jueves, 22 de noviembre de 2007

EU: la crisis








John Saxe-Fernández
La Jornada, México,
22 de noviembre de 2007.






Según Jan Hatzius, de Goldman Sachs, las consecuencias macroeconómicas de la crisis hipotecaria “podrían ser bastante dramáticas”. Pocas horas después, John Stumpf, CEO de Wells Fargo, advirtió que la situación del mercado de bienes raíces “es la peor desde la Gran Depresión”. Hay riesgos de orden mayor: además de “hipotecaria”, la crisis es bancaria, bursátil, de liquidez y, en el fondo, de hegemonía. En el aparato productivo su impacto es extenso: al contraerse la inversión en bienes raíces se afecta a la industria de la construcción, gran generadora de empleo, vinculada con otras actividades: cemento, acero, vidrio, plásticos, etcétera. Por el impacto tan amplio del sector vivienda, el “contagio” de la crisis es asunto potencialmente grave, dentro y fuera de EU: incrementos mayores del desempleo conllevan más oleadas antinmigrantes, racismo y represión contra nuestra población. Y las disminuciones en los volúmenes de importaciones afectan la relación de EU con Asia y de manera especial con México: la asimetría estructural con EU es notoria: 90 por ciento de nuestras exportaciones van al otro lado del río Bravo mientras sólo 15 por ciento de las suyas se destinan a México.
La crisis hipotecaria no es pasajera y sin impacto sociopolítico. Jeff Faux advierte que esta situación difiere del desplome que se dio en el mercado accionario, que no afectó a las familias “porque tenían pocas o ninguna acción”. Pero ahora “el precio de la vivienda en picada sería un desastre prolongado”, como ocurrió en Japón desde 1991 (Global Class War, New York, John Wiley, 2006, p. 198. De próxima publicación por la UACM).
Ya se registran quiebras bancarias y en fondos especializados en la industria de la construcción. De interrumpirse la cadena de pagos la situación sería explosiva en un escenario macroeconómico deteriorado por el costo de la petro-ocupación de Irak y Afganistán, entre otros desatinos de Bush: sus déficit fiscal y de cuenta corriente crecen sin control y como en 1975 hay riesgos de inflación con estancamiento (estagflación). Según Hatzius, un cálculo “conservador” de las pérdidas de los inversionistas –unos 200 mil millones de dólares– se traducirían en recortes en la inversión por 2 billones (trillions) de dólares. Es decir, más desempleo, rebajas en las tasas de interés y mayor déficit comercial. Y con ello un deterioro todavía mayor del dólar, con fuertes pérdidas para inversionistas y tenedores de la divisa.
Estudios del Instituto Levy, citados por Faux, indican que en 2008, “para evitar que el desempleo siga, el gobierno tendría que aumentar de manera sustancial su gasto deficitario por encima de su déficit federal proyectado en 2.3 billones de dólares para la década”, lo que “mandaría volando la deuda externa e interna a 100 por ciento del PIB, y después vendría más”. Y a mayor inyección de liquidez, mayor “estagflación”.
El contexto difiere del de 1975, ya que desde entonces ocurrió un cambio profundo en la estructura de poder del aparato monetario internacional. El dólar no tiene más el monopolio como divisa de reserva: existen otras opciones sostenidas por políticas macroeconómicas que inversionistas y bancos centrales consideran más “responsables”, de cara al desorbitado gasto de “seguridad” de EU, estimado en un billón de dólares en 2007. Para gobiernos e inversionistas los títulos en dólares no son confiables y mantener sus monedas atadas al dólar resulta una operación riesgosa. En noviembre el desplome que registró el dólar se debió tanto a la crisis hipotecaria como a las declaraciones de un funcionario chino de que su país “tiene un plan bien definido” para diversificar sus reservas monetarias. (China tiene reservas cercanas al billón de dólares.)
La diversificación monetaria y de portafolios se generaliza: en India la caída del dólar ante la rupia llegó a los tabloides: publicaron que la súper modelo Gisele Bündchen no acepta dólares como pago a sus servicios. Mientras para ingresar a museos y monumentos como el Taj Majal, el ministerio de cultura dejó de obligar a los turistas a pagar en dólares. Ahora se usa la rupia, más estable. Los ingresos de Bündche o los del ministerio de cultura son ínfimos comparados con los de los jeques de la OPEP, quienes en la última cumbre rehusaron dejar constancia de “preocupación” por el desplome del dólar, como sugirieron Irán y Venezuela. Eso sí, diversifican “poco a poco” sus portafolios y reservas monetarias: desde mayo Kuwait “desató” su moneda del dólar. Igual plantean los Emiratos Árabes Unidos (EAU): una desvinculación gradual por medio de una canasta de monedas. El Consejo de Cooperación del Golfo, que incluye a Kuwait, los EAU, Arabia Saudita, Qatar, Bahrein y Omán, tratará el asunto en diciembre.
La crisis hipotecaria es síntoma de agravamiento de una crisis histórica: si Vietnam fue un fracaso táctico, Irak es un desastre tanto estratégico-militar como “monetario” y “fiscal”: el Pentágono debilita, no apuntala al dólar. Es la crisis de la pax americana: momento de incertidumbre, de oportunidad y de gran riesgo a la paz mundial.

