabildea por el ingreso de Georgia a la OTAN. Buchanan revela que Randy recibe jugosos pagos de Saakashvili, quien dice estar en contacto de “hasta dos veces al día” con el candidato republicano. Esa ventaja electoral bajó al empate cuando, al interrogársele en público, McCain no pudo enumerar las muchas casas que posee: desliz electoral que es pecado mortal en tiempos de grave crisis hipotecaria.
Lo que queda es la conflictividad entre Europa y Rusia, instigada por Bush desde Tiflis en un escenario que incluye operativos antirrusos, encabezados por Sarkozy, el penoso sucesor de Blair en estas tareas. Permanece también una estridente campaña de propaganda impregnada de una rusofobia que evoca atmósferas y episodios infames de la guerra fría: Rusia es la agresora y Occidente debe defender a la caperucita georgiana desde una OTAN que, a decir de Robert Gates, jefe del Pentágono, está “en grave riesgo de implosión en Afganistán”.
Desde la caída soviética, la OTAN sufre la ausencia de un enemigo estratégico, cemento de la Alianza. Pero ya la Casa Blanca fabricó una nueva guerra fría por medio de una peligrosa y multifacética instigación estratégica que puede costar cientos de millones de vidas. Por ejemplo, después de oponerse, la opinión pública polaca azuzada por el operativo en Osetia, presentado como agresión rusa contra Georgia, apoya el Sistema Nacional Antibalísitico de Estados Unidos (SNA) en su territorio. El SNA fue acordado por Estados Unidos y Polonia en medio del rugir de los cañones, en las narices de una Rusia que, usando sus recursos humanos y naturales, flexiona su poderío económico, militar y energético como potencia mundial: ya advirtió a Washington que si usa armamento convencional de alta precisión, responderá con armas nucleares tácticas. Es un ascenso que Estados Unidos trata de frenar y, como antaño, incita las precondiciones de guerra general en Eurasia de cara a su atasco militar en Irak. Por lo que, junto al provocador despliegue del SNA, Estados Unidos incita la desactivación geoestratégica de Rusia. Como recuerda Michael T. Klare en su lúcido Blood and Oil (Metropolitan, NY, 2006; hay versión española), se concretó en el endoso de Clinton y luego de Bush, al oleoducto que va desde Bakú, en Azerbayán, a Cyhan en Turquía, atravesando Georgia. ¿Objetivo?: romper “… el actual monopolio ruso sobre el flujo energético del Caspio y facilitar futuros envíos –de crudo– hacia Estados Unidos” (p. 119). ¿Existe una nueva ecuación de poder en esa región? Moscú contesta con ironía diplomilitar (y Kosovo en mente), reconociendo la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, y por los diputados de la Duma, Boris Gryzlov sintetizó: “El Cáucaso siempre ha sido y será la zona de los intereses estratégicos de Rusia”.
El riesgo de guerra es serio: esto ocurre en medio de las aventuras diplomilitares de líderes poco cautelosos en Washington y París. Y el Cáucaso es un polvorín geoestratégico.

jueves, 14 de agosto de 2008



Petróleo: soberanía y territorio

John Saxe-Fernández

La Jornada, Jueves 14 de agosto de 2008

Fue lamentable la ausencia de la geopolítica y de la seguridad nacional e internacional en la agenda del debate senatorial sobre la reforma energética. Ello por el papel crucial del Senado en política exterior; porque México y Pemex son “asuntos de seguridad nacional” para EU y además porque desde finales de 2007 supimos que se contemplaba usar empresas de seguridad (mercenarios) de esa nación para “proteger” la infraestructura de Pemex-CFE. Después, siguiendo el guión de Washington Calderón anunció el Plan México rebautizado Iniciativa Mérida (IM) en intento vano por desvincularlo del Plan Colombia (PC), plagado de masacres y despojos oligárquico-imperiales.
El PC y la IM fueron pactados en 2000 y 2008. Recuperar la experiencia colombiana es de gran valor: PC e IM fueron concebidos en función de intereses monopólicos y geoestratégicos de EU. Su objetivo es reorganizar la matriz territorial y explotar enormes riquezas naturales estratégicas. Son acciones privatizadoras y diplomilitares para conservar a Latinoamérica como reserva estratégica. Más ahora que escasean recursos vitales y EU importa 60 por ciento del crudo que consume. Como dice Ignacio Ramonet en el prólogo de El terrorismo de Estado en Colombia, Caracas 2007, de Hernando Calvo: el entramado oligárquico-imperial impulsa el desalojo de quienes viven “en territorios inmensamente ricos. Sus tierras pasan a manos de terratenientes, jefes paramilitares y poderosos intereses económicos”. Se trata de tierras, gas y petróleo; minería, forestas, biodiversidad y agua.
Según Carlos Lozano, de la Comisión de Notables para el Proceso de Paz, “el PC fue una decisión del gobierno de EU, elevada a política de Estado mediante la aprobación del Congreso. El texto original… fue en inglés… Para que los congresistas (conocieran) su contenido… tuvo que ser traducido”. En EU la aprobación legislativa la logró Clinton, movilizando a Madeleine Albright, secretaria de Estado, y al general Barry MacCaffrey, zar antidrogas y ex jefe del Comando Sur. Sorprendió la ausencia del gobierno colombiano entre quienes discutieron y defendieron el proyecto ante el subcomité de la Cámara baja del Congreso estadunidense. Con MacCafrey comparecieron: el jefe del Comando Sur, dos ex embajadores de EU en Colombia y Lawrence Mariage, vicepresidente de Occidental Petroleum.
El historial del PC muestra que el combate al narco, crimen o terrorismo sirve para encubrir y justificar la proyección y ocupación militar de EU en Colombia y que la IM hace lo propio acá y en Centroamérica. Su andamiaje, como ilustra Calvo ad nauseam, se concreta en “una guerra privatizada con mercenarios legalizados”. Mariage sintetizó la intención así: “El sector privado tiene enormes intereses estratégicos y vitales en juego en ese país y por eso el paquete de ayuda por mil 574 millones debe ser aprobado cuanto antes…” Solidarios con Mariage: British Petroleum, Caterpillar, Bechtel & Pfizer, US Columbia Business y nueve petroleras de EU, casi todas contratistas de Pemex.
El interés en el petróleo de Colombia, México y Venezuela se percibe claro: Bogotá es el séptimo exportador a EU y el tercero en América Latina después de Venezuela y México. Así lo explicó el almirante James Stavidris, jefe del Comando Sur: “La energía es otro factor involucrado en los vínculos hemisféricos. Tres de las cuatro principales fuentes de energía de EU están en el hemisferio: Canadá, México y Venezuela… y en las próximas dos décadas EU aumentará su consumo de petróleo y gas natural en 31 y 62 por ciento, respectivamente… Debemos asegurar estos recursos energéticos y la infraestructura de apoyo…”
Coda: senadores y diputados de los principales partidos han sido agasajados por la embajada de EU con giras al Comando Norte. Ahí platican sobre estos asuntos con Stavidris o Víctor Renuart Jr., jefe del Comando Norte. Ante esta artillería diplomilitar, ¿por qué no debatir aquí “petróleo, soberanía e integridad territorial”?