martes, 20 de noviembre de 2007

NAFTA: The Intersection of the Geopolitics and Geoeconomics of Capital

John Saxe-Fernández
Social Justice, Vol. 23, 1996
Journal Article Excerpt
www.questia.com
Preliminary Outline
The North American Free Trade Agreement (NAFTA) "is REMINISCENT OF an earlier era, when mother countries such as England offered preferential trade terms, or Commonwealth preferences, to their former colonies in order to ensure their continued economic, financial, and political dependence....The motives of the [U.S.] government with regard to Mexico certainly remind us of those of the British Empire." This was written by Robert Kuttner in Business Week in mid-1991. At that time the intersection of U.S. "geoeconomics and geopolitics," as it would affect North America - and the rest of the Western Hemisphere - was already apparent.
The idea was to "integrate" a Third World country of Latin America - a country that at the time of this writing is still officially known as the United States of Mexico - into the larger economy of North America.(1) Few Mexican citizens were aware that not only some of the constitutional principles established more than 150 years ago, but also crucial elements of the exercise of "jurisdiction" normally associated with the concept of the nation-state were at stake in the "negotiations" preceding the eventual implementation of NAFTA. More specifically, I refer to the "total" transformation of the "economic geography" (which covers not only trade, but also finance, industry, infrastructure, and agriculture) of North America, to the detriment of the "public interest" of Mexico and that of the other countries involved.
The consequences will be especially costly and damaging for the formal wage-earning sector, whether blue- or white-collar. This sweeping transformation has been orchestrated mainly to cater to "U.S. private interests"(2) and it entails a "geopolitics" that also serves large corporate interests. Both the geopolitics and the geoeconomics have been codified through the commercial, financial, geopolitical, and jurisdictional instruments developed by the most powerful of the three nations concerned during the process that culminated in the signing of NAFTA. From a historical perspective, this "integration process" should be seen as a fresh manifestation of the Monroe Doctrine; there is a direct link between NAFTA and the expansionist tradition of the United States. U.S. Vice President Al Gore vividly expressed this connection, urbi et orbi, when he compared NAFTA to the territorial acquisitions of Louisiana and Alaska made by the United States in the last century.(3) In this century, NAFTA is not the first example of expansion...
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jueves, 8 de noviembre de 2007

Montebello: saqueo de México



John Saxe-Fernández

La Jornada, México,
8 de noviembre de 2007



Poco después del cónclave secreto en Montebello, Canadá, de la Alianza para la Prosperidad y Seguridad de América del Norte (ASPAN), de la cual el Consejo de la Competitividad de América del Norte (CCAN) es “brújula”, Eduardo Pérez Motta, presidente de la Comisión Federal de Competencia, insta a “proteger a los consumidores” ante monopolios “que frenan la competitividad y por ende el crecimiento económico”: entre ellos mencionó los de telecomunicaciones, transporte, servicios financieros y “el de energía”.



Toda una prestidigitación seguida poco después por el PAN, transformado en vergonzoso cabildo de las petroleras extranjeras, para llevar hasta sus últimas consecuencias lo que Jorge F. Moncada y Mario di Costanzo han calificado, en relación al “rescate bancario”, como El saqueo a los mexicanos (Grijalbo, 2007): un magno atraco que dejó al país sin banca y lo colocó a merced de la usura “legalizada”. Con parte mínima de los intereses de ese “rescate”, ardientemente promovido por tecnócratas y oligarcas locales, podría duplicarse el presupuesto de salud y “duplicar la capacidad de refinamiento de petróleo y reducir así al mínimo la importación de gasolina” (p.11).



Ni lerdos ni perezosos, los integrantes mexicanos del CCAN lanzan otra cruzada para “la apertura de ciento por ciento” a favor de la inversión extranjera directa (IED), “en sectores estratégicos”, metiendo en el mismo saco a los monopolios privados y a los sectores constitucionalmente reservados a la nación. Es una maña vieja: con Salinas (1988-1994) el Banco Mundial (BM) desató sobre Pemex un diseño de desmembramiento y desarticulación, conocido en Estados Unidos como divestiture, que el Senado de ese país a principios de los 70 amenazó, pero decidió no aplicar, a sus monopolios petroleros porque los llevaría a la ruina ante una competencia externa con sólida integración vertical. Con aval de Salinas, el BM lo hizo, “marcando su territorio” sobre Pemex, como perro por su jardín.


Ahora se lanzan sobre los principales “trozos” de Pemex bajo el ropaje de la “competitividad”.¿Objetivo?: medio tapar el hedor de las transas de las privatizaciones-rescates (bancos, carreteras, azúcar, etcétera) para que el CCAN, integrado por promotores de la IED, como Claudio X. González, procedan con un “fobaproa petroeléctrico”: la receta para terminar de hacer pedazos la economía y la paz social del país.


Esta estafa en curso dentro del vital sector energético se realiza por la vía de la subcontratación –Halliburton/Bechtel–, el “manejo” opaco del portafolio de negocios de Pemex-CFE y de una vil agresión fiscal perpetrada por el FMI-Hacienda. Se ataca el corazón del país en momentos en que la capacidad mundial de producción de crudo convencional ya no cubre la demanda y por tanto el control nacional del sector es crucial para que la nación no se nos deshaga en las manos.


Pero las grandes petroleras, en pos del negocio del crudo, cuentan con los cómplices de siempre. En 1996 en un sobrio análisis sobre procesos e intereses implicados en la enajenación del sector petroeléctrico, eje principal de acumulación de México, Gastón García Cantú señalaba que la dirigencia empresarial es “fundamental” en la transformación de las empresas públicas que quedan, “en botín a repartirse entre mexicanos, primero, y extranjeros después, con el argumento de que en poder del Estado no hay negocio próspero”.


Es el “guión” que usan Acción Nacional y algunos bribones de la “oposición” legislativa para entregar Pemex a la IED: para el BM es un ente poco competitivo que llegó al límite de su endeudamiento siendo los privados los únicos que pueden aportar los capitales requeridos para su expansión. Pero como demuestra José Luis Manzo (http://www.untcip.net/) con datos recientes del Estado de resultados y balance general de Pemex, en los 18 años comprendidos entre 1989 y 2006 ésta acumuló (en dólares constantes de 2006) utilidades por 471 mil millones de dólares (mmdd). Entre 1989-1997 los ingresos totales fueron de 264 mmdd y los costos de 107 mmdd, con utilidades de 157 mmdd e impuestos pagadores por 145 mmdd, arrojando una utilidad de 12 mmdd. Sólo en el sexenio de Fox, por el alza de precios, se lograron ingresos por 441 mmdd, generó utilidades por 240 mmdd, pero Hacienda, bajo lacayos de Washington, la asaltó con una carga fiscal de 258 mmdd.


En el periodo 1998-2005 la codicia y el entreguismo se salieron de control. Zedillo y Fox perpetraron un crimen de lesa patria: después de restar a los ingresos (471 mmdd) los costos (215 mmdd), Pemex registró una utilidad de 256 mmdd, “superior en casi 100 mil millones de dólares a la del periodo anterior (...) Sin embargo, como el importe de impuestos pagados fue todavía mayor (284 mmdd) ello provocó a Pemex una pérdida contable acumulada de 28 mmdd en este periodo” (¡!). Y claro, comparada con las empresas privadas en México y otras petroleras extranjeras, resulta que Pemex no es “competitiva”: su carga fiscal cuadruplica la de las empresas privadas en el país y casi triplica la de otras petroleras